Mientras transcurre la conversación, la mirada de Roberto se desvía constantemente hacia las manos de Federico. Los dedos se proyectan hacia las puntas con delicadeza, pero sin fragilidad. Son unos dedos que Roberto siempre hubiera querido tener.
Ya no sirve de nada escribir sobre los difíciles momentos que debe afrontar el sector de la farmacia. En el mejor de los casos sería un ejercicio de retórica más o menos talentoso.
Son casi las nueve de la tarde. Podría también decir de la noche, aunque para describir el momento de principio de agosto al que me refiero lo más ajustado a la realidad sería utilizar la palabra anochecer.