El prurito es un síntoma muy frecuente en dermatología, difícil de definir y medir, con distinta expresión clínica. Puede definirse como una sensación que, si es lo suficientemente intensa, provocará el rascado o el deseo de rascarse.
El prurito tiene cierta similitud con el dolor: aunque son sensaciones diferentes e independientes, ambos son experiencias sensoriales no placenteras, que siguen vías nerviosas similares y que pueden comprometer gravemente la calidad de vida del paciente1-3.
En asuntos de dermatología el farmacéutico supone una gran referencia para los pacientes, por lo que debe tener en cuenta que ha de aconsejarles tanto sobre los productos que pueden estar indicados para un tipo u otro de afección, como sobre otra clase de tratamientos o recomendaciones saludables.
Cada día las farmacias en nuestro país resuelven un sinfín de consultas acerca de temas para los que los pacientes confían en recibir un consejo profesional más rápido y accesible que el que obtendrían a través de otros medios. Las relacionadas con dermatología son las más habituales.
La dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria de la piel, crónica y recurrente, de naturaleza hereditaria y caracterizada por piel seca, con presencia de eccema (reacción de hipersensibilidad en la piel similar a una alergia).
Durante los meses de frío, la piel sufre los efectos de los cambios de temperatura. De ambientes con calefacción pasamos rápidamente al frío de la calle. Así, la piel se reseca y deshidrata. Esta deshidratación la sufren especialmente las partes del cuerpo que pocas veces van protegidas contra los efectos adversos del frío, como suele ser el caso de las manos y los labios. Por eso, es muy importante prestar atención durante esta época a las cremas de manos y los protectores labiales.