Muchas son las causas de la sequedad ocular, pero entre las más frecuentes se encuentran el estrés oxidativo medioambiental y el ojo seco hormonal de la postmenopausia.
En los meses de invierno, las temperaturas frías, el viento o la calefacción pueden producir diferentes síntomas oculares, como la irritación, el ardor, la sensación de sequedad, la sensación de arenilla, el lagrimeo excesivo o la pesadez palpebral. En consecuencia, podemos padecer el síndrome del ojo seco, una afección que se produce porque la superficie ocular no se encuentra correctamente protegida por la lágrima, por un déficit en la cantidad o calidad de la película lagrimal1.
Alcon, compañía líder en salud visual, ha lanzado la campaña «Tienes mucho que ver» con el objetivo de concienciar a la población que se acerque a las farmacias suscritas a la iniciativa sobre el ojo seco, la degeneración macular asociada a la edad (DMAE) y el glaucoma.
Al finalizar el verano, los españoles se creen a salvo de los recurrentes y molestos problemas oculares. Pero septiembre es el mes en el que la mayoría vuelven a las actividades diarias (trabajo, escuela, etc.) y en el que aumenta el uso de pantallas de ordenador o dispositivos inteligentes; por este motivo, es una época en la que pueden manifestarse síntomas de ojo seco.
Las altas temperaturas, el viento, los ambientes más secos o la radiación ultravioleta son algunos de los factores que convierten la estación estival en la época más sensible para los afectados de sequedad ocular.