Dos jóvenes farmacéuticos, María Álvarez Orozco y Carlos del Castillo Rodríguez, explican cómo el Programa Erasmus les ayudó a encontrar su camino, tanto profesional como personal.
Si mis cálculos no fallan no hace mucho tiempo que cada uno sabe a qué lugar se va a ir el año que viene (al menos es así, allá donde yo miro más). No puedo más que felicitarles; no quiero ponerme trascendental a estas alturas, pero hoy es el primer día del resto de su vida. Han, o les han, encendido el interruptor y ven la luz. Sigan hacia ella.
La verdad es que me hubiese encantado hoy hablarles de Grecia y de su resistencia asteriaxana (si se me permite este término, que por cierto ya se le había ocurrido alguien antes que a mí) a sucumbir a los poderes del César, pero resulta que ya hemos viajado en anteriores ocasiones al país heleno, paradójico inventor de la democracia, dicho sea de paso.