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  • Evolución frente a rotura

No es sorprendente la filtración de un documento con el membrete del Ministerio de Economía y Competitividad dirigido por el ministro De Guindos en el que se plasman una serie de líneas de actuación política dirigidas a liberalizar la economía en lo que concierne a la actuación de las profesiones.

La ideología que sustenta el documento ya estaba explicada en diferentes documentos y desarrollada en diversas intervenciones del ministro y de su entorno. El señor De Guindos es un representante emblemático de la ideología ultraliberal y un ferviente creyente de que cualquier regulación es nociva para la economía.

No es este el foro adecuado, ni esta dirección el interlocutor apropiado, para debatir la ideología más conveniente para que la economía o, mejor aún, para que la sociedad avance. Lo que sí que son estas páginas es un altavoz que pretende ser un fiel transmisor de la opinión del sector de las oficinas de farmacia.

No cabe duda que el documento filtrado genera intranquilidad entre las farmacias, por la incertidumbre que se añade a la crisis económica que está sufriendo el sector y porque propone romper el binomio de la propiedad y la titularidad de las farmacias. Una rotura que afecta a una de las bases esenciales de un modelo que cumple con excelencia con el objetivo de proporcionar al sistema sanitario público y a la sociedad en general un servicio importante y necesario. Una muy buena valoración que se sustenta en la labor diaria que se realiza en las más de veinte mil farmacias y que ha quedado recogida reiteradamente en todas las encuestas de satisfacción realizadas hasta el momento.

Cabe calificar cuando menos de arriesgado que un responsable político proponga cambios drásticos en un servicio que está prestándose con este nivel de calidad y con este grado de satisfacción del cliente. Una propuesta de este calibre debería ir acompañada de una larga lista de beneficios sustentada en algo más que suposiciones.

No sería inteligente cerrar este breve argumentario simplemente con la crítica, que lo es, a una propuesta confusa y arriesgada. Es preciso también constatar que el modelo farmacéutico deberá adaptarse sin muchas dilaciones a una nueva situación condicionada fuertemente por las restricciones de los presupuestos públicos, por un giro copernicano en los hábitos de consumo de los ciudadanos y por los efectos de la crisis sobre el consumo, porque, sin duda, la mejor alternativa a la rotura es la evolución de lo que funciona.

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