Una de las sensaciones de frustración más desagradables que existen es la del que sabe que tiene razón, pero constata que casi nadie le escucha y que, además, los altavoces de los medios de comunicación no cesan de amplificar el ruido que aún hace más improbable que sus argumentos acaben siendo escuchados.

Cuando se habla de medicamentos y de su uso, los farmacéuticos deberían ser escuchados como una de las fuentes más expertas y más conocedoras de la realidad, por su formación y por la experiencia que les proporciona el ejercicio diario de su profesión. El confuso relato sobre los cambios de los formatos de algunos medicamentos parece desmentir esta evidencia y es una muestra más de la falta del rigor que a menudo envuelve la información sobre medicamentos.

Algunos meses atrás, tras el anuncio rimbombante de la introducción de la unidosis como herramienta correctora del supuesto despilfarro de medicamentos, ya nos pronunciamos en contra de esa estrategia, por su inviabilidad económica y por la escasa incidencia que tendría en un supuesto ahorro que, tal como dijimos, no se ha producido. Opinamos entonces que la inmensa mayoría de envases se adecuaban a las necesidades de tratamiento y que solo en algún caso concreto podría mejorarse esta adecuación.

El tiempo ha vuelto a poner las cosas en su sitio. Meses después de su implantación, el sistema de unidosis tiene una incidencia absolutamente residual. Ahora se anuncia la adecuación del formato de determinados envases –principalmente el de algunos tratamientos antibióticos– y se reserva el formato unidosis para los pocos casos en los que el ajuste aún no sea perfecto. Lamentablemente, la información transmitida por los medios de comunicación sobre el cambio de formato de algunos medicamentos continúa generando un cierto grado de confusión y, aunque la idea del supuesto despilfarro de medicamentos subyace en casi todas las noticias, al menos esta vez es de agradecer que no se hable de ahorros ilusorios y desorbitados.

No es muy elegante, a toro pasado, utilizar la expresión «nosotros ya lo habíamos dicho», pero cuando se propone una medida sin una consulta previa, se anuncia que va a producir ahorros que no van a ser, se introduce la idea falsa de que existe despilfarro de medicamentos porque los formatos no son los adecuados, no se tienen en cuenta los efectos de toda índole de una medida así en el funcionamiento diario en las farmacias, para que al cabo de unos años la realidad nos acabe dando la razón, la tentación de utilizarla es enorme.

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