La vida en la residencia

Hace más bien poco les contaba batallitas sobre los compañeros de piso. Les comparaba dicha elección con un sorteo de la lotería, en la que ustedes tenían unos números y les podía tocar el gordo, un tercer premio o una triste pedrea. En la historia que nos ocupa hoy, ustedes llevan todos los números, y les va a tocar sí o sí algún premio. Porque la elección de la residencia como nuevo hogar trae consigo a todos los personajes propios de la convivencia: a los que tienen la ropa ordenada y los que no deshacen la maleta hasta que se vuelven a España, a los gourmets y a los que no distinguen la batidora de un secador o a los que sueltan tanto pelo que parece que en su cuarto estuviesen esquilando a una oveja. Toda la fauna de su Erasmus encerrada en un mismo edificio a todas horas del día.

En todos los destinos Erasmus hay residencias universitarias, aunque no en todos lados existe la misma tradición. Hay lugares, me vienen a la cabeza, así a bote pronto, Perugia o Lieja, en los que los alumnos suelen ubicarse en pisos y en los que la residencia es algo minoritario, pero en el resto de destinos suele ser la primera opción. Existen también casos en los que la propia universidad de acogida es la que te organiza el tema del alojamiento, y te coloca en una de sus residencias universitarias. Pero vayamos un poco por partes. El caso de Francia es el mejor organizado y funciona desde hace muchos años. Cada ciudad con universidad tiene su propia página web, aunque les dejo la página central, a través de la cual pueden acceder a sus destinos: http://www.cnous.fr/. Una vez hayan sido nominados por sus centros de estudio y cumplan con las obligaciones burocráticas, en su lugar de acogida pueden pasar a rellenar el formulario de las residencias. En el caso francés es importante que estén ágiles con los papeles (aunque esté un poco feo citarme a mí mismo, les recuerdo el asunto del papeleo, del que les hablé en otra ocasión (http://www.elfarmaceutico.es/el-farmaceutico-joven/diario-de-un-erasmus/item/287-el-papeleo.html), pues cuanto antes tengan el código que les permite elegir residencia, menos posibilidades tendrán de quedar alojados en el extrarradio, más barato les saldrá y habrá menos opciones de tener que compartir baño con toda la planta.

Las residencias alemanas están a otro nivel. Ahora se habla mucho de economía, de crisis, de ajustes, de déficit público y de la señora Merkel, que si manda mucho y no sé qué más gaitas. Cuando vean cómo se las gastan por esas tierras, entenderán un poco las quejas que tienen acerca del despilfarro de los demás. Los alemanes tienen que pagar una cantidad de impuestos tan alta que, si a algún gobernante le da por hacer lo mismo aquí, la revolución francesa se queda en una reunión de amigos. Pero eso se nota. No es que vayan a alojarse en el Ritz, ni el Palace, pero son con mucho las mejores residencias del programa (como también tienen los mejores trenes, las mejores autopistas o los mejores precios en transporte para estudiantes). Esto es algo que ellos también saben, así que suele haber tortas por las habitaciones más baratas, que tienen la misma calidad que las más caras. No existe un servicio central, como en Francia, pero cada universidad tiene en sus páginas webs apartados dedicados a la vivienda. En Berlín también nos ofrecen buscarnos un piso, o incluso no buscarnos nada, pero en el primer punto del siguiente enlace pueden encontrar la información correspondiente, eso sí, en alemán(http://www.fu-berlin.de/studium/international/media/Wohnen_in_Berlin_Info.pdf?1329818899). Como verán, la Freie Universität ofrece habitaciones o apartamentos completamente amueblados, pero hoy no es lo que nos ocupa.

EnBonn, el funcionamiento viene perfectamente explicado en su página web (http://www3.uni-bonn.de/studium/studium-in-bonn-fuer-internationale-studierende/erasmus/wohnen-in-bonn-1/wohnen-im-studentenwohnheim). Por su parte, Freiburg tiene residencia propia, así como residencias regentadas por instituciones religiosas, pero ligadas también a la universidad, todas ellas de gran calidad (http://www.studium.uni-freiburg.de/studium/rund_ums_studium/wohnen).

Para dejar ya Alemania, les dejo por último el ejemplo de Hamburgo, que mezcla todo lo relacionado con el alquiler de alojamiento en una misma web (http://www.campus-hamburg.de/wohnboerse/angebote.html).

En el otro extremo de la organización se encuentra Italia. No quiero decir que se halla en la desorganización, pero la comparación con Alemania o Francia es odiosa. No debo tampoco hacer sangre, porque nuestro sistema está, sin duda, más cerca del modelo italiano que del franco-alemán, y sería tirar piedras contra nuestro propio tejado. Un tejado aún frágil y mejorable, así que me limitaré a darles la información. La universidad de Roma, uno de los destinos más frecuentes para los boticarios, deja bien claro en su página web que no tramita el asunto del alojamiento, aunque nos dirige a un link de la ESN (God save the Queen), y su novedoso Proggetto Casa, que se entiende perfectamente de lo que va, ¿no? (http://www.esn-roma.it/servizi/progetto-casa-erasmus.html). En Milán, la cosa mejora. Sí que existe este servicio directo, pero las plazas vuelven a ser muy limitadas y se reparten en función del expediente académico y los ingresos familiares (http://www.unimi.it/studenti/1182.htm).

Aparece aquí un punto interesante, que es la mensa, el comedor de la universidad. Es un tema que tenemos que tratar. Y aunque no iba a hacerlo hoy, me parece que viene al caso. No sé si serán muy de cocinar; yo, por ejemplo, soy un amo de mi hogar, y era de las tareas que más solía hacer, pero es posible que les dé pereza o, simplemente, que no sepan. En ese caso, es posible que la mensa les salve la vida. En muchas ciudades de Italia, y por precios muy, muy razonables (2 € al día), aunque no en todos sitios es tan barato, pueden comer cada día con una oferta gastronómica variada. Si su destino es Milán, aquí tienen más información (http://www.unimi.it/studenti/1184.htm). Antes de dejar Italia, pasaremos por Turín (http://www.unito.it/unitoWAR/page/istituzionale/internazionalizzazione2/residenze_convenzionate5), donde encontramos un servicio de residencias universitarias, a muy buen precio, desde los 5 euros a los 47 euros por día.

Podríamos hablar de muchos más destinos, y un buen ejemplo serían los países del este, sobre todo la emergente Polonia, pero quiero que vean también otros aspectos más propios de la convivencia en sí misma. Porque quizá la gran ventaja de vivir en una residencia sea ése, la convivencia. Es imposible aburrirse en una residencia. Siempre hay gente en busca de víctimas para llevar a cabo sus planes. Estudiar es más complicado, pues cada uno es de su padre y de su madre, no son todos boticarios, y les tentarán con golosinas cuando ellos no tengan que estudiar. Será difícil que les falte algo, porque entre tantos inquilinos conseguir un huevo, una plancha para el pelo o una camiseta que pegue con sus zapatos nuevos será más fácil que en un triste piso de tres compañeros igual de tristes. Tanto si ríen como si lloran, van a tener que aprender a hacerlo en público, pues la intimidad no es siempre la que da un cuarto propio. Puede que les toque sólo compartir cocina, pero la palabra compartir no se les caerá de la boca. Sus lágrimas serán forzosamente las del vecino, y viceversa (casi es más incómodo ver llorar a que te vean llorando). Otra ventaja es la mezcla. Si van a una residencia de la propia universidad (aunque en una privada también pasa) encontrarán gente autóctona, compatriotas y un poco de todo. Aprenderán mejor el idioma que si comparten piso sólo con españoles, claro está. Si les gusta compartir, no lo duden, vayan a una residencia.

Dense prisa en preparar los papeles, ¡que me quitan las plazas de las manos, señora!

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