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La vida en la residencia

Hace más bien poco les contaba batallitas sobre los compañeros de piso. Les comparaba dicha elección con un sorteo de la lotería, en la que ustedes tenían unos números y les podía tocar el gordo, un tercer premio o una triste pedrea. En la historia que nos ocupa hoy, ustedes llevan todos los números, y les va a tocar sí o sí algún premio. Porque la elección de la residencia como nuevo hogar trae consigo a todos los personajes propios de la convivencia: a los que tienen la ropa ordenada y los que no deshacen la maleta hasta que se vuelven a España, a los gourmets y a los que no distinguen la batidora de un secador o a los que sueltan tanto pelo que parece que en su cuarto estuviesen esquilando a una oveja. Toda la fauna de su Erasmus encerrada en un mismo edificio a todas horas del día.

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