Una cruz que no se apaga

Las hojas de los plátanos de la calle, más verdes y brillantes que nunca, asoman a mi balcón. La única plaza que me queda para compartir, aunque sólo sea mirando la mañana con los escasos paseantes que tienen salvoconducto. Parecen satélites repelidos por la gravedad invisible de la peste que asola mi calle, mi ciudad, mi mundo.

Una cruz que no se apaga
Una cruz que no se apaga

Es una primavera extraña; aunque todo huele mejor, todo suena más, es una primavera triste. Camino hacia la farmacia con un claro sentimiento de culpa. Este día brillante y silencioso me escupe a la cara todo lo que somos capaces de emborronar con nuestra soberbia de especie. Tengo dudas de nuestra voluntad, cuando acabe este rosario de penas, de hacer las cosas de una manera distinta. Una manera más delicada de vivir. Dudo que seamos capaces de ir más allá de la celebración de la victoria en esta guerra que se empeñan en decirnos que estamos librando.

De la puerta de casa a la de la farmacia tengo aproximadamente un kilómetro. Durante el paseo me cruzo con unas veinte personas y diez perros. Y también con bastantes desechos de látex, rastros de los únicos escarceos permitidos en el supermercado. Cerca ya de la farmacia, la Sagrada Familia solitaria, huérfana del enjambre de turistas que la rodea normalmente, parece un enorme termitero vacío en un desierto de asfalto.

Abro la farmacia; no están ni mis amigos italianos de las pizzas, ni la mercería de Montse, ni el salón de depilación, ni la nueva tienda de vinos, ni el mecánico pakistaní, ni el bar de las tortillas de los sábados, ni casi nadie. Sólo veo encendida una cruz en la otra esquina.

Reformé la farmacia hace veinte años. Pasé de una zona de atención que no llegaba a los quince metros, después de tirar paredes y poner vigas, a una de cuarenta metros. Ahora he puesto barreras, parapetos y carteles. Atiendo en un espacio reducido y los clientes entran de uno en uno. Hacía muchos años que no tenía colas en la calle. Recuerdo alguna guardia, en el día de Navidad, allá por los ochenta.

Esos primeros días a mediados de marzo, días de confusión y de acaparamiento, fueron muy estresantes. Una manera de trabajar desagradable, pero lo más sobrecogedor es palpar el miedo que la gente tenía y que aún perdura, miedo a una enfermedad desconocida, un miedo íntimo y profundo que va dejando su huella pero existe.

La farmacia ha mantenido su puerta abierta, con un riesgo evidente pero controlado. No tenemos el mismo que los que están en primera línea, en las UCI de los hospitales, pero debemos protegernos. Cumplimos con nuestra función de proporcionar de forma segura los tratamientos farmacológicos que las personas continúan necesitando, y también aclaramos bastantes dudas, escuchamos muchas historias y consolamos. Consolamos porque la soledad ha aflorado como la lava de un volcán en erupción.

Estoy convencido de que la farmacia puede ser más aprovechada por el SNS. Podemos tener un papel más activo en la prescripción de tratamientos en síndromes menores, en la continuación de tratamientos crónicos, en el cribado de según qué patologías. Incluso en esta pandemia, debemos plantearnos la atención en los domicilios. Muchas cosas deberían cambiar, y esta peste nos lo ha plantado en las narices. El mundo debería cambiar y la farmacia también.

– ¿Tiene mascarillas?

Empieza la jornada.

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Experiencias en tiempos de coronavirus
Con el apoyo de Club de la Farmacia @clubfarmacia

Pocos días después de que se declarara el estado de alarma, nos pusimos en contacto con varios farmacéuticos comunitarios para que nos explicaran en un vídeo breve cómo estaban viviendo la crisis del coronavirus. Aquí recogemos algunas de las experiencias que nos transmitieron, pero si queréis recuperar los vídeos completos podéis hacerlo en el Canal EF de la página web de El Farmacéutico o a través del hashtag #farmaceuticosfrentealCOVID.

J AcostaJaime Acosta Gómez
Farmacéutico comunitario en Madrid
Antes que nada, un recuerdo a los compañeros que han fallecido y mucho ánimo a sus familias, que lo están pasando muy mal. Creo que podemos estar muy orgullosos del papel que ha tenido la farmacia española en esta desgraciada crisis, y parece, ojalá sea así, que puede tener un papel mucho más importante en la salida, aprovechando todas las virtudes que ofrece a la Administración y a los pacientes, no sólo en la provisión de mascarillas sino también en el conocimiento del estado serológico de la población y en su infección. Tenemos que estar muy satisfechos de lo que estamos haciendo, y los pacientes y la Administración están tomando buena nota.

C AlonsoCarlos Alonso Garre
Farmacéutico comunitario en Villajoyosa (Alicante)
Desde que empezó el estado de alarma han cambiado muchas cosas, pero lo que más ha cambiado ha sido el trato con las personas: con los proveedores, con los miembros de los equipos y, sobre todo, con los pacientes. Un trato condicionado por el uso de las mascarillas, las pantallas protectoras, el control del aforo... Estamos haciendo conexiones vía telemática, llamándolos por teléfono y ofreciéndoles todo el apoyo que puedan necesitar.

P ArnauPaz Arnau Ferragut
Farmacéutica comunitaria en Castellón
No hemos podido hacer turnos ni grandes cambios, pero sí que hemos tratado de organizarnos en el día a día, gestionando lo mejor posible nuestros servicios, nuestra atención al público. Quiero destacar y agradecer a mi equipo su gran capacidad de adaptación, así como el trabajo que están haciendo todas las farmacias.

 

G BagariaGuillermo Bagaría de Casanova
Farmacéutico comunitario en Hospitalet de Llobregat (Barcelona)
Tengo una sensación agridulce: mucho trabajo, muy intenso, pero la tranquilidad de estar ofreciendo todo lo que está a mi alcance. Desde una perspectiva personal y profesional, tengo la satisfacción y el convencimiento de que vuelvo a casa todos los días pensando que he hecho algo positivo, que he ayudado a alguien, que he hecho algo que justifica mi profesión. Los farmacéuticos estamos a la altura de lo que nos piden.

M PerezMacarena Pérez Ruiz
Farmacéutica comunitaria en Sevilla
Hemos cuidado la seguridad, tanto de los que estamos trabajando en la farmacia como de los clientes. Hemos bloqueado uno de los tres puestos del mostrador para que la gente esté suficientemente separada, y hemos hecho muchísima información telefónica, vía e-mail o whatsapp. Hemos cuidado también de la salud mental del equipo y de la gente, que necesitaban hablar.

F QuesadaFermín Quesada Carrasco
Farmacéutico comunitario en Gójar (Granada)
Como farmacéutico soy muy consciente del trabajo que están haciendo mis compañeras y compañeros. Y es que los farmacéuticos somos parte importante de esta situación, y creo que estamos siendo también parte importante en la solución. Somos una profesión preciosa, digna, bonita y con mucho contacto con la gente, que es lo que nos da la vida.

 

 IJ RomeoIgnacio J. Romeo Granados
Farmacéutico comunitario en Madrid
Esta crisis ha supuesto un aumento de la carga de trabajo, con muchas llamadas telefónicas solicitándonos todo tipo de asesoramiento, consejos e información. Y sobre todo ha supuesto un aumento de las peticiones de atención farmacéutica domiciliaria, algo que estamos haciendo con o sin cobertura legal pero que creemos que es nuestro deber. Lo estamos haciendo de manera coordinada y creo que la población lo agradece.

J SendraJosé Sendra Lillo
Farmacéutico comunitario en Palmera (Valencia)
Tenemos más actividad y mucha demanda de productos que escasean, por lo que muchas veces el usuario se enfada con nosotros y esto nos genera más presión. Nos hemos organizado en dos turnos para evitar que nos podamos contagiar y, en consecuencia, tengamos que cerrar la farmacia.

 

J BraunJoaquín Braun Vives
Farmacéutico comunitario en Barcelona
La COVID-19 ha golpeado con fuerza en el barrio. Hemos tenido la desgracia de perder buenos amigos, personas mayores la mayoría, y algunos de ellos habitualmente en buen estado de salud. La funcionalidad de la receta electrónica nos ha permitido dispensar medicación a los pacientes sin necesidad de que se desplazaran al ambulatorio y entregar medicamentos aunque las prescripciones crónicas estuvieran vencidas. Los farmacéuticos hemos podido demostrar el alto compromiso que tenemos con la sociedad.

J JodarJuan de Dios Jódar
Farmacéutico comunitario en Valladolid
Cada vez que he hecho una reforma en la farmacia ha sido pensando en que este establecimiento sanitario fuera un lugar agradable para los pacientes y ahora esto se ha transformado, al igual que todo el país, en un sitio hostil en el que no podemos juntarnos ni tocarnos y donde hablamos lo justo para cumplir con el cometido de cada uno. Esto es terrible, aunque estoy seguro de que saldremos adelante, si bien bastante cambiados y tocados porque por el camino han quedado personas a las que conocíamos y a las que echamos de menos.

S GregorioSusana Gregorio Mazo
Farmacéutica comunitaria en Lodosa (Navarra)
No queremos que la farmacia sea la excusa para poder salir de casa. No nos cansamos de repetir a los pacientes que se acercan a nuestras farmacias que no salgan de casa y que si tienen que retirar medicación retiren todo, que si algo les hace falta estamos dispuestos a acercárselo a sus casas. Les hemos dicho que nos cuiden y que se cuiden ellos, y que la cruz de la farmacia no se apaga, que nosotros seguimos ahí para que puedan quedarse en casa.

P FernandezPaula Fernández Ribal
Farmacéutica comunitaria en Gelida (Barcelona)
Trabajar en estas condiciones es mucho más incómodo y complicado por el desgaste físico y emocional que conlleva. Estamos colaborando en descongestionar el sistema sanitario, además de facilitar un montón de trámites burocráticos como renovación de recetas o traer a la farmacia medicamentos de uso hospitalario. Somos un punto de información al que acuden los pacientes con sus miedos, dudas y también muchas veces con los primeros síntomas. Lamentablemente no todas las barreras funcionan, y muchos compañeros han tenido que cerrar la farmacia y otros han fallecido.

I GonzalezIrene González Orts
Farmacéutica comunitaria en San Vicente del Raspeig (Alicante)
Hemos tenido que hacer muchos cambios debido a esta situación excepcional. Entre ellos el horario, la realización de turnos de trabajo para evitar el contacto dentro del equipo, el uso constante de mascarillas a las que no estábamos habituados, la limitación del aforo de la farmacia… Conseguir que los pacientes entendieran que tenían que guardar la distancia de seguridad ha sido una de las cosas más complicadas. En algunos casos excepcionales hemos limitado algunos servicios farmacéuticos por el contacto directo con el paciente, pero los más básicos los hemos intentado mantener.

O MartinezOlivia Martínez Monge
Farmacéutica comunitaria en Sotobañado (Palencia)
La crisis del coronavirus no ha alterado mucho nuestro día a día porque ya de por sí hay muy poca gente en los pueblos y en las calles. Lo que sí que ha cambiado es que al cerrarse los consultorios de todos los pueblos, nos hemos tenido que coordinar con el equipo médico que está en el centro de salud para, sobre todo, intentar evitar los desplazamientos de la gente de un pueblo a otro.

Lo que más me preocupa de esta crisis es enfermar yo, porque si tengo que cerrar la farmacia muchos pueblos se quedarían sin servicio de atención farmacéutica. Y lo que peor llevo es estar sola en la farmacia. Esto nos pasa a muchos que no contamos con el apoyo de un equipo para que te animen cuando tienes momentos de bajón.

I RiuInma Riu Torrens
Farmacéutica comunitaria en Barcelona
De esta situación excepcional me quedo con tres cosas positivas. La primera, el equipo, que lo está dando todo para ofrecer su servicio a nivel de barrio y para que todo el mundo tenga su medicación. La segunda, el aspecto colectivo: nos ha servido para que, gracias a las redes sociales, pudiéramos contactar con farmacias de toda España y que en ningún momento estemos dando faltas de elementos básicos como pueden ser guantes, mascarillas o geles hidroalcohólicos. Y la tercera, como profesión: creo que ha sido un levantamiento para defender que somos profesionales sanitarios y que estamos al lado de la población.

D SarasketaDiego Sarasketa
Farmacéutico comunitario en Amorebieta-Etxano (Vizcaya)
La COVID-19 nos ha hecho cambiar la mayoría de nuestros hábitos. Las mascarillas, los guantes, limpiar las superficies… hacen que todo sea un poquito más complicado, pero creo que la gente se está comportando muy bien. El problema es que las colas son infinitas. Curiosamente, los domingos, como la gente no puede ir al supermercado, sólo se tiene la excusa de salir a la farmacia y estos días tenemos un trabajo terrible. Todos los farmacéuticos estamos al pie del cañón, la cruz verde nunca se va a apagar.

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