Farmamundi presenta «Adjumani: retratos de refugio, dignidad y convivencia», una exposición virtual que recopila las historias de vida de personas procedentes de Sudán del Sur refugiadas en el distrito de Adjumani, ubicado al Noroeste de Uganda. Se trata de una iniciativa de Farmamundi, en asociación con Emesco y financiada por la Agencia Vasca de Cooperación para el Desarrollo, en el marco del proyecto «Contribuir a garantizar la protección y el ejercicio del Derecho a la Salud de la población afectada por la crisis humanitaria consecuencia del conflicto de Sudán del Sur».

Esta exposición enseña las experiencias de superación, resistencia y lucha de 10 protagonistas: Poni, Aluel, Gune, Jork, Sabina, Okello, Geofrey, Ruba, Dudu y Alafi. Estos inspiradores relatos acercan al lugar y a las personas que la protagonizan y permiten conocer en primera persona sus sentimientos, sueños y motivaciones personales. Además, invitan a reflexionar sobre cómo la voluntad política y el compromiso por la salud global y los derechos humanos pueden facilitar y promover un mundo más justo y donde todos los seres humanos disfruten de un hogar.

«Esta muestra la hemos realizado con el objetivo de destacar las experiencias de superación, resistencia y lucha de estas personas e indagar, a su vez, en algunas buenas prácticas sobre el refugio y el valor que esto tiene para la defensa del derecho a la salud global, los derechos humanos y la equidad de género», ha explicado Trini Anguita, técnica de Farmamundi en Euskadi.

Datos sobre el refugio en adjumani y uganda

  • Uganda tiene en acogida a 1.494.505 de personas refugiadas, de las que el 61,6% proceden de Sudán del Sur (921.013 personas).
  • El 15,3% de estas personas viven en el distrito de Adjumani, siendo el segundo distrito del país en acogida de personas refugiadas, solo por detrás de Yumbe (con un 16%).
  • Los asentamientos de Adjumani acogen a un total de 228.797 refugiadas, casi la misma cantidad de personas que su actual población local (237.400 personas).
  • En Adjumani no existen zonas cercadas, ni muros, para la población refugiada, sino que viven junto a la población autóctona. Al llegar, las familias reciben terrenos para vivir y cultivar, y tienen acceso a los servicios sociales básicos en las mismas condiciones que la población local.
  • A la población refugiada también se le anima a integrarse con la población autóctona. De esta manera, se favorece la cohesión social y los lazos de vecindad entre grupos étnicos culturalmente diversos. Esta inclusión fomenta, sin duda, una sociedad más justa e igualitaria.
  • Uganda y Sudán del Sur son dos de los países considerados más pobres del mundo (con un IDH de 179 y 187 de 189, respectivamente) y con una corta esperanza de vida (60 y 57 años, respectivamente). En Adjumani, donde se encuentran refugiadas las personas de esta exposición, la esperanza de vida es de apenas 41 años.
  • Existe la falsa creencia de que los países ricos son los mayores receptores de personas refugiadas. Sin embargo, los datos demuestran que los países con menos recursos son los que acogen a un mayor número de personas.
  • Uganda en 2019 era el cuarto país receptor de personas acogidas, según ACNUR, a pesar de su tasa de pobreza y el colapso de su sistema sanitario por la gran incidencia de problemas de salud como la mortalidad materna, la desnutrición infantil, la malaria o el VIH, entre otros.
  • No obstante, los esfuerzos del país se están centrando en proteger el derecho a la salud de su población local y de las personas refugiadas, destinando sus limitados recursos a poner en marcha estrategias y acciones para garantizarlo.
Como sucede en Adjumani, la solidaridad internacional y la acción humanitaria son claves para asegurar el bienestar y la salud de todas las personas y poblaciones en situación de vulnerabilidad.

 

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