Cuando los farmacéuticos tratamos de explicar lo que podemos aportar a la sociedad, con frecuencia lo hacemos de una forma que no es que no nos entiendan, sino que a poca gente le importa.
A Guadalupe se le ha muerto el loro. Me lo contó el otro día, cuando nos vimos en la consulta a la hora que habíamos convenido. Después de treinta años de acompañarla en su soledad, un resfriado mal curado se lo llevó.