El quicio

La estrategia preponderante del sector en estos años se ha basado en reforzar el papel sanitario de la red de farmacias para justificar precisamente la bondad de esa red regulada y para, al fin y al cabo, poder mantener una regulación que, en cualquier caso, es más coherente con la realidad de una red sanitaria que con la de una red comercial especializada.

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El quicio

Los esfuerzos en esta dirección han sido enormes y, aunque con diferencias y matices, ha sido la voz cantante, la música de fondo que ha acompañado al discurso oficial. Sería injusto no valorar esta situación como un cambio radical. Sólo hace falta revisar el fondo y la forma de ese discurso oficial unos años antes.

Después de estos años, que ya suman más de una década, se oyen voces distintas que reclaman que ha llegado el momento de la concreción de ese discurso. Pasar de las palabras a los hechos, porque, más allá de la simple estrategia, existe una fuerza mayor, que es la vocación profesional y una manera concreta de entender el ejercicio de la profesión en una oficina de farmacia basada en el conocimiento profesional.

El sector se encuentra en un momento clave porque cada vez es más difícil evitar esas concreciones sin caer en la vacuidad de las palabras postizas, y porque las concreciones pueden comportar una cierta diferenciación entre distintos sectores que, aunque unidos en el discurso formalmente común, al menos tienen sensibilidades distintas. Mientras algunos quieren cambiar cuestiones esenciales en la forma y en el fondo de ejercer la profesión, otros no ven con simpatía grandes cambios.

Seguramente, como en muchas cuestiones en la vida, en el punto medio está la buena solución, por lo que es importantísimo que exista el diálogo entre las diferentes visiones. El debate siempre es fructífero si es sincero y leal, y siempre que quien tiene la oportunidad de dirigir el debate ejerza con inteligencia esa responsabilidad para mantener la situación en el quicio.

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