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  • Custer, el cretino

Levítico 19:26

«No comeréis cosa alguna con sangre. No seréis agoreros ni adivinos»

 

Ya entonces comer chuletón al punto estaba mal visto y también entonces se miraba con mal ojo a quien osaba predecir lo que el futuro les depararía. A los que desobedecían esos mandatos bíblicos se les tildaba de impuros o de hechiceros. Reservaremos el debate sobre la bondad o la maldad de comer carne para los políticos. Nosotros nos centraremos en esa pregunta que a menudo nos hacemos aun a riesgo de que nos incineren en la hoguera destinada a las brujas: ¿qué va a ser de nosotros?

Estos ejercicios de adivinanza dibujan decorados de cartón piedra que recuerdan a los clásicos wésterns, como aquel que describe la batalla de Little Bighorn, en el que, a pesar de la humillante derrota que los pieles rojas infligen a los casacas azules, se ensalza a la caballería como a héroes por haber caído con las botas puestas. No esperéis de mi épicos vaticinios; los años me van alejando de esas historias y cada vez más anhelo que la caída, si tiene que llegar, me coja con las pantuflas puestas, mejor que con las botas. Esas están reservadas para los héroes.

Espero un futuro menos heroico. El sector goza de una mala salud de hierro, y esa sensación de falsa seguridad aún refuerza más la idea de que cualquiera que intente escudriñar en los recovecos del futuro y en los peligros que se esconden en ellos es un agorero. Un falso profeta que solo es capaz de ver nubes grises en el horizonte o, lo que es peor aún, un quintacolumnista que con sus vaticinios busca resquebrajar el fuerte que nos guarda de las amenazas.

¡Qué equivocados están! Es imprescindible reflexionar sobre los escenarios futuros y analizar sin prejuicios las fortalezas y debilidades que tiene el sector para afrontar los años venideros con más éxito que lo hizo Custer. Él iba de sobrado y ya conocéis la historia, tuvo que hincar la rodilla y le robaron las botas.

Existen estrategias distintas para lograr un futuro mejor que el del engreído general, pero, sea cual sea la escogida, algunas condiciones son imprescindibles, y sin ellas no será posible conseguirlo. La primera, el equipo debe estar de acuerdo con la liga en la que se ha inscrito y tener las cosas claras desde el inicio; la segunda, tan importante como la primera, tener el total convencimiento de que todos los que visten la misma camiseta buscan la victoria con el mismo ahínco. Resumiendo, asegúrate de jugar solo con los que están convencidos del color de su camiseta, ya sea azul o roja.

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