Los líderes populistas ganan terreno y la razón se bate en retirada mientras asistimos al retorno de los brujos y demiurgios. Los analistas están desconcertados, las recetas de los políticos tienen un sabor añejo, rancio.
Me educaron, si puede aplicarse esa palabra a las enseñanzas que recibí, en un colegio religioso exclusivamente masculino, y, como en todos los escenarios en los que sólo hay hombres, el ambiente era áspero, descuidado y hosco.