Las farmacias no están exentas de ser víctimas de fraudes y engaños. Los delincuentes han desarrollado estrategias cada vez más sofisticadas para obtener de manera ilícita determinados medicamentos. En la mayoría de los casos, se trata de individuos que trabajan al servicio de mafias que precisan ciertos principios activos para la elaboración de drogas ilegales, aunque en ocasiones también se trata de personas que intentan adquirir productos para uso propio, como psicotrópicos u hormonas. A continuación, analizamos los fraudes más comunes y ofrecemos recomendaciones para prevenirlos.
Recetas falsas o falsificadas
El principal problema con el que se enfrenta la farmacia es la presentación de recetas falsificadas para obtener medicamentos, especialmente aquellos que están sujetos a un control especial, como opiáceos, ansiolíticos y psicotrópicos. Para las mafias resultan de especial interés clonazepam —con el que se fabrica la llamada «droga de los pobres» o «karkubi»— y zolpidem —que al ser mezclado con ketamina da lugar a la «cocaína rosa», también conocida como «tusi»—.
Los delincuentes pueden emplear distintas tácticas: falsificación manual o digital de recetas, uso indebido de membretes y firmas de médicos reales, o suplantación de la identidad de pacientes.
La receta electrónica ha reducido significativamente las falsificaciones, de modo que el problema reside básicamente en las recetas privadas en papel, ya sea en forma de talonarios y tampones médicos robados o como prescripciones escaneadas o fotocopiadas. Este problema podría solucionarse en gran parte con la receta médica privada electrónica (REMPe); sin embargo, a día de hoy aún no está completamente extendida y todavía se siguen utilizando recetas privadas en papel.
En algunos casos, esas recetas parecen legítimas a simple vista, pero contienen errores en datos como la numeración, la firma o la prescripción en sí misma, por tratarse de medicamentos que el facultativo no suele prescribir.
Fraudes con tarjetas sanitarias
Otro método habitual de engaño consiste en el uso fraudulento de tarjetas sanitarias ajenas para obtener medicamentos con cargo al sistema público. Esto puede suceder cuando alguien logra acceder a la tarjeta de un familiar, de un fallecido o incluso de un desconocido.
Pagos con tarjetas robadas
Otro timo común en las farmacias es el uso de tarjetas de crédito o débito robadas, que los delincuentes utilizan para comprar productos de alto valor. Una vez que la transacción ha sido aprobada, desaparecen sin dejar rastro. Por ello, le aconsejamos que desconfíe de individuos que entren en la farmacia con capucha o mascarilla, que se ponen para no ser identificados por las cámaras de seguridad.
Robo de medicamentos y estafas a proveedores
Las farmacias también pueden ser blanco de robos o fraudes en la adquisición de medicamentos. Algunos estafadores se hacen pasar por distribuidores oficiales y ofrecen productos falsificados o inexistentes a precios competitivos. No obstante, se trata de casos poco habituales.
En definitiva, los delincuentes han perfeccionado sus métodos, por lo que la prevención y la formación del personal farmacéutico resultan esenciales para evitar esos engaños. La colaboración entre farmacias, autoridades sanitarias y cuerpos de seguridad es clave para combatir estos delitos y proteger tanto a los profesionales del sector como a los pacientes/clientes.
