Uñas sanas y bonitas, un reto de todos

Las uñas pueden mostrar una gran variedad de alteraciones patológicas, algunas de ellas reflejo de enfermedades internas. Las onicomicosis son la patología ungueal por excelencia; sin embargo, hay también un gran número de alteraciones de origen diverso que, además del trastorno físico, generan un importante impacto psicosocial, aspecto no siempre suficientemente tenido en cuenta.

Todos conocemos la importancia de la comunicación no verbal y sabemos hasta qué punto nuestro aspecto desempeña un decisivo papel. Las manos y uñas ejercen de tarjeta de presentación a la hora de dar información de quiénes somos o qué valoramos, y debemos ser conscientes de que su buen aspecto no puede improvisarse, sino que sólo puede ser el resultado de un cuidado continuado que integre a la vez una buena salud y un aspecto agradable.

Según algunos datos extraídos de una reciente encuesta, el 70% de las personas asegura que el cuidado de las uñas es muy importante y entiende que unas uñas descuidadas o en mal estado pueden ser síntoma de una mala salud. No obstante, el 54% desconoce totalmente las enfermedades que las pueden afectar, e ignoran el origen de estos trastornos. Sorprende que un número elevado no considere necesario consultar a un especialista, y que sólo un 4% acuda regularmente a él. Una posible explicación a estos resultados es la percepción que tiene la población en general acerca del tratamiento de las enfermedades ungueales, ya que consideran que hay poco que hacer y, cuando sí puede hacerse algo, será a largo plazo. Pero en los últimos años ha habido avances considerables en este campo. Se han obtenido un mayor número de principios activos específicos para las uñas y, lo que es más importante, aplicados en vehículos óptimos que permiten una mayor penetración transungueal, y con ello una mayor eficacia. La consecuencia última de estos avances será lograr una mayor adherencia al tratamiento y, con ello, ganar en calidad de vida.

Es muy importante que la sociedad entienda que «llevar» unas uñas bonitas no siempre implica tenerlas sanas, y que acudir al esteticista con regularidad no garantiza que las uñas estén en condiciones idóneas de cumplir sus funciones. Conviene entender la necesidad de acudir siempre a un experto cuando se detecte algún cambio de color o morfología en las uñas. Por ejemplo, en dermatología la patología ungueal es motivo frecuente de consulta, tanto a nivel ambulatorio como hospitalario. Cada vez son más los pacientes que consultan por problemas en relación con sus uñas: onicosquicia, psoriasis ungueal, liquen plano, pigmentación de diferentes causas, onicomicosis, etc. En todas ellas, un tratamiento que corrija las distrofias de la lámina ungueal es adecuado, sea cual sea la patología asociada.

Las uñas sanas son lisas, fuertes y flexibles, sin manchas ni punteado, y muestran una pequeña lúnula blanca. Su dureza y resistencia se debe al alto contenido en queratina y en minerales como el azufre y la sílice. La flexibilidad depende del contenido acuoso y aumenta con la hidratación. Las uñas son 1.000 veces más permeables al agua que la piel, por lo que se dañan más fácilmente con su contacto frecuente y sin protección.

El proceso de crecimiento de las uñas es muy lento. La renovación total de las uñas de las manos tarda entre 3 y 6 meses, y las de los pies entre 6 y 12 meses. De ahí que cualquier tratamiento curativo comporte una larga duración.

Las uñas son una parte muy importante del cuerpo, ya que cumplen funciones básicas como proteger el extremo de los dedos y facilitar el rascado, así como funciones más complejas para reforzar la estabilidad al estar parados y propulsar el dedo al caminar. Su localización en los extremos de los dedos las somete a numerosas agresiones y traumatismos, y las hace sensibles a infecciones y a problemas circulatorios. Además, las distrofias ungueales son más frecuentes en fumadores.

El término «distrofia ungueal» se otorga a cualquier anomalía de color, forma, textura o espesor observada en las uñas de las manos o los pies; entre ellas, las más comunes son:

• La hiperqueratosis o uña engrosada, que puede producirse por agresión mecánica con el uso de calzado inadecuado, por agentes infecciosos como hongos o bacterias, o por ciertas patologías como por ejemplo la psoriasis, entre las más comunes.

• La onicosquicia o uñas frágiles y quebradizas son más frecuentes en invierno y en mujeres; se caracteriza por la exfoliación distal y la separación lamelar de las capas de la lámina ungueal en el borde libre. Los agentes irritantes, los detergentes y la excesiva exposición al agua exacerban esta patología.

• La onicólisis, que consiste en la separación de la lámina del lecho ungueal subyacente. Se produce cuando se interrumpe la adhesión entre la lámina y el lecho ungueal por traumatismo, agua o enfermedad de lecho ungueal. La uña mantiene un aspecto blanquecino a causa del aire existente bajo la lámina. Este tipo de distrofia se asocia a psoriasis, onicomicosis, síndrome de la uña amarilla, dermatitis de contacto, medicaciones, trastornos endocrinos y carcinoma, así como a numerosas causas ambientales. Es importante la derivación al especialista ya que, una vez producida la separación, el espacio creado bajo la lámina suelta puede sufrir infección secundaria con facilidad.

• El término «leuconiquia» describe las uñas de coloración blanca. Esto puede ocurrir debido a alteraciones de los propios queratinocitos de la lámina ungueal (leuconiquia verdadera), o a alteraciones en el lecho ungueal, en la matriz o en el hiponiquio (leuconiquia aparente), lo que da a la uña la apariencia blanca característica de la lesión. Una de las leuconiquias comunes es la punteada, y es el resultado de un trauma menor en la uña; ocurre frecuentemente durante la manicura, y las lesiones suelen desaparecer al crecer la uña. Cuando no es por trauma, es importante la derivación al especialista ante este tipo de anomalía, ya que se ha observado en algunos pacientes con enfermedades orgánicas graves, como disfunción hepática, cardiopatías e insuficiencia renal.

• Psoriasis ungueal. Cerca del 50% de los pacientes con psoriasis cutánea presentan alguna anomalía en las uñas. En algunos casos, es la primera manifestación de la patología en todo el cuerpo, mientras que en otros podría presentarse como única alteración. El signo característico o más común son los pitting (hoyuelos) irregulares, que deben hacer pensar en la afectación de la matriz. En la psoriasis ungueal también puede observarse leuconiquia, manchas rojas en la lúnula, manchas en aceite, hiperqueratosis, hemorragias en astilla, onicólisis y otras rugosidades. En pacientes con artritis psoriásica, la afectación del aparato ungueal puede llegar al 70%, y presentarse antes del inicio de la artritis.

Además de la psoriasis, existen otras enfermedades de la piel que afectan a las uñas, como es el caso del liquen plano (en el que un 2-11% de los pacientes sufren este tipo de anomalía), la alopecia areata, los eccemas o la enfermedad de Darier.

Por otro lado, se han identificado numerosos medicamentos y tóxicos como agentes causantes de algunas alteraciones ungueales:

– Quimioterápicos. Pueden reducir el tiempo de crecimiento ungueal.

– Antibióticos. Dentro de este grupo las tetraciclinas son uno de los fármacos que origina más trastornos ungueales.

– Los betalactámicos, sulfamidas y quinolonas también pueden provocar alteraciones, en especial si el paciente toma el sol cuando está en tratamiento.

– Los antipalúdicos pueden provocar hiperpigmentaciones.

– Otros fármacos, como los anticoagulantes, antidepresivos tricíclicos, antirretrovirales, antiepilépticos, betabloqueadores, ciclosporina, fenotiacidas, sales de litio, sulfonas, psoralenos y retinoides, también pueden provocar anomalías ungueales.

 

Tratamientos

En todas las distrofias ungueales, un tratamiento que corrija las anomalías de la lámina ungueal es adecuado, sea cual sea la patología asociada.

Por sus peculiaridades anatómicas, la uña suele presentar escasa respuesta a la mayoría de fármacos disponibles. A la hora de tratar la uña, es muy importante el excipiente o el vehículo que, podríamos decir, se convierte en principio activo y es básico para garantizar la penetración transungueal de los principios activos. Mediante estudios clínicos, se ha demostrado que las lacas son el vehículo más adecuado para su tratamiento. Actualmente, en nuestro arsenal terapéutico disponemos de una laca hidrosoluble (Betalfatrus®) con hidroxipropil chitosán, un excelente transportador para principios activos con alta afinidad a la queratina, como son el extracto de Equisetum arvense, fuente de sílice orgánico y sales minerales, y el metilsulfonilmetano, fuente de azufre orgánico. Su efectividad clínica quedó constatada al disminuir los grados de afectación de la uña en pacientes con psoriasis ungueal (NAPSI), mejorar la apariencia, favorecer el crecimiento natural de la uña y reducir las grietas ungueales. A esto hay que añadir la excelente tolerancia al tratamiento al ser hidrosoluble, no dejar brillos, no requerir eliminación y pasar totalmente desapercibida.

Un tratamiento para las uñas debe estar apoyado por estudios clínicos de eficacia; es conveniente utilizar terapias indoloras, fáciles de aplicar, que resulten lo más cosméticas e invisibles posible, especialmente si hay que usarlas en niños y hombres, por la imagen asociada a la aplicación de las lacas y otros preparados. Sólo así conseguiremos adhesión a la terapia, ya que se trata de un tratamiento continuado que, como sabemos, debe ser constante y prolongado, incluyendo periodos de mantenimiento para evitar brotes.

Para lograr y mantener unas uñas sanas y bonitas, es bueno seguir unos hábitos saludables: una buena higiene, cortarlas frecuentemente con instrumentos adecuados (lima, cortaúñas, tijeras en punta roma...), darles forma recta para evitar pequeñas lesiones, hidratarlas de forma adecuada, extendiendo el producto por toda la lámina ungueal y, en aquellos casos en los que, por la edad o por la exposición a productos agresivos, las uñas puedan estar más castigadas, deberemos utilizar productos específicos para reestructurarlas y remineralizarlas. Siempre que sea posible, protegeremos nuestras manos y pies con guantes y zapatillas, se evitarán manicuras agresivas que recorten o traumaticen la cutícula, así como el empleo repetido de esmaltes y otros cosméticos.

Hemos abordado, someramente, los dos aspectos que confluyen en la imagen óptima de las uñas, y hemos insistido en que a ambos debemos dedicar atención constante y continuada; sólo así conseguiremos el aspecto y la salud que perseguimos. Éste es también nuestro reto. j

 

Bibliografía recomendada

Baran R, Dawber RPR, Tosti A, Haneke E. A text atlas of nail disorders. Londres: Martin Dunitz, 1996; pp. 1-15.

Ribera M, Casanova JM. Patología ungueal. FMC. 2000; 7: 362-377.

Sánchez-Regaña M, Katsambas A, Ocampo J, Domínguez J. Distrofias ungueales. 2.ª ed. Barcelona: Spanish Publishers Associates, 2009.

Sánchez-Regaña M, Umbert P. Aspectos diagnósticos y terapéuticos de la psoriasis ungueal. Actas Dermosifiliogr. 2008; 99: 34-43.

Urbina F. Atlas de diagnóstico diferencial en dermatología. Mediterráneo. 2008; 41: 486.

Web de Laboratorios Isdin: http://www.unasanas.com

 

Criterios de derivación desde la oficina de farmacia

Cuando se opta por la consulta a un dermatólogo, la patología ungueal es el motivo más frecuente de preocupación y, entre ellas, cabe destacar:

• Uña engrosada (hiperqueratosis).

• Uña levantada del lecho ungueal (onicólisis).

• Surcos transversales en la uña (líneas de Beau), que pueden ser provocadas por una cirugía, por reacción alérgica a medicamentos o por enfermedades sistémicas graves.

• Uñas en vidrio de reloj (acropaquia): aumento de la curvatura transversal y longitudinal de la uña, que se asocia sobre todo a trastornos pulmonares, enfermedades cardiovasculares o enfermedades digestivas, entre otras.

• Uñas en cuchara (coiloniquia), cuya asociación sistémica más común corresponde al déficit de hierro y a la hemocromatosis.

• Surcos longitudinales, que se producen por una lesión que ha ocupado un espacio en el pliegue ungueal por encima de la matriz (en estos casos, el tratamiento suele ser quirúrgico).

• Cambios en la coloración.

• Sospecha de infecciones.

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