Pérdida de peso en patología cardiovascular

Myers J, Lata K, Chowdhury S, McAuley P, Jain N, Froelicher V. The obesity paradox and weight loss.

Am J Med. 2011; 124: 924-930.

La pérdida de peso se asoció a una mayor mortalidad, y la ganancia de peso se asoció a una reducción de la mortalidad cuando ambos grupos se compararon con individuos que no variaron su peso. Parece confirmarse la paradoja de la obesidad, que podría ser explicada mediante una combinación de pérdida no intencionada de peso relacionada con enfermedad oculta y un efecto protector de la ganancia de peso.

La obesidad es un factor mayor de riesgo cardiovascular, y se ha demostrado que, entre otras cosas, reduce la supervivencia media. Sin embargo, recientemente se ha publicado la existencia de la paradoja de la obesidad, por la que individuos con patología cardiovascular que presentan sobrepeso u obesidad tienen mejor pronóstico que aquellos con peso normal.

Con el fin de determinar la influencia de la buena forma física y los cambios en el peso sobre la mortalidad cardiovascular y por cualquier causa, un grupo de investigadores californianos ha llevado a cabo una investigación en el seno de un estudio de mayor ámbito (el Veterans Exercise Testing Study, VETS). Para ello, se midió el peso de 3.834 hombres (de 59 años de edad media y 200 libras [91 kg] de peso medio) en el momento de derivarles hacia un test de ejercicio, a quienes se pesó una segunda vez, con ocasión de una evaluación clínica, al cabo de una media de 7 años después. En dicho tiempo murieron 314 pacientes, 72 de ellos por causa cardiovascular.

Los supervivientes ganaron una media de 0,39 ± 6 libras por año, mientras que los que murieron habían perdido una media de 2,0 ± 9 libras por año. Así, la tasa anual de mortalidad fue menor entre los que ganaron peso que entre quienes perdieron peso (0,8 frente al 1,7%). Además, los pacientes que perdie­ron peso presentaron mayor tasa de mortalidad debida a insuficiencia cardiaca y cáncer, mientras que los que lo ganaron tuvieron mayores tasas de trastornos gastrointestinales.

Los resultados parecen indicar que la paradoja de la obesidad es parcialmente atribuible a enfermedad oculta, la cual contribuye a una pérdida de peso no buscada, asociada también a una pérdida de masa muscular. La pérdida de peso es un factor de riesgo para la mortalidad de cualquier causa. Si ello es una consecuencia de alguna patología no detectada, el resultado final puede ser la muerte. El seguimiento estrecho de pacientes mayores, conociendo sus hábitos y estilo de vida (como ocurre habitualmente en la farmacia) puede ayudar a detectar precozmente problemas ocultos. Una pérdida de peso en individuos aparentemente sanos puede ser un buen motivo para derivar al paciente al médico. Posiblemente, una actuación conjunta con otros profesionales sanitarios contribuiría a reducir la paradoja planteada.

 

Seguridad de uso con los antiinflamatorios

Trelle S, Reichenbach S, Wandel S, Hildebrand P, Tschannen B, Williger S, et al. Cardiovascular safety of non-steroidal anti-inflammatory drugs: network meta-analysis. BMJ. 2011; 342: c7.096.

Hay escasa evidencia que sugiera que los antiinflamatorios no esteroideos son seguros en términos cardiovasculares. Naproxeno parece el menos dañino. Por todo ello, cuando se prescriban estos medicamentos es preciso considerar el riesgo cardiovascular.

En el manejo del dolor en procesos inflamatorios, la utilización de antiinflamatorios no esteroideos (AINE) es un hecho muy habitual. Por ello, este conjunto de medicamentes se halla entre los veinte más utilizados en nuestro país en 2010. Los problemas gastrointestinales han sido siempre las reacciones adversas más conocidas. Sin embargo, no fue hasta tiempo después de la introducción de los inhibidores selectivos de la ciclooxigenasa-2 (COXIBS) que se planteó un nuevo tipo de reacción adversa peligrosa para los antiinflamatorios: el incremento del riesgo cardiovascular. Su primer estudio en profundidad llevó a la retirada de la comercialización de rofecoxib.

Desde entonces, se ha investigado bastante acerca del potencial aumento del riesgo cardiovascular asociado a los COXIBS, y la cuestión se amplió a otros antiinflamatorios: ¿podrían otros AINE presentar también dicho riesgo? En la Universidad de Berna se ha llevado a cabo un metaanálisis con 31 ensayos clínicos que analizaron la utilización de cualquier antiinflamatorio buscando, como resultado principal, la incidencia de infarto de miocardio. En dicha investigación, 29 ensayos ofrecían información sobre los infartos: 554 casos.

El análisis estadístico de estos episodios ofreció información importante. En todos los casos, el riesgo cardiovascular fue mayor que con placebo. En el caso de rofecoxib, lumiracoxib, ibuprofeno y celecoxib, se observó un mayor incremento del riesgo cardiovascular (112, 100, 61 y 31%, respectivamente). Se analizó también la incidencia de accidente cerebrovascular, que fue siempre mayor con cualquier fármaco que con placebo, especialmente con eterocoxib (307%), diclofenaco (298%), ibuprofeno (139%) o celecoxib (107%).

Parece claro que la utilización de AINE debería hacerse con mayor precaución de lo que se viene haciendo habitualmente. La percepción de la población de que son medicamentos seguros y fiables hace que su consumo pueda ser, quizá, mayor de lo necesario, más aún teniendo en cuenta que alguno de ellos se adquiere sin necesidad de prescripción médica. Los problemas descritos en el metaanálisis de referencia implican que los AINE no deberían utilizarse en personas hipertensas (la hipertensión en sí misma es un factor de riesgo para el accidente cerebrovascular). Asimismo, tampoco deberían utilizarse en individuos con un riesgo cardiovascular alto. El objetivo debe centrarse en la reducción de la morbimortalidad asociada a estos medicamentos. El farmacéutico tiene ante sí un nuevo reto para mejorar la utilización de estos fármacos, tan ampliamente consumidos.

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