Oktoberfest

Viendo el título pensarán que llegamos un poco tarde. ¡Qué demonios! Que llego un poco tarde, que la culpa es solo mía, pero como se dice ahora en los mundillos políticos, en ese neolenguaje que usan algunos para tratar de pastorearnos, no es por mí, son las circunstancias. La diferencia entre esa afirmación política y la mía es que una es verdad

Oktoberfest
Oktoberfest

No digo cuál. Ahora que se han apagado las luces y hemos vuelto a desaparecer de las primeras páginas de los periódicos y de las tertulias radiofónicas, tenemos que seguir vendiendo las bondades de nuestra burra. De nuestra nueva burra para ser más correctos. Desde este pequeño pero constante foro reivindicativo del Erasmus no quiero dejar de recordar que, de momento, hemos salvado este partido, o sea el dinero para este año (no sin susto final todo sea dicho), pero que el futuro está aún por defender. Desgraciadamente no podemos dar aún por segura la ayuda para el curso siguiente, ni mucho menos para dentro de dos, aunque dentro de lo malo debemos tener en cuenta que gozamos del amplio apoyo de estudiantes, docentes y gran parte de la sociedad en general. En el fondo, reconforta saber que apoyan la beca, aunque se hable muchas veces del Erasmus en tono de chanza.
Por otro lado, hay que seguir hablando un poco más del programa nuevo, de ese Erasmus+ que comentamos en profundidad hace un par de entregas. Aunque nosotros tratamos este tema en octubre, y ya íbamos con retraso, el aumento del presupuesto no se aprobó en el Parlamento Europeo definitivamente hasta el pasado 19 de noviembre, y la firma y la publicación definitiva de la convocatoria, que será válida para los próximos 7 años, se firmó la semana pasada, el 11 de diciembre. Todo este percal ha retrasado mucho la firma de los nuevos convenios y los socios participantes, es decir las universidades (al menos en lo que nos ocupa, que ya saben que Erasmus va más lejos) se han encontrado con muchos problemas tanto para renovar como para encontrar nuevas vías de colaboración (aquí la historia tiene un poco de componente personal). En cualquier caso, se debe criticar la improvisación y la falta de tiempo con la que se ha trabajado, que solo puede perjudicar a los de siempre. Ya saben a qué me refiero. El margen que desde Bruselas se ha dado a los centros es escasísimo, aunque es cierto que desde todos lados se han hecho grandes esfuerzos por seguir, como poco, al mismo nivel que el año pasado. Desde luego, todas esas novedades de las que se hablan en los papeles (¿mojados?) del Erasmus+ de abrir fronteras y salir de Europa, me temo que tendrán que esperar al menos al curso siguiente (2015-2016).
Pero en fin, que sigue la música, así que debemos seguir bailando. Hoy les quiero pedir que me acompañen a un viaje que tiene parte de sentimental y parte de Erasmus. Hoy vamos a irnos a Alemania, algo que habrán imaginado con el título. Digo que tiene parte de sentimental, porque yo aprendí alemán en el colegio; todas las asignaturas, desde la geografía a la historia, hasta las matemáticas o la educación física y el teatro, eran en alemán. Relaciono tontamente el alemán con la felicidad, que es lo que es la infancia; con canciones, recreos, partidos multitudinarios de fútbol y obras de teatro. Tardé tiempo en darme cuenta que los germano parlantes no se dedicaban solamente a cantar Alle meine Entchen, a pasear la Laterne o a interpretar los textos de Berthold Brecht. Hasta que no estuve algo más talludito no visité nunca Alemania, y vi lo que realmente se cocía. Cuento esto para intentar crear un vínculo con ustedes: ahora que me imaginan cantando canciones de patitos y moviendo el farolillo ese encendido en mitad de la noche, y me tienen la suficiente lástima para seguir leyendo, les vendo mi moto, que hoy no es otra que la capital bávara, Múnich (München, si se proponen ya ir aprendiendo los intríngulis locales). Como esto es mitad viaje, mitad hablar en alemán, les cuento primero que Baviera (y bávaro) en alemán se dice Bayern. Así que empezamos esta visita a Múnich por el fútbol (que yo siempre lo veo como una ventaja): su mundialmente conocido club de fútbol sería el Múnich bávaro, que visto así no les sonará mal, pero que es como el Sevilla andaluz o el Barcelona catalán. Siendo farmacéuticos no confundan este Bayern, el de Múnich, con el Bayer de Leverkusen, que es el equipo de la farmacéutica Bayer, ¡que esto es de primero de carrera, por Dios! Pero dejemos el fútbol para conocer la ciudad. Es la tercera más grande de Alemania, una de las tres que supera el millón de habitantes. De las ciudades importantes de Alemania es la más meridional, lo cual no quiere decir nada bueno, porque está muy cerca de las montañas y suele llover y hacer frío en invierno, verano y fiestas de guardar. Solamente podrán optar a Múnich ahora mismo los estudiantes de Barcelona y Santiago de Compostela, aunque confío en que con el tiempo y ahora que conocemos de verdad las reglas para jugar a Erasmus+ puedan abrirse nuevos convenios (aquí también hay una parte personal). La Technische Universität cuenta con una amplia tradición en recibir estudiantes de otros países; un 20% de los más de treinta mil estudiantes que hay son extranjeros. Prueba de esta preparación es que su página web figura en varios idiomas y ofrece todo tipo de información acerca de la ciudad, de dormir, de estudiar, etc. Aunque estén muy preparados, hay muchos estudiantes en la ciudad, de todos lados y todos están en busca de alojamientos como hienas carroñeras. Tal es la demanda, que para alquilar habitaciones los caseros se permiten el lujo de hacer un casting, con todos los inquilinos al tiempo, para elegir al más idóneo. Aun así, nada es imposible, hay pisos, y entiendo que ustedes son potenciales ganadores en esas molestas selecciones (uno de los sitios más normales para buscar habitaciones es este). La opción residencia puede ser más apetecible, además, viajan al primer mundo; las residencias alemanas son el Villa Magna del Paseo de la Castellana de Madrid. Mis informes me hablan maravillas de Studentenstadt Freimann, la ciudad estudiantil de Freimann, en nuestra clase de alemán. Es el complejo estudiantil más grande de Alemania donde viven 2.500 estudiantes. Creo que con eso está todo dicho, pero además la ciudad se autogestiona. Es decir, el control, el gobierno, es de los estudiantes, que para cada piso o cada casa (hay 14 de varios tamaños) eligen un portavoz que es el que recoge las propuestas y da la cara en los controles de cara a las instituciones. Se organizan acividades culturales, exposiciones, conciertos, fiestas y todo por parte de los alumnos. La StuSta es algo así como el paradigma del Erasmus. El primer mundo, háganme caso. Aunque esto también es parte de los inconvenientes. Múnich no es una ciudad especialmente barata. No me refiero solo al alojamiento (la residencia puede rondar los 400 €), sino al conjunto. La comida es más cara que, que sé yo, en el sur de Italia, pero más barata que en el centro de París. En cualquier caso, se cumple algo que siempre hablamos ustedes y yo; ciudad grande, cara, ande o no ande. Por otro lado, como son ustedes estudiantes, pues se pueden acoger a las ventajas que tienen los alumnos alemanes, que tienen muchos descuentos, por ejemplo en el transporte. Otra desventaja, aunque yo no creo que sea tal, y por la que vamos a pasar de puntillas, es que no existe una Facultad de Farmacia entre nuestros convenios, sino que se aceptan estancias en laboratorios en la Facultad de Química; pero créanme, la desventaja es no tener a Múnich en el catálogo. Expuesta la información básica, Múnich presume de museos, de ser la sede de muchas de las mayores empresas de Alemania (Siemens o BMW), de la ópera, de un centro histórico precioso (la Marienplatz es impresionante) y de los parques. Como nosotros somos gente de parques, no dejen de visitar el Englischer Garten, o sea en la lección tres de este curso acelerado, el Jardín Inglés. Es largo como un día sin pan. Si son de andar les viene bien, y si no, pues cojan sitio, es enorme. Una tradición muy alemana, pero especialmente muy bávara (¿recuerdan cómo era en alemán?), que surge en cuanto sale un poquito el sol, que allí están escasos, es la de acudir a un Biergarten (en castellano no tenemos de eso, pero sería como Jardín de la Cerveza), y aquí ya empiezo a enlazar con el título de esta retahíla. Son como una especie de merenderos al aire libre, con sus mesas corridas y sus bancos, donde se sirve comida alemana típica y se bebe cerveza (aunque no es obligatorio ¡eh!). Pues sí, los muniqueses (¡oh sorpresa!) beben cerveza. Como en todos lados seguramente, pero no en todos lados tienen una fiesta de la cerveza tan, tan, tan famosa. La Oktoberfest (fiesta de octubre, que esto ya está fuera de la clase) comienza a celebrarse a principios del siglo XIX y la excusa fue la boda del Luis I de Baviera. Tras la boda invitaron al pueblo a celebrarlo durante cinco días seguidos y, claro, tuvo éxito. Tanto éxito, que lo fueron adelantando y ahora se celebra en septiembre, que hace mucho menos frío. La Oktoberfest es un poco Septemberfest, el solecito tira mucho. No es lo más importante de su Erasmus, pero desde luego va a ser un debut con picadores para unos novilleros recién llegados a tan ilustre plaza.
Hay otras opciones bávaras en nuestro catálogo, a las que espero lleguemos otro día, pero de momento vivan esta fiesta, como se vive octubre siendo estudiante. Porque así es octubre en la universidad. Un poco Oktoberfest eterno.

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