El momento de elegir dónde realizar las prácticas es casi el sumun de la carrera, pues se vislumbra el final de una larga lucha contra parásitos, bacterias, hongos, fármacos, dianas, principios activos, vías de administración, ungüentos, cápsulas, colirios y demás historias que todos conocen. Una opción muy recurrente, sobre todo entre aquellos que consiguen tener todos esos conceptos al día y llevan la carrera a curso por año, es usar el Erasmus como guinda del pastel y realizar las famosas prácticas tuteladas en el extranjero. Yo tengo sentimientos encontrados con (o contra, mejor dicho) las prácticas tuteladas. Sobre el papel son una gran idea y permiten mantener la romántica idea, que algunos aún queremos mantener, de que la farmacia, la botica en este caso, es un oficio y se enseña de maestros a alumnos. Pero la cruda realidad muestra muchas diferencias entre unas farmacias y otras, este hospital o el de más allá, e incluso entre las opciones que pueden elegirse entre las distintas facultades de España. Sin ánimo de generalizar, sobre todo porque esta no es la tribuna para hablar de ese tema, pueden ser unos afortunados, o el último mono de una larga serie de escalafones. Esta situación les pasa aquí, en casa, así que no quieran imaginarse la aventura a la que se enfrentan aquellos que se van al extranjero, donde ya per se, uno por el simple hecho de ser estudiante Erasmus, pinta menos que uno que pintaba muy poco.

Para tratar de evitarles un descalabro mayúsculo en su elección, voy a hablarles de algunos sitios, que desde hace ya muchos años están acostumbrados a recibir alumnos Erasmus en sus hospitales, y dónde no serán parte del mobiliario.

Cabe destacar antes de empezar que en la gran mayoría de los sitios (casi me atrevería a decirles que todos, pero para no pillarme los dedos, les dejo la puerta abierta) las prácticas en el extranjero serán en un hospital. Piensen que la legislación farmacéutica no es igual en todos los países europeos, y el modelo farmacéutico español, tan defendido aquí, no tiene tantos amigos en el resto de Europa, donde conviven modelos similares al nuestro (Francia o Italia) o el ejemplo contrario (Reino Unido). Además, el factor del idioma también ha contribuido a aislar a los estudiantes a los hospitales. Las farmacias que pueden acoger estudiantes, son las francesas o italianas, , y no suelen querer aceptar alumnos que no tengan un dominio total del idioma, cosa que no suele darse. De manera que han sido las ciudades con hospitales universitarios, es decir las de más tradición, las que al final han acabado absorbiendo el flujo estudiantil. Explicado lo técnico, vamos con los ejemplos.

 

Perugia (Italia)

Lamento comunicarles que a partir de este punto la historia va a estar un poco alejada de la realidad. Yo fui Erasmus un día como habrán imaginado ya, y lo fui precisamente aquí, en Perugia. Cada estudiante Erasmus piensa que su ciudad es la mejor y yo no soy una excepción. Quizás por eso he querido hablar de ella en el apartado de las prácticas tuteladas, pues aquella faena la vi desde la barrera y creo por ello, poder decir que voy a mantener la objetividad.

Perugia posee un hospital universitario justo pegado a la Facultad de Farmacia, donde se han llevado a cabo prácticas tuteladas durante muchos años. Por sus instalaciones han pasado a lo largo de estos años, estudiantes españoles de muchas universidades que han disfrutado, en la farmacia ospedaliera,del buen trato recibido. Lejos de estar condenados al ostracismo han alternado tareas de laboratorio, preparación de medicamentos estériles y análisis microbiológicos, con otras tareas más propias de la gestión de una farmacia hospitalaria, completando así un ciclo formativo bastante productivo. De un tiempo a esta parte, si no recuerdo mal desde el curso 2008/2009, a esta céntrica localización hay que sumarle el nuevo hospital de la ciudad, ubicado en el periférico barrio de Silvestrini y de homónimo nombre. Las vetustas instalaciones del antiguo hospital, se han claramente mejorado en el nuevo hospital, tapando así una de las pocas carencias que presentaban las prácticas tuteladas en Perugia.

Normalmente, después de explicarles la parte académica, trato de venderles la ciudad. La pena es que no pueda hacerlo cara a cara, con un café/caña delante, porque si me viesen la cara cuando hablo de Perugia, verían cómo se me cae la baba a mares, y eso terminaría de convencerles. Perugia es la capital de la Umbria, se encuentra a medio camino entre Roma y Florencia. Es una montaña rusa de escaleras y cuestas, pues Perugia, o el centro histórico, descansa en lo alto de una colina y para ir de unos sitios a otros hay que llevar las piernas bien entrenadas. Ni el vídeo de gimnasia de Jane Fonda, ni el de Cindy Crawford ni nada de nada, mucho mejor andar por Perugia (para los nacidos en los noventa este chiste no tiene sentido). Van a echar gemelos, pero merecerá la pena. Cuando lleguen a la cima, al centro, se encontrarán con Corso Vanucci arteria principal de la ciudad que une la Plaza de Italia con la Plaza de la Catedral, centro neurálgico de los miles de estudiantes que hay en Perugia (según mis incesantes conteos, uno de cada cinco habitantes es estudiantes). Las escaleras de dicha plaza se llenan tanto de noche como de día de gente.

Si quieren saber qué se cuece en Perugia, no pueden faltar. Pese a ser una ciudad relativamente pequeña, posee una gran y diversa oferta cultural; las ferias y conciertos se agolpan en torno a las direcciones antes mencionadas prácticamente todos los fines de semana del año. Destacan especialmente dos: el Umbria Jazz, festival de música como ya habrán deducido los más linces, que tiene lugar a principios del verano (aprovechen la escusa para alargar la estancia) y el Eurochocolate, una feria de homenaje, casi culto, al producto estrella de la ciudad. En mi opinión, esta segunda quizás esté algo sobrevalorada, pero piensen también que me sacan de la tableta roja de Nestlé y todo me sabe a lo mismo. Podría hablarles horas, días, semanas y años de Perugia y todo me parecería poco así que agarren la mochila que seguimos.

 

Portugal

Es sin duda el patito feo del Erasmus. Hay quien alega que lo que pretende es irse lejos, otros, los nuevos ricos, lo ven como el hermano pequeño y pobre, otros alegan que el portugués no sirve para nada. Hay de todo, y todo falso. Bueno no, la distancia no, eso es inamovible. Si bien es cierto que, pongamos Helsinki, está más lejos de Salamanca que Lisboa, no es menos cierto, que en el tema que nos ocupa, los portugueses tienen las prácticas tuteladas mucho más conseguidas. Son en mi humilde opinión, las mejores prácticas tuteladas que vamos a encontrar dentro del programa Erasmus. El farmacéutico en Portugal, está un escaloncito por encima que en otros países de la Unión, y su papel no se limita al encierro en su parcela y la gestión de la entrada y salida de medicamentos. En Portugal, el farmacéutico acompaña al médico en sus visitas a planta. Si bien es verdad que a ustedes el primer día no les van a echar a los leones, con un poco de espíritu, dedicación y buen trabajo es más que seguro que al final sus tareas no se limitarán sólo a conocer el mundo de la farmacia que les enseñan, por ejemplo, en la citada Perugia sino que se adentrarántambién en el funcionamiento más auténtico del hospital, los tratamientos y lo más importante en todo este asunto: los pacientes.

No quiero personalizar esto en ninguna ciudad en concreto; en el pasado les hablé de Oporto, a quien pueden aplicar estas líneas, pero también a Lisboa o la medieval Coimbra (equivalente portugués de Perugia). Además, y esto ya se lo dije precisamente el día que hablamos de Oporto, el portugués es un idioma emergente en este mundillo de la farmacia, por la importancia creciente de Brasil y su más que probable puesto en la primera línea económica en los próximos años. La vieja Europa debe mirar a esos mercados, no lo olviden, que nuestro modelo ya está agotado.

Me desvío. Ha debido ser el sueño de volver a verme en Perugia aunque sólo sea por unos minutos. Cualquier estudiante Erasmus podrá confirmarles que el Erasmus tiene mucho de sueño, del que se despierta o no, y por el que merece la pena cerrar los ojos a veces, para revivir sensaciones.

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