Otros autores: Viana M, Moragrega N, Pescador A, Ortega M, Sagasti, M

Dirigido por: Rivas Martín A, Vasco Encuentra F.

Profesores Asociados. UAH.

 

Resumen

Introducción: La depresión es una patología crónica con una elevada prevalencia y una incidencia en aumento. El mecanismo fisiopatológico más aceptado implica la depleción de neurotransmisores, además de una afectación neurofisiológica en determinadas regiones específicas del cerebro. El tratamiento farmacológico se ha demostrado eficaz hasta en un 90% de los casos, pudiendo requerir combinación con diferentes tipos de fármacos antidepresivos, o coadyuvantes. Frecuentemente, aparecen efectos adversos previos a la mejoría (que a veces se retrasa hasta la tercera o cuarta semana).

 

Objetivos: Determinar la importancia de la intervención del farmacéutico en la depresión, mediante la detección de casos potenciales y su derivación al médico, la colaboración activa en la adhesión al tratamiento, la detección de posibles PRM y la educación sanitaria.

 

Materiales y métodos: Estudio descriptivo observacional de corte transversal, desarrollado en ocho farmacias tutoriales (contactamos con 80 pacientes, 57 de los cuales aceptaron participar en el estudio). Población diana: pacientes que solicitaban medicamentos o consultaban al farmacéutico. Materiales utilizados: Protocolo de actuación (unificación de actuación entre farmacias), carteles informativos, trípticos, hojas informativas y encuestas (realizadas previo consentimiento informado del paciente).

 

Resultados: En el 96% de los casos fue el propio paciente el que acudió a la farmacia a solicitar su medicación. De estos, el 67% eran tratamientos de continuación, el 26% inicios de tratamiento, y en un 7% realizaron consultas atraídos por los carteles. De la población estudiada, un 46% se encontraba en el rango de edad entre los 45 y los 65 años, y un 28% era mayor de 65. El 40% tenía formación universitaria. Los fármacos antidepresivos más solicitados fueron los ISRS (citalopram, paroxetina y fluoxetina) combinados con tratamientos coadyuvantes (BZD). Los efectos secundarios más frecuentes fueron sequedad de boca, alteraciones del sueño, cambios de humor, ansiedad y problemas digestivos. En el 80% de los casos no existió interrupción del tratamiento, mientras que en un 20% se interrumpió durante más de una semana. Las interrupciones se debieron en un 65% a la infravaloración de la propia enfermedad, el 21% por notar una mejoría aparente, y el 14% debido a los efectos secundarios. En un 83% de las intervenciones, realizamos una dispensación informada. Sin embargo, se consideró necesario dispensar y derivar al médico en un 7% de los casos, no dispensar y derivar en un 3%, y recomendar terapia alternativa a aquellos pacientes que acudieron sin previo tratamiento a realizar consulta (7%). La valoración media de la actuación del farmacéutico en pacientes con depresión fue de 4 sobre 5.

 

Conclusiones: La implicación activa del farmacéutico comunitario en depresión puede contribuir a mejorar la calidad de vida del paciente depresivo a través de una correcta utilización de los medicamentos, generando un equipo entre médico-paciente-farmacéutico, cuyo objetivo es mejorar la salud del paciente.

 

(Ver trabajo completo en PDF).

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