La alergia a las proteínas de la leche de vaca (APLV) es una respuesta inadecuada del sistema inmunitario a las proteínas de la leche, que puede estar mediada o no por IgE o ser de origen mixto.

La leche de vaca contiene más de 40 proteínas distintas, que pueden actuar como alérgenos (tabla 1).

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Epidemiología

Es difícil establecer su prevalencia real debido a los distintos criterios seguidos en los diferentes países para establecer su diagnóstico, la rápida evolución de la enfermedad y los distintos fenotipos. Ocupa el tercer lugar entre las alergias alimentarias y, junto con la que produce el huevo, es la más frecuente en los menores de 5 años. Su prevalencia llega al 3 % en los menores de 1 año y disminuye por debajo del 1 % a partir de los 6 años de edad.

Manifestaciones clínicas

En la mayoría de las ocasiones, los síntomas de la APLV aparecen tras las primeras tomas de leche de fórmula. Puede producirse incluso por el contacto con una persona que ha manipulado leche de vaca o por la presencia de alérgenos en la leche de la madre cuando esta consume productos lácteos. Los síntomas y signos varían en intensidad y gravedad, y pueden manifestarse de forma inmediata (en menos de 2 h tras la ingesta de leche) o tardía (entre 48 h y 1 semana después de la toma), según si los mecanismos implicados sean o no dependientes de IgE. La afectación es multiorgánica, como puede apreciarse en la tabla 2.

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Diagnóstico

El diagnóstico conlleva una serie de pasos, que se recogen en el algoritmo de la figura 1.

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 Figura 1. Algoritmo diagnóstico de la alergia a las proteínas de la leche de vaca (APLV)

La alergia a las proteínas de la leche de vaca ocupa el tercer lugar entre las alergias alimentarias y, junto con la que produce el huevo, es la más frecuente en los menores de 5 años

 

La sospecha de APLV se debe establecer mediante una anamnesis minuciosa, en la que se recojan datos sobre la historia familiar de alergias, el tipo de alimentación recibida, la fecha de inicio de la lactancia artificial o de la toma de biberones esporádicos, y una exploración física en busca de signos de atopia o que hagan sospechar un estado de malnutrición o malabsorción.

El prick test no es una prueba adecuada en pacientes con dermatitis atópica o dermografismo positivo, en quienes se recomienda realizar una determinación de IgE específica (prueba in vitro), que también se utiliza para valorar la evolución, ya que su disminución se asocia al desarrollo de tolerancia.

En cuanto a las pruebas de provocación, se suele realizar provocación con alimento enmascarado (provocación abierta). Deben realizarse en medio hospitalario y con un control absoluto de las dosis administradas, el tiempo de reacción y las incidencias registradas. La provocación domiciliaria se reserva para casos muy concretos en los que existe sospecha de APLV no IgE, y es importante efectuarla siguiendo estrictamente las pautas indicadas por el especialista. La conclusión sobre su resultado debe emitirse tras unos días de seguimiento, ya que la respuesta puede demorarse, sobre todo en los casos en que se ha realizado después de seguir una dieta de deprivación.

Tratamiento

Una vez confirmada la APLV, el único tratamiento eficaz es la dieta exenta de proteínas de leche de vaca. En el caso de lactancia materna, se recomienda suprimir los productos lácteos en la dieta de la madre. En la lactancia artificial, se deben utilizar fórmulas exentas de proteínas de vaca u otros mamíferos. En ambos casos, tanto la madre como el niño deben recibir suplementos que aseguren su buen estado nutricional y crecimiento.

Existen nuevos tratamientos, de origen experimental pero ya aplicables en la clínica en centros especializados, como la inmunoterapia oral o inducción de tolerancia, el tratamiento con anticuerpos monoclonales anti-IgE o la tolerancia a alimentos procesados. En la tabla 3 se resumen los tipos de fórmulas de sustitución disponibles.

Desde la farmacia se puede prestar un importante apoyo, informando adecuadamente sobre la alergia a las proteínas de la leche de vaca y advirtiendo de la posibilidad de que quienes la padecen presenten
una predisposición genética para el desarrollo de otras alergias

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 APLV: alergia a las proteínas de la leche de vaca.

Desde la farmacia puede realizarse una importante labor en la detección temprana de posibles casos de APLV. Aunque no existe un gran consenso en cuanto a las medidas preventivas de APLV, se debe incidir en la relevancia de la lactancia materna durante los 6 primeros meses de vida debido a los beneficios que aporta.

Es importante conocer las fórmulas de sustitución disponibles para informar sobre ellas con rigor científico. Por otra parte, se puede prestar un importante apoyo informando adecuadamente sobre la APLV y advirtiendo de la posibilidad de que quienes la padecen presenten una predisposición genética para el desarrollo de otras alergias, por lo que conviene estar alerta ante la aparición de posibles síntomas. 

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