En la región italiana de Chianti, en la Toscana, existe una reconocida tradición vinícola. Al recorrerla se pueden conseguir auténticos tesoros como el vin santo, uno de sus caldos más característicos y con más historia. Es un vino típicamente de postre, dulce, con mucho cuerpo, aromas de avellana y caramelo, y que suele tomarse solo o acompañado de un típico dulce de la región: unas galletas de almendra que se llaman biscotti di Prato o cantuccini, que se mojan en el vino para que se aromaticen y reblandezcan.
Los griegos antiguos llamaron a Italia Enotria, que quiere decir «Tierra de vino», y no iban mal encaminados: Italia ocupa el segundo lugar mundial en producción de uvas cosechadas, superada únicamente por China. Alrededor de 380 variedades autóctonas dan lugar a más de 1.000 vinos distintos elaborados en 20 regiones vitícolas. Italia está cubierta de uva de los Alpes al tacón de la bota.