La póliza de crédito bancaria entra de lleno en la farmacia

Sin duda, hay oficinas de farmacia que desde hace años utilizan la póliza de crédito bancaria como un instrumento más de sus finanzas, pero la realidad de hoy es que podemos considerarla como una necesidad para todo el colectivo.

Circunstancias como la caída de las ventas de parafarmacia, las reiteradas bajadas de los precios de los medicamentos, los ya conocidos «decretos» y, quizás el factor sorpresa que más peso tiene en este déficit de tesorería, el retraso del periodo de cobro del seguro, hace que la caja de la oficina de farmacia se vea mermada hasta límites que podrían generar un «parón» en la operativa diaria; y es que los vencimientos de las obligaciones contraídas con terceros siguen cayendo, sean las nóminas de los trabajadores, las facturas de los proveedores y las cuotas de los préstamos bancarios por las inversiones que se han realizado.

Llegado este punto crítico de falta de tesorería o en el transcurso de este tiempo, posiblemente el titular de la oficina de farmacia ya habrá tomado ciertas «medidas de choque», algunas de ellas inmediatas, como puede ser la ampliación del periodo de pago con su principal proveedor, la reducción dentro de las posibilidades del personal asalariado y el recorte de ciertos gastos superfluos en la cuenta de resultados de la oficina de farmacia. Otras medidas adoptadas, como el control de compras y la optimización del stock, verán su fruto a medio plazo. Un stock «ocioso», motivado por unas compras incontroladas o por una falta de seguimiento del mismo, repercute directamente en la liquidez de la oficina de farmacia.

Es, por tanto, la póliza de crédito el instrumento financiero adecuado para cubrir las necesidades de liquidez a corto plazo. La entidad financiera, caja o banco, concede a la oficina de farmacia el derecho a endeudarse hasta una determinada cantidad durante un periodo prefijado. Se utiliza para financiar parte del ciclo de explotación de la oficina de farmacia conocido como circulante y, como se ha apuntado con anterioridad, aunque una parte es financiada por los proveedores cuando conceden la posibilidad de aplazar el pago de sus compras, el resto de los gastos a corto plazo se puede financiar mediante la póliza de crédito.

El titular podrá disponer hasta el límite fijado, liquidando los intereses solo por las cantidades dispuestas de dinero, no por la totalidad del crédito puesto a disposición. Cabe apuntar también que en estos últimos años las entidades bancarias han introducido una «penalización» por la no disposición del crédito, una comisión por el hecho de no utilizarla. El vencimiento de la póliza de crédito suele ser de un año, aunque cabe la posibilidad de prorrogar estos vencimientos de manera tácita a más años, es decir, que se vaya renovando sin la necesidad de formalizar de nuevo el crédito ante notario, con los gastos que esto supone.

Por todo ello, la póliza de crédito se considera el producto de financiación del circulante más flexible, siempre que se utilice adecuadamente, y esta sea para cubrir las necesidades puntuales de tesorería provocadas por los desfases entre los cobros y los pagos.

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