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Para muchos amigos latinoamericanos es probable que la figura de Cristóbal Colón no les resulte agradable por lo que vino después, pero creo que la travesía que realizó en 1492, como gesta del ser humano, sí que deberíamos reconocerla, en cuanto a lo que supone enfrentarse a lo desconocido y atreverse a hacer lo que otros no fueron capaces.

Recientemente disfruté de una miniconferencia sobre innovación que ponía aquella travesía como ejemplo, y que para mí supuso reflexionar sobre el camino de la atención farmacéutica, como tarea innovadora en nuestra profesión, y que motiva este artículo.

Cristóbal Colón, para convencer a la reina Isabel de Castilla, no inventa ni tiene capacidad de demostrar nada. Se basa en leyendas antiguas, que dicen que pueblos del norte tocaron tierra navegando hacia el oeste y, por tanto, había un camino más corto para llegar a las Indias Orientales que el que utilizaban los portugueses. Además, existían ciertas teorías de un tal Galileo que hacían suponer que la tierra era redonda y que no existía ese abismo insondable que todo lo tragaba. Y tenía la determinación de convencer a alguien para que financiase esa locura. Lo hizo, y consiguió algo que caracteriza a los innovadores: buscando mejorar algo que ya existía, la ruta de las Indias, encontró algo mucho más grande: descubrió todo un continente como América, sacó a Europa de la Edad Media y la abrió al Renacimiento.

En atención farmacéutica nos basamos en viejas leyendas, como que el aumento de la esperanza de vida y de las alternativas farmacoterapéuticas hacen necesario un profesional experto en el medicamento. Y que ese profesional es el farmacéutico, que está inmerso en una crisis de identidad profesional, una Edad Media, como consecuencia de perder su papel de fabricante de medicamentos. Hay, pues, una nueva ruta hacia las Indias, existe la posibilidad de justificar nuestro papel. Sin embargo, hasta ahora, en lugar de apoyar a los Cristóbal Colón de nuestra profesión, hemos intentado dar mítines y convencer al pueblo de cruzar el océano desconocido. El resultado no ha podido ser otro, porque sólo aventureros, o delincuentes, fueron los que ayudaron a Cristóbal Colón a protagonizar la travesía. Y los pocos vikingos que hemos pasado al otro lado sabemos que la atención farmacéutica no es una nueva ruta hacia las Indias, sino el descubrimiento de América y el renacimiento de una profesión, con lo que de cambio radical y absoluto supuso la entrada en el siglo XVI para el mundo.

Para nuestra profesión, afrontar el reto de una verdadera atención farmacéutica, la que necesitan los pacientes sometidos a una farmacoterapia muy compleja, en la que se cruzan dianas terapéuticas, mecanismos de acción de fármacos diferentes, y en la que el papel del paciente es preponderante, supone el descubrimiento del Nuevo Mundo, y no se puede conseguir intentando convencer a la mayoría de los farmacéuticos. Lo que necesita la atención farmacéutica es una reina de Castilla, una persona con visión estratégica para apostar por algo que, si sale mal, no le va a costar mucho dinero, pero que, si sale bien, la va a hacer millonaria. Una persona, además, con capacidad para tomar ese tipo de decisiones y poder para hacerlo.

Por tanto, dejémonos de consensos y más consensos, y tengamos el valor de crear un centro piloto a cinco años, para asistir a pacientes, y estudiar los posibles beneficios clínicos, económicos y de calidad de vida, para diseñar un modelo docente coherente con las necesidades de formación que tendrá este nuevo profesional, y finalmente, para poder elaborar el mapa asistencial que toda práctica necesita, si es que llega el momento de reconocer que esta práctica merece la pena y que de verdad los farmacéuticos hemos llegado a nuestro Nuevo Mundo. Luego, ya habrá tiempo para llevar a esas tierras nuevas a quienes busquen allí su futuro profesional, y que pueda regularse legalmente todo, para que no haya abusos y tropelías. Pero, por ahora, necesitamos una reina de Castilla, algún político sanitario que se moje de verdad, y un grupo de aventureros farmacéuticos, con ganas de descubrir nuevas tierras y arriesgar su vida profesional en ello. Yo me apunto.

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