Como farmacéutico, me siento orgulloso de que un compañero de profesión haya merecido tan alta distinción a los ojos de la comunidad médica. Pero hay algo para mí especial si el farmacéutico del que se trata es Joaquín Ronda.
Es probable que haya muchos farmacéuticos que no conozcan a Joaquín. Próximo a cumplir los ochenta y un años, desarrolló la profesión en el ámbito de la farmacia de hospital (a él no le gusta nada eso de la farmacia hospitalaria, ya que el ser «hospitalario» no es exclusivo de los farmacéuticos de hospital, como dice con la sorna que le caracteriza) en la ciudad de Valencia, y, durante la mayor parte de su carrera, en Alicante.
Él, junto a otros «Joaquines» históricos, como Bonal o Giráldez, más José María González de la Riva o Alberto Herreros de Tejada, fueron artífices del inicio de lo que hoy es la esplendorosa realidad de la farmacia... de hospital en España. Fundador con el farmacéutico colombiano Juan Robayo de OFIL, su trayectoria profesional puede resumirse en un hito tras otro de crear, reunir, motivar e impulsar a los farmacéuticos a los que ha tenido a su lado.
Quizá no haya tenido tantas publicaciones científicas como otros colegas. Es probable que, en lo que –desgraciadamente a mi modo de ver– se considera un gran currículum profesional, haya otros que lo hayan superado. No importa, hay ciertas cosas en las que Joaquín Ronda ha sido un farmacéutico único e irrepetible. Y lo sigue siendo, porque sigue luchando por la profesión desde la atalaya que, con tan buen criterio como respeto, le abrió su Colegio de Farmacéuticos de Alicante, o desde la propia de Internet, asaeteándonos a los amigos y admiradores que tiene en todo el mundo con correos electrónicos que suponen un estímulo a seguir en la brecha. Muchos de esos colegas iberoamericanos recibieron con lágrimas en los ojos la distinción a Joaquín, sin duda por lo mucho recibido.
Recuerdo una visita que me hizo hace unos años. No puedo olvidar aquel momento en el que, sentados tomándonos un café, sacó su libretilla de consejos, y uno tras otro me los fue recitando para ayudarme en mi desarrollo profesional. Si le hubiera hecho caso...
Ya jubilado, fundó la asociación Sinergia en Alicante para seguir promoviendo la ayuda mutua entre las diferentes profesiones de la salud, entre las distintas culturas y países, entre todo aquel que pueda considerarse digno de aportar cosas para mejorar el mundo.
A Alicante llevó lo mejor de la profesión farmacéutica del mundo, y a una ingente cantidad de farmacéuticos iberoamericanos a aprender los últimos avances de la farmacia. Y ya no digo más de la de hospital, porque él dice que la farmacia es una; y además, otras cosas más que no es políticamente correcto dejar por escrito.
Si yo tuviera que elegir para la farmacia a personas que nos ayuden en este momento profesional, pediría a Ian Wilmut, el creador de la oveja Dolly, que clonase decenas de veces a Joaquín Ronda. Que clonase su sonrisa, que clonase su actitud, su generosidad para con los demás. Que clonase, en definitiva, su ejemplo para todos los farmacéuticos. Con modelos como el suyo, el sol vendría antes para todos.