Los gases acumulados en exceso en la zona abdominal pueden producir molestias importantes en el paciente. Hacen que se sienta hinchado, apretado. Pueden ser de origen gástrico o intestinal. Cuando el origen es gástrico se eliminan por la boca en forma de eructos, y cuando es intestinal se eliminan por vía anal (flatulencia).

Recomendaciones para tratar los gases abdominales

  • Comer lentamente, masticando y ensalivando bien los alimentos. No hablar a la vez.
  • Beber poca cantidad de líquido durante las comidas. Evitar el uso de pajitas o botellas de boca estrecha.
  • Evitar acostarse inmediatamente después de comer.
  • No forzar los eructos.
  • Disminuir temporalmente el consumo de alimentos ricos en fibra.
  • Reducir el consumo de productos lácteos.
  • Restringir o eliminar los alimentos capaces de producir gas: legumbres, judías verdes, coles de bruselas, coliflor, col, alcachofas, espinacas, lechuga, cebolla, plátanos, albaricoques, ciruelas, pasas, cereales integrales, arroz, germen de trigo, leche, chocolate, bebidas gaseosas, etc.
  • Tratamiento farmacológico: los fármacos que se utilizan más frecuentemente con el fin de disminuir la presencia de gas en el tracto gastrointestinal contienen como principios activos dimeticona y simeticona. Reducen la tensión superficial de las burbujas de aire acumuladas, facilitando su disgregación y expulsión.

Náuseas y vómitos

Las náuseas y vómitos asociados a procedimientos quirúrgicos son una complicación muy frecuente. Se estima que afectan a más del 20% de los pacientes intervenidos quirúrgicamente.

La náusea es una sensación subjetiva, desagradable, experimentada en la garganta y en el abdomen, asociada a la necesidad inminente de vomitar. El vómito es un proceso reflejo, que consiste en la expulsión brusca del contenido del estómago a través de la boca. Generalmente, suele estar precedido por una mayor salivación –cuyo fin es proteger a la mucosa de la boca y del esófago del inminente contacto con los fluidos gástricos que son irritantes– y por náuseas.

La creencia de que las náuseas y vómitos postoperatorios eran debidos únicamente a la anestesia surgió con el uso de los primeros anestésicos inhalados (éter); sin embargo, estudios posteriores han demostrado que están relacionados con:

  • La administración de anestésicos inhalados, los cuales pueden irritar el recubrimiento del estómago y estimular el centro del vómito del cerebro.
  • La distensión abdominal consecutiva a la manipulación de órganos en el abdomen.
  • Un efecto secundario de la administración de narcóticos (retrasan el peristaltismo).
  • La acumulación de líquidos o alimentos en el estómago antes de que se reanude el peristaltismo.
  • Una inducción psicológica del paciente (el mismo piensa que vomitará).
  • En ocasiones, estos vómitos pueden ser causantes directos de complicaciones postoperatorias como apertura de heridas, hemorragias, alteraciones hidroelectrolíticas, etc.

Recomendaciones para el tratamiento de los vómitos

1. Reposo digestivo inicial.

2. Introducción progresiva de líquidos en pequeñas cantidades y sin forzar la ingestión.

3. Introducción de alimentos: dieta suave a base de sopa, alimentos hervidos, etc., evitando las comidas grasas o con mucho azúcar.

4. Tras 24 horas sin vómitos, ir introduciendo una dieta normal.

5. Si fuera necesario, administrar fármacos antieméticos. Los principios activos más usados en el tratamiento de los vómitos postoperatorios son: metoclopramida, cleboprida y domperidona.

Estreñimiento

De manera objetiva, el estreñimiento se puede definir como la emisión difícil de heces en un número inferior a 3 veces por semana o con un intervalo superior a 48 horas entre ellas. El paciente refiere: heces duras; defecación poco frecuente; sensación de evacuación intestinal incompleta; excesivos esfuerzos físicos para conseguir una evacuación satisfactoria; excesivo tiempo en el baño para conseguir la evacuación de las heces.

El estreñimiento postoperatorio está relacionado con:

a) La administración de narcóticos.

b) El posible traumatismo y la manipulación del intestino durante la intervención quirúrgica o método invasivo.

c) La inflamación local, peritonitis o absceso generado tras la operación.

Recomendaciones para el tratamiento del estreñimiento

  • Ingerir una dieta rica en fibra. Aumentar el consumo de verduras y frutas. Evitar el consumo excesivo de alimentos astringentes como la leche y sus derivados, arroz, zanahorias, etc.
  • Beber abundante líquido (2-2,5 L/día). Mejor entre las comidas.
  • Educar el intestino: intentar ir al baño siempre a la misma hora, acudir siempre que se sientan deseos de defecar, etc.
  • Aumentar, en la medida de lo posible, la actividad física (caminar o realizar ejercicios desde la cama o en la silla, como rotación de la parte baja del tronco, movimiento de pelvis, levantar las piernas una a una, etc.) para facilitar la activación de los mecanismos de propulsión del intestino grueso.
  • No obsesionarse con el estreñimiento
  • Fomentar el uso temprano de analgésicos no narcóticos (los narcóticos aumentan las posibilidades de estreñimiento).
  • Si estas medidas son insuficientes sería necesaria la administración de laxantes:

1. Incrementadores del bolo intestinal (salvado de trigo, de avena, plantago ovata, metilcelulosa) encaminados a aumentar la masa y el volumen fecal. Este incremento del bolo intestinal estimula el peristaltismo, facilitando la evacuación de las heces.

2. Emolientes (docusato sódico, picosulfato sódico). Actúan como humectantes del contenido intestinal, ayudan a ablandar y lubrificar las heces. Solamente se deberían utilizar para tratamientos cortos.

3. Lubrificantes (aceite de vaselina, aceite de parafina). Actúan recubriendo las heces con una capa espesa de aceite que impide que pierdan agua, permaneciendo así las heces blandas, lo que facilita su expulsión.

4. Hiperosmóticos (lactulosa, lactitol). Actúan previa transformación en el intestino por la flora bacteriana en ácidos orgánicos (láctico, butírico, etc.), provocan un efecto laxante de tipo irritativo.

Atención farmacéutica

¿Cómo actúa la cleboprida en mi organismo?

La cleboprida estimula los movimientos peristálticos, lo que se traduce en un aumento de la presión sobre el cardias (esfínter superior del estómago) y una relajación del píloro (zona inferior del estómago), un aumento de la velocidad de vaciamiento gástrico y un aumento del peristaltismo intestinal. Así se evita el paso del contenido gástrico hacia el esófago; es decir, se evitan los vómitos.

Precauciones generales con el empleo de laxantes

  • No deben utilizarse en presencia de dolor abdominal, lesiones perianales, vómitos, náuseas, calambres, flatulencia u obstrucción intestinal, si no es bajo prescripción médica.
  • El uso de laxantes sólo debe tener un carácter temporal.
  • Se haya conseguido o no recuperar el ritmo normal de defecación, al cabo de una semana debe suspenderse el tratamiento.

¿Quién tiene riesgos de presentar náuseas y vómitos postoperatorios?

En la aparición de las náuseas y vómitos postoperatorios están implicados varios factores, entre ellos: tener antecedentes de cinetosis o de episodios eméticos en intervenciones previas, la duración de la intervención, ser fumador, la edad avanzada, un retraso en el vaciado gástrico, anestesia general frente a espinal, la localización de la intervención (se observa mayor incidencia en las intervenciones de abdomen, ojos, oídos, nariz y garganta), la ingestión temprana de líquidos en el postoperatorio, la deambulación precoz y la administración preoperatoria de opiáceos.

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