El papel del farmacéutico hospitalario resulta clave en el bienestar físico y también emocional de los pacientes con enfermedades inflamatorias inmunomediadas (IMID), ya que participa de manera directa en la detección precoz de los síntomas ansioso-depresivos, tal y como se destacó durante la séptima edición de ‘Farmaimpulso IMID’ organizada por Johnson & Johnson en Madrid.
Uno de los temas sustanciales del evento fue el impacto que estas patologías, que afectan a una de cada diez personas en Europa, tiene sobre la salud emocional de los pacientes. El doctor Joaquín Borrás Blasco, jefe del Servicio de Farmacia del Hospital de Sagunto, en Valencia, indicó que “en la literatura científica se recoge que hasta un 30% de los pacientes con enfermedades crónicas presentan trastornos mentales comórbidos como ansiedad y depresión, lo que puede afectar gravemente a su bienestar general”. Al mismo tiempo, ha indicado que “los pacientes con patologías como la psoriasis (PsO), la artritis psoriásica (APs) o la enfermedad inflamatoria intestinal (EII) se enfrentan a múltiples retos que pueden impactar negativamente en su salud mental y en su bienestar emocional”.
En este sentido, la encuesta de “Medición de la Calidad de la Atención Sanitaria en Artritis Psoriásica” (MAPA), llevada a cabo entre más de 700 pacientes con artritis psoriásica, pone de manifiesto que las emociones que percibe el paciente con APs con mayor frecuencia son “tristeza (62%), ansiedad (54%), estrés (52%), baja autoestima (44%) y apatía (39%)”
En palabras del doctor Emilio Monte, jefe de Sección de Farmacia del Hospital Universitario y Politécnico La Fe de Valencia, la encuesta reveló que “el 78% de los pacientes había tenido un brote durante el último año y que el 88% refirió haber sufrido dolor durante el último mes, lo que nos permite concluir que la enfermedad no está lo suficientemente controlada”.
La doctora Esther Ramírez Herráiz, farmacéutica del Servicio de Farmacia Hospitalaria del Hospital Universitario de La Princesa de Madrid, también subrayó que “el impacto de la enfermedad en la vida de las personas es enorme, tanto a nivel personal, como a nivel familiar, social y laboral. A ello se suma la inversión de recursos necesaria en el sistema sanitario, y las consecuencias de las bajas laborales. Los profesionales sanitarios debemos ser muy conscientes de este impacto, que va mucho más allá de la visión meramente clínica a la hora de tratar la enfermedad”, agregó el Dr. Monte.
La adherencia terapéutica como desafío
Farmaimpulso IMID también ha puesto el foco en otro desafío: el papel del farmacéutico de hospital en la adherencia al tratamiento y la persistencia terapéutica, un parámetro que cada vez cobra más importancia en la gestión de la cronicidad.
“Una mala adherencia terapéutica en estas patologías se asocia con un aumento de la actividad de la enfermedad y de la frecuencia de brotes, lo que conlleva una disminución de la calidad de vida de los pacientes”, indicó el doctor Borrás. Y al mismo tiempo “se asocia con una menor eficacia del tratamiento prescrito y, probablemente, con un incremento del riesgo de hospitalización y del uso de recursos sanitarios, con el consiguiente aumento de costes del tratamiento de patologías como la PsO y la APs para el sistema sanitario”, añadió este experto.
Farmacia hospitalaria: puente entre el conocimiento científico y las necesidades del paciente
La contribución de la farmacia hospitalaria en la mejora de la atención a los pacientes con IMID ha sido otro de los temas centrales de esta importante cita médica. En esta línea, el doctor Borrás destacó que “la farmacia hospitalaria tiene que impulsar la investigación aplicada y colaborativa con el fin de generar evidencia de calidad que aporte valor, con un enfoque multidisciplinar centrado en el paciente, para poder contribuir en la toma de decisiones clínicas”.
La doctora Ramírez resaltó la labor del farmacéutico hospitalario en el campo de la personalización del tratamiento, “informando a los pacientes sobre la medicación, evaluando las interacciones y realizando un seguimiento para asegurar la adherencia”. Para esta experta, “el objetivo es que el paciente reciba un tratamiento adecuado a sus características y comorbilidades, lo que mejora significativamente los resultados en salud”.
Pero el papel del farmacéutico de hospital ha de ir incluso más allá, según explicó el doctor Monte: “La farmacia hospitalaria debe consolidarse como un miembro activo del equipo multidisciplinar que atiende a estos pacientes, aportando valor clínico, humano y organizativo para contribuir a ese abordaje integral de estos pacientes. Desde luego, nuestra responsabilidad va más allá de garantizar el acceso a los medicamentos y debemos ser un puente entre el conocimiento científico y las necesidades reales de los pacientes, contribuyendo activamente a una atención más segura, efectiva, personalizada y humanizada”.
En este sentido, agregó, existen en el sistema “retos y necesidades no cubiertas que debemos afrontar, como puede ser la falta de tiempo para atender adecuadamente a los pacientes, la fragmentación asistencial, la necesidad de formación específica en competencias emocionales o la incorporación de tecnología sin deshumanizar la atención. Como farmacéuticos, tenemos la oportunidad de promover este cambio desde nuestra práctica diaria”.