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Sobre el terreno

El suelo donde crecen y fructifican las vides es el origen del vino y le imprime su alma. El suelo óptimo para el cultivo de la vid debe ser pobre, sin exceso de materia orgánica, suelto y con un buen drenaje. La vid debe luchar por su supervivencia, esforzarse para conseguir agua, ya que, de no ser así, se obtendría un exceso de vigor, con uvas muy grandes y con compuestos diluidos, obteniéndose vinos sosos y sin presencia. El suelo tampoco debe ser ácido ni salino.

Pep Bransuela

Pep Bransuela

Farmacéutico y enólogo

Los terrenos compactos pueden generar inconvenientes de encharcamiento y retención de agua, mientras que los más sueltos ayudan al drenaje y fomentan el crecimiento de las raíces a mayores profundidades en busca de alimento.

Los suelos de gravas o piedras colaboran con el aireado y el drenaje, y mantienen por las noches el calor acumulado por el sol diurno. Es de destacar que los terrenos de color más claro actúan como espejos: reflejan el calor y la luz hacia las plantas, favoreciendo la maduración.

Los principales minerales que necesita la vid son nitrógeno, potasio y fósforo, que se consideran macroelementos, pero también existen microelementos secundarios como calcio, magnesio, hierro, boro y cobre, entre otros.

Los suelos de sílice aportan ligereza, aromas, finura y grado, y son mejores para vinos blancos. Los de arcilla presentan más capacidad de retención de nutrientes y agua, y ofrecen vinos elegantes y con estructura al tener un ciclo de maduración más largo y mayor carga de polifenoles. Los arenosos consiguen vinos brillantes, poco alcohólicos y fáciles de beber, muy aromáticos pero con menor carga tánica y menos estructurados. Los pizarrosos son pobres en materia orgánica, dan vinos muy maduros con aromas minerales. Los suelos calizos dan vinos delicados, con buena graduación alcohólica y un gran bouquet, y los volcánicos vinos con mucho cuerpo y aromas minerales.

51 EF569 VINOS Y LIBROS vinoMuscat
Bodegas Miquel Oliver
D.O. Pla i Llevant
Precio: 10 €
Un coupage de moscatel de Alejandría y moscatel de grano menudo hacen de este vino una buena combinación de dulzura y acidez en boca. Con aromas florales, a miel y flor de naranjo, saca su potencial en boca con una calidez excepcional, con matices afrutados y a fruta muy madura. Perfecto para acompañar cualquier tipo de pescado graso, marisco a la plancha o aperitivos con foie.

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