Entre las ventajas de lograr esa disminución están evitar los robos de talonarios de recetas, el ahorro de papel, evitar errores de interpretación de la letra de los médicos prescriptores, no tener que entrar en el ordenador para digitalizarlos y agilizar las facturas que debe pagar el SAS.
Esta medida de ir dejando en desuso el papel de las recetas ha sido bien recibida por los farmacéuticos, en un proceso que ha ido dando pasos agigantados desde el inicio de la aplicación de la receta electrónica, que fue pionera en España desde Andalucía.