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Lactobacillus reuteri DSM 17938: la cepa probiótica con máximo nivel de evidencia y uno de los tratamientos más cortos en diarrea aguda infantil

La gastroenteritis aguda (GEA) constituye un importante problema de salud pediátrica. Aunque la mortalidad ha descendido notablemente en los países desarrollados gracias a la vacunación y a la asistencia temprana, la GEA se asocia con importantes costes sociosanitarios derivados principalmente de las visitas a Urgencias y al pediatra.

 

En Europa, la incidencia de la diarrea oscila entre 0,5 y 2 episodios por niño/año en menores de 3 años, y la gastroenteritis está entre los principales motivos de hospitalización en este rango de edad1.

La etiología más habitual es la vírica (mayoritariamente por rotavirus) y el diagnóstico es clínico (no precisa pruebas diagnósticas de rutina). La mayoría de las veces cursa como una diarrea aguda y autolimitada que desaparece en menos de dos semanas, pudiendo ir acompañada de vómitos, dolor abdominal y/o fiebre1,2, lo que genera un considerable malestar físico y emocional a los pacientes, y preocupación y ansiedad a padres y madres, que evidentemente desean la resolución más rápida posible.

El uso de probióticos como tratamiento de apoyo para reducir la duración de la diarrea aguda está ampliamente aceptado

 

La base fundamental del tratamiento de la diarrea aguda es la hidratación oral precoz con soluciones de rehidratación, sin que normalmente sea necesario realizar cambios importantes en la alimentación1. El uso de probióticos como tratamiento de apoyo para reducir la duración de estos procesos está ampliamente aceptado. Sin embargo, no es correcto atribuir esta eficacia de modo generalizado a todos los probióticos, ya que este término engloba un grupo heterogéneo de bacterias vivas con propiedades específicas según la especie, la cepa y la dosis3. En la Guía Mundial de Gastroenterología (WGO), actualizada este año 2023, se advierte que las recomendaciones de probióticos deben referirse a cepas específicas que hayan demostrado beneficios concretos en estudios en humanos. Asimismo, dependiendo del tipo de estudio, variará el nivel de calidad de la evidencia que sirve de base para cada recomendación concreta4.

L. reuteri DSM 17938 ha demostrado reducir casi 1 día la duración de la diarrea y aumentar la tasa de curación al segundo día de tratamiento en comparación con placebo

 

La WGO otorga el nivel de evidencia 1 (máximo nivel de evidencia) a la cepa Lactobacillus reuteri DSM 17938 en GEA infantil, administrada en dosis de 1 x 108 a 4 x 108 ufc/día durante 5 días4. Este nivel de evidencia, que ha aumentado desde el nivel 2 otorgado en la edición previa de la guía en 2017, solo se reconoce cuando el tratamiento está avalado por revisiones sistemáticas o metaanálisis bien realizados5. Coincide con el asignado por la WGO a otras cepas comercializadas en España; sin embargo, para el resto de los probióticos se recomiendan 5-7 días de tratamiento4.

Por otro lado, la Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica (ESPGHAN) actualizó en 2022 sus recomendaciones, en las que se indica que L. reuteri DSM 17938 ha demostrado reducir casi 1 día la duración de la diarrea y aumentar la tasa de curación al segundo día de tratamiento en comparación con placebo6. De hecho, en uno de los estudios publicados, el 74 % de los niños no presentaban diarrea al segundo día, frente al 19 % con placebo7. Con respecto al resto de los probióticos con evidencia para reducir la duración de la diarrea, la ESPGHAN puntualiza que presentan una sustancial heterogeneidad estadística porque, en sus estudios, no siempre se ha identificado la cepa utilizada, de modo que varias cepas de la misma especie pueden haberse analizado juntas, un enfoque metodológico que desaconseja6.

Por último, como todo buen farmacéutico sabe, tan importante como el qué, es el cómo: tan esencial como seleccionar una cepa probiótica eficaz con máximo nivel de evidencia, será recomendar la forma farmacéutica más adecuada a la edad y situación del paciente, atendiendo a aspectos como la presentación (gotas, sobres, comprimidos masticables…) y el sabor.

El consejo farmacéutico y el servicio personalizado, sellos distintivos de la atención farmacéutica, jugarán un papel determinante en la eficacia del probiótico.

Bibliografía

  1. Guarino A, Ashkenazi S, Gendrel D, Lo Vecchio A, Shamir R, Szajewska H; European Society for Pediatric Gastroenterology, Hepatology, and Nutrition; European Society for Pediatric Infectious Diseases. European Society for Pediatric Gastroenterology, Hepatology, and Nutrition/European Society for Pediatric Infectious Diseases evidence-based guidelines for the management of acute gastroenteritis in children in Europe: update 2014. J Pediatr Gastroenterol Nutr. 2014; 59(1): 132-152.
  2. Hartman S, Brown E, Loomis E, Russell HA. Gastroenteritis in children. Am Fam Physician. 2019; 99(3): 159-165.
  3. Patro-Gołąb B, Szajewska H. Systematic review with meta-analysis: Lactobacillus reuteri DSM 17938 for treating acute gastroenteritis in children. An update. Nutrients. 2019; 11(11): 2762.
  4. Guarner F, Khan AG, Garisch J, Eliakim R, Gangl A, Thomson A, et al. Directrices mundiales de la Organización Mundial de Gastroenterología. Probióticos y prebióticos. WGO. 2023; 1-20.
  5. Howick J, Chalmers I, Glasziou P, Greenhalgh T, Heneghan C, Liberati A, et al. The Oxford Levels of Evidence 2. Oxford Centre for Evidence-Based Medicine. 2023. Disponible en: https://www.cebm.ox.ac.uk/resources/levels-of-evidence/ocebm-levels-of-evidence
  6. Szajewska H, Berni Canani R, Domellöf M, Guarino A, Hojsak I, Indrio F, et al.; ESPGHAN Special Interest Group on Gut Microbiota and Modifications. Probiotics for the management of pediatric gastrointestinal disorders: position paper of the ESPGHAN Special Interest Group on Gut Microbiota and Modifications. J Pediatr Gastroenterol Nutr. 2023; 76: 232-247.
  7. Shornikova AV, Casas IA, Isolauri E, Mykkänen H, Vesikari T. Lactobacillus reuteri as a therapeutic agent in acute diarrhea in young children. J Pediatr Gastroenterol Nutr. 1997; 24(4): 399-404.