Alopecia posparto

La alopecia posparto es la pérdida temporal de cabello que aparece en la mayoría de las mujeres puérperas.

Alopecia posparto

La alopecia se manifiesta aproximadamente a los 2-3 meses después del nacimiento del bebé, y es independiente del tipo de lactancia que se realice. La causa que provoca este tipo de alopecia está vinculada a los cambios y procesos hormonales temporales que tienen lugar en esta etapa. Además, también influyen el sentimiento de presión o estrés que puede generarse en este periodo, así como la disminución de los niveles de hierro que suele darse en un alto porcentaje de las mujeres tras el parto.

>

Ciclo biológico del pelo
La comprensión de la alopecia posparto pasa por conocer el ciclo biológico del pelo. Cada folículo piloso tiene la capacidad de desarrollar entre 20 y 25 ciclos, y cada uno de estos ciclos consta de tres fases:

>
  • Fase anágena. Hay gran proliferación matricial y corresponde a la fase de crecimiento. Tiene una duración variable, de entre 2 y 6 años.
  • Fase catágena. Cuando el crecimiento del pelo se detiene y el bulbo se ensancha. Esta fase suele tener una duración de 2-3 semanas.
  • Fase telógena. El bulbo se retrae y asciende, el tallo pierde la adherencia al folículo y, finalmente, el pelo cae. Este proceso se lleva a cabo durante 3 meses aproximadamente. A continuación, comienza de nuevo la actividad anágena en el mismo folículo para el crecimiento de otro pelo.

En condiciones normales, el 90% del cabello está en fase de crecimiento o anágena, mientras que el 10% restante está en fase de reposo o caída (catágena o telógena). Durante la gestación, no obstante, el incremento de los niveles de estrógenos y hormonas tiroideas que se produce mantiene el cabello en la fase anágena. Por esta razón, las embarazadas acostumbran a notar su pelo más sano y con más volumen que antes.

>

Caída del cabello
Sin embargo, después del parto los niveles hormonales se reequilibran, de manera que todo el cabello que había quedado latente en la fase anágena pasa bruscamente a la fase telógena, lo que técnicamente se denomina «efluvio telógeno». De este modo, a los 2-3 meses la mujer sufrirá una caída del cabello brusca y difusa, en la que todo el cuero cabelludo puede verse afectado. Si en condiciones pregravídicas una mujer perdía alrededor de 50-100 cabellos al día, durante el efluvio telógeno esta cifra puede triplicarse o incluso llegar a perder hasta 500 cabellos diariamente. La duración de esta caída suele ser de unos 4-6 meses, aunque la deseada redensificación del cabello tardará varios meses más.

Por otro lado, la anemia ferropénica o falta de hierro es una condición altamente prevalente en las mujeres en el periodo posparto, debido a la considerable cantidad de sangre perdida durante el parto y el puerperio. La falta de este elemento conlleva una disminución de la hemoglobina, por lo que ésta no puede desempeñar su función transportadora de oxígeno a los tejidos. Los bulbos pilosos, a la postre, no están suficientemente nutridos para hacer su labor y se debilitan, hecho que propicia la caída del cabello.

De una forma similar, también pueden contribuir a la debilitación del bulbo piloso la presión o el estrés que generan las nuevas obligaciones y la atención prestada al recién nacido. A esto se añade el ineludible cansancio, la falta de sueño y los cambios en los hábitos alimentarios.

Prevención y tratamiento
Para afrontar la prevención y el tratamiento de esta caída de cabello, es indispensable que la mujer preste atención a la adecuada higiene y cuidado de su pelo. En este sentido, deberá peinarse con delicadeza, utilizar champús y productos respetuosos e indicados para la alopecia, y restringir el uso de secadores, planchas, cepillos ásperos y otros tratamientos agresivos.

En cuanto a la nutrición, se deberá asegurar la ingesta de todas las vitaminas, oligoelementos y aminoácidos esenciales especialmente vinculados a la buena salud capilar. Serán útiles los suplementos con aminoácidos azufrados, L-cisteína y L-metionina, que participan en el transporte de hierro y zinc al cuero cabelludo, siendo este último capital para la formación de la queratina, la proteína más importante del cabello. Las vitaminas del grupo B (incluida la biotina, que regula la secreción sebácea) y el selenio como antioxidante desempeñan funciones muy apreciadas. Por su parte, el extracto de mijo, rico en vitaminas, ácidos grasos esenciales, minerales y capilectina, frena la caída del cabello y también estimula su crecimiento.