Hernia de hiato

¿Qué es una hernia de hiato? Una hernia de hiato es una afección que consiste en el paso de una porción del estómago hacia el tórax por un orificio que se encuentra situado en el diafragma y que se llama hiato.

 

En condiciones normales, a través del hiato sólo pasa el esófago para transportar el bolo alimenticio desde la boca hacia el estómago.

Por lo general, se trata de un problema congénito, aunque existen otros factores que aumentan la presión abdominal y favorecen el desplazamiento de las vísceras hacia el tórax como: la obesidad, el estreñimiento y el embarazo.

El tabaco, la falta de ejercicio físico o el estrés hacen que aumente la tensión muscular en la zona agravando el problema.

 

¿Cuántos tipos de hernia de hiato existen?

Nos podemos encontrar con tres tipos de hernia de hiato:

1. Por deslizamiento. Se produce por el debilitamiento de los ligamentos que se encuentran entre la unión gastroesofágica y el diafragma. También por el aumento de la presión dentro del abdomen. Todo ello hace que el cardias y parte del estómago suban hasta el tórax. Suelen ser pequeñas y por sí mismas es poco probable que produzcan síntomas clínicos.

2. Paraesofágica o parahiatal. En este caso la unión entre esófago y estómago se queda en su posición natural, pero una parte del estómago se hernia y atraviesa el hiato de forma paralela a esta unión. Pueden llegar a ser grandes y con graves complicaciones.

3. Mixta. Se trata de una combinación de las anteriores.

 

¿Cuáles son los síntomas más frecuentes?

Aunque en una gran parte de los casos suelen ser asintomáticas, en otros casos nos podemos encontrar lo siguiente:

• Pirosis. Se trata de reflujo ácido que produce sensación de ardor o quemazón que puede llegar a ulcerar el esófago; esta sensación empeora al agacharse, inclinarse o estar tumbado, sobre todo después de las comidas.

• Malas digestiones. Acompañadas de náuseas, vómitos y gran cantidad de gases.

• Disfagia o dificultad para tragar los alimentos.

• Opresión en el corazón debido a que la parte de estómago que hay en el tórax puede estar comprimiendo el músculo cardíaco, esto conlleva taquicardias y palpitaciones que si no reciben el cuidado adecuado pueden desencadenar en anginas de pecho e infartos.

• Dificultad en la respiración, asma, dolor en el pecho y las costillas, pues los pulmones no pueden desarrollar sus movimientos adecuadamente.

 

Diagnóstico y pronóstico de la hernia de hiato

El diagnóstico, por norma general, se basa en la sintomatología, pero si los síntomas persisten en intensidad y/o en el tiempo, lo que hace que el tratamiento se prolongue, hay que recurrir:

• Radiología. Con contraste de bario, TEGD, para ver el tránsito esofagogastroduodenal, aunque debido a la aparición de otras técnicas nuevas está cayendo más en desuso.

• Gastroscopia. Se introduce un tubo con cámara de vídeo a través de la boca, para llegar al estómago; permite visualizar las paredes del esófago y/o estómago y también poder hacer una biopsia en caso de encontrar lesiones o para descartar otras enfermedades.

• Phmetría de 24 horas. Se introduce una sonda por la nariz con un sistema que determina el pH del esófago y/o estómago; permite saber cuándo se producen los episodios de reflujo, cuánto tiempo duran y si están relacionados o no con los síntomas.

• Manometría esofágica. Mide la presión en diferentes niveles del esófago a través de una sonda.

Las complicaciones que se pueden presentar como consecuencia de una hernia de hiato son las siguientes:

• La paraesofágica y la mixta pueden quedar atrapadas y estrangularse produciendo un dolor agudo en el pecho y dificultad al tragar que requieren tratamiento quirúrgico urgente.

• Gastritis o inflamación de la mucosa del estómago y ulceración que puede producir hemorragia crónica y como consecuencia anemia.

• Hemorragia digestiva por el propio mecanismo de producción.

Existe un mayor riesgo de sufrir cáncer de esófago o estómago con una hernia de hiato que si no se tiene.

 

Tratamientos

Se basan en tratar la sintomatología e intentan evitar el reflujo gastroesofágico y la acidez:

• Antiácidos. Neutralizan la acidez existente en el estómago, aumentan el pH e inhiben la actividad péptica. Consiguen alivio rápido pero temporal de los síntomas. Son los primeros en utilizarse para el tratamiento del ardor, pero si se requieren más de 3 semanas de tratamiento es imprescindible acudir al médico. Destacan: almagato (derivado de aluminio y magnesio), hidróxido de magnesio, trisilicato de magnesio, algeldrato y bicarbonato sódico (más en desuso).

• Antisecretores. Inhiben la secreción ácida del estómago, el alivio sintomático no es tan inmediato como el de los antiácidos, pero es más duradero. Son utilizados en casos de síntomas crónicos. Se diferencian dos grupos:

– Antagonistas de los RH2. Inhiben competitivamente la unión de la histamina a los receptores H2 de histamina que se encuentran en la membrana de las células parietales del estómago, reduciendo la secreción ácida basal, especialmente la nocturna; reducen el volumen total de jugo gástrico, disminuyendo la secreción de la pepsina; ayudan a cicatrizar y a proteger la mucosa gastroduodenal. Destacan: cimetidina, ranitidina, famotidina, nizatidina y roxatidina.

– Inhibidores de la bomba de protones (IBP). Producen inhibición irreversible de la ATPasa H +IK + (bomba de protones); de esta forma inhiben la secreción ácida basal, como la estimulada por alimentos. Al aumentar el pH inhiben la acción proteolítica de la pepsina, el crecimiento de H. pylori y potencian la acción bacteriana de algunos antibióticos, como la claritromicina. Destacan: omeprazol, lansoprazol y pantoprazol (1.ª generación), y rabeprazol y esomeprazol (2.ª generación).

• Procinéticos. Aumentan el tono muscular y favorecen el vaciamiento del estómago. Estimulan la liberación de Ach en los plexos mientéricos y bloquean los receptores dopaminérgicos, lo que explica su efecto antiemético. Se suelen asociar a los anteriores para aumentar la efectividad, a veces es el único tratamiento de mantenimiento necesario. Destacan: metoclopramida, domperidona, levosulpirida, cleboprida, cinitaprida y cisaprida.

• Fitoterapia. Hay muchas plantas medicinales que pueden ayudar a mejorar la sintomatología: Aloe vera, diluido en agua, protege las mucosas y favorece la digestión; melisa, infusión, para problemas digestivos de origen nervioso; regaliz, infusión, reduce la acidez; anís verde o hinojo, infusión, eliminan los gases.

• Cirugía. Todas las hernias paraesofágicas grandes deben ser operadas por su alto grado de complicaciones. Las hernias por deslizamiento no suelen requerir cirugía.

 

Atención farmacéutica

Maneras de evitar la sintomatología de la hernia de hiato:

• Evitar comidas copiosas, con exceso de grasas, salsas pesadas, fritos, picantes y exceso de azúcar.

• Comer poca cantidad y a menudo; al menos 5 comidas al día.

• Masticar bien los alimentos.

• Alimentos que se deben evitar: ácidos (naranjas, kiwis, plátanos, limón), lácteos (uso en pequeña medida y preferiblemente desnatados), tomate (mejor tomarlo pelado), verduras flatulentas (col, coliflor, pimientos, puerros, alcachofas, cebolla, repollo).

• Evitar café, tabaco y alcohol.

• Evitar el estreñimiento.

• Evitar ropa ajustada y sobre todo los cinturones.

• Hacer ejercicio físico para fortalecer los músculos abdominales y evitar el estrés.

• Acostarse de 2 a 3 horas después de cenar y con la cabecera de la cama incorporada para evitar la presión en el diafragma.

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