Repensar el sistema para salvaguardarlo

El Instituto de Formación Cofares (IFC) y la Asociación para el Autocuidado de la Salud (ANEFP) organizaron una mesa redonda que, bajo el título «Avanzando por una sanidad con futuro: desfinanciación, copago y otras alternativas», recogió las valoraciones expertas de dos economistas y un consultor en gestión sanitaria. Los ponentes fueron Juan José Toribio, presidente de la Fundación IESE; Félix Lobo, catedrático de Economía de la Universidad Carlos III, y Lluís Triquel, socio director de Antares Consulting.

Actuó como moderadora la presidenta del Instituto de Formación Cofares, Yolanda Tellaeche, que introdujo la mesa destacando la absoluta oportunidad del debate dos días después de que el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud hubiera acordado una serie de medidas en relación con la sostenibilidad económica del mismo. Tras subrayar lo complicado del momento y la necesidad de aportar ideas para consensuar una solución en la que, desde su punto de vista, tienen que estar necesariamente implicados los farmacéuticos como agentes de la cadena del medicamento, afirmó que es el momento de tomar decisiones e implicarse si lo que se quiere es defender la esencia del modelo. Recordó que la remuneración por margen de los farmacéuticos se ha hundido tras la reducción del precio de los medicamentos en un 27% en los últimos cinco años, y que es necesario garantizar el papel activo de los farmacéuticos para la indicación de los medicamentos no financiados.

 

Situación explosiva

Juan José Toribio abrió la sesión explicando que nos encontramos en una «situación explosiva», que sólo puede resolverse con un plan bien articulado. Desde su punto de vista los pasos dados por el Gobierno van en la buena dirección, aunque serán necesarios más ajustes, puesto que la deuda pública española ha pasado del 36,1% del PIB en 2007 al 73% del PIB en 2011, con un gasto sanitario total que representa un 9,51% del PIB, del que el 7% corresponde a gasto sanitario público y el 2,51% a gasto sanitario privado. Para Toribio «no hay nada gratis», ese es un concepto esencial y el sistema sanitario español «no es sostenible en su forma actual». En su opinión es necesario establecer tres reflexiones. La primera debe tratar de centrar qué son necesidades colectivas, y en este sentido puso como ejemplo la alimentación como necesidad más básica e ineludible. La segunda reflexión tiene que abordar cómo satisfacer esas necesidades colectivas: con financiación pública, mixta o sólo privada. Y, finalmente, quién debe pagar esa financiación: ¿todos los contribuyentes?, ¿los consumidores?, ¿una combinación de ambos? Y en este último caso, en qué proporción y en qué servicios. Toribio considera que éstas son las reflexiones que debe hacer la sociedad española para, en función de lo que dispone, tener claro a dónde quiere llegar.

 

Desfinanciación de medicamentos

El catedrático Félix Lobo recordó que España está integrada en la Unión Europea y que, por tanto, es necesario interactuar con las reglas de ese espacio económico común, pero que «los problemas de los españoles los tenemos que resolver los propios españoles». En ese sentido, Lobo advirtió que resultan ilusorias aquellas voces que abogan por dejar al margen la consolidación fiscal, puesto que el tamaño de la misma no lo permite y menos si pensamos en la proporción que afecta a las comunidades autónomas. A partir de ahí, añadió, cabe preguntarse qué financiamos, punto en el que indicó que el criterio debería ser la eficiencia, pero que en España tenemos muy abandonados los análisis coste-efectividad, entre ellos los correspondientes a los medicamentos. Seguidamente, se refirió a cómo financiamos; es decir, con impuestos que aportan todos en proporción a sus ingresos o con tasas que sufragan exclusivamente los que hacen uso de los servicios. Desde su punto de vista los copagos tienen como finalidad moderar la demanda cuando es excesiva, pero ni son instrumentos recaudatorios ni deben afectar a la equidad.

Lobo afirmó que no tenía ninguna restricción mental con relación a la necesidad actual de desfinanciar algunos medicamentos, concretamente los que sean menos efectivos; aunque añadió que por una parte será necesario extremar las precauciones para que no se dé el «efecto sustitución» y, por otra, extremar las precauciones para no desproteger a los enfermos crónicos. También advirtió que aunque él no era partidario en absoluto de esa opción, la desfinanciación de medicamentos puede dar lugar a la reivindicación de las grandes superficies para que esos medicamentos salgan del canal farmacéutico.

Como conclusión de su intervención precisó: «Estamos en el momento de la verdad. Debe terminarse el guirigay sobre el copago sin argumentos. Es totalmente racional plantear la desfinanciación de algunos medicamentos, para salvaguardar lo esencial del sistema y la protección real de los más desfavorecidos».

 

«Repensar» el sistema

Por su parte, Lluís Triquell reivindicó la necesidad de «repensar» el sistema de salud en función de variables como la sostenibilidad económica, los cambios demográficos y epidemiológicos, las exigencias del paciente informado, la contribución de las tecnologías de la comunicación, las innovaciones terapéuticas o los cambios en los profesionales y en las profesiones sanitarias. Asimismo, advirtió que estamos padeciendo un constante bombardeo de globos sonda desde los medios de comunicación que responden a intereses políticos, que se encuentran muy alejados de la alternativa razonable que sería la de un debate técnico basado en evidencias. También recordó que en los últimos años se han producido numerosos informes y dictámenes sobre la situación del Sistema Nacional de Salud, y que «ha llegado el momento de pasar a la acción. Probar, y si nos equivocamos, corregir y volver a probar».

En nuestro país –añadió– somos expertos en medidas enfocadas a la oferta, sobre todo las relacionadas con precios y márgenes de los medicamentos y precisamente las tres tomadas en 2010 y 2011 que afectan a precios y márgenes han sido dramáticas para muchas compañías farmacéuticas y para la farmacia. «Tenemos que repensar y partir de la idea de que las actuaciones aisladas tienen un escaso impacto en el conjunto del sistema», dijo. Los enfermos crónicos –explicó– son actualmente la parte más prevalente de la actividad asistencial, aunque no representan más allá del 10% del total de pacientes, que en hospitalizaciones generan el 50% de los ingresos y el 60% de las estancias, mientras que en atención primaria consumen el 40% de las visitas. Ya se dispone de datos para poder afirmar que la aplicación de un modelo de agudos a los pacientes crónicos genera un fracaso terapéutico.

Triquell reclamó mejorar la planificación, renovar el modelo de atención, que los seguros sanitarios complementarios sean más efectivos y avanzar en el copago y desfinanciación no sólo de medicamentos, incorporando, añadió, alertas para proteger a los «pacientes frágiles» concepto más preciso sobre quiénes necesitan el apoyo de la comunidad, más exacto que el de «pacientes crónicos» en sentido general.

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