Muchas veces compramos medicamentos con nombres que a veces no comprendemos. Uno de estos medicamentos, y uno de los que más se habla en los últimos tiempos, es el captopril, un inhibidor de la enzima de conversión de la angiotensina (IECA), que consumen muchas personas con hipertensión.
El dabigatrán etexilato es un profármaco inactivo antitrombolítico que tras su absorción se metaboliza a través de esterasas plasmáticas y hepáticas a su forma activa, dabigatrán. Este es un inhibidor directo, competitivo y reversible de la trombina, enzima que cataliza la transformación del fibrinógeno en fibrina. La inhibición de la cascada de coagulación evita la formación de trombos. Además, parece inhibir la agregación plaquetaria. También ha sido autorizado recientemente para la prevención del ictus y embolismo sistémico, en pacientes con fibrilación auricular no valvular que presenten uno o más factores de riesgo específicos.
Imaginen un pequeño salón rectangular. Tiene dos puertas, una da a la calle y la otra conduce a la cocina. Enfrente de la puerta de entrada hay una cristalera semicircular que rompe la forma regular del cuarto. Las cristaleras van del suelo hasta el techo y sus puertas se abren al jardín de la casa. En ese medio círculo hay una mesa de escritorio de madera maciza, con una lámpara, muchos papeles y un teléfono.
El ácido acetilsalicílico ha pasado a ser uno de los analgésicos más utilizados a nivel mundial, sumando sus efectos antitérmicos y antiinflamatorios, que lo convierten en un fármaco de gran popularidad.
Desde que mi amigo Henrique Santos nos llevó a verlo hace ya algún tiempo en una visita que le hicimos varios profesores del CEU de Valencia, me apetecía escribir sobre el Museo de la Farmacia (Museu da Farmácia) de Lisboa.