Incorporación de correctivos en formas farmacéuticas pediátricas. Relación con las sensaciones

M.ª Encarnación Morales, Herminia Castán y Beatriz Clarés

Introducción

El avance de la tecnología ha generado un incremento en el uso de aditivos, tanto en la industria farmacéutica como en la alimentaria. Es obvio que los aditivos son utilizados con una finalidad económica; el farmacéutico a cuyo cargo se encuentran el diseño y la formulación de un medicamento debe procurar que éste resulte adecuadamente preservado desde la elaboración hasta su consumo.

Pero a menudo estas sustancias no son inocuas, e incluso pueden resultar peligrosas. Las autoridades sanitarias son las que otorgan las autorizaciones y establecen reglamentaciones adecuadas para su uso, publicadas en los boletines oficiales.

El mejor criterio para la selección de un aditivo apropiado abarca eficacia, estabilidad y seguridad, sin olvidar la compatibilidad con otros componentes de la forma farmacéutica. Podríamos definir al aditivo como toda sustancia con características especiales que se adiciona intencionadamente a los medicamentos en cantidades mínimas, de poco o ningún valor terapéutico, con objeto de modificar sus caracteres organolépticos, facilitar o mejorar su proceso de elaboración y/o conservación. Entre ellos se incluyen los conservantes, los colorantes, los exaltadores del sabor, los antioxidantes, los edulcorantes...

El consumidor interesado en averiguar cuáles son los aditivos actualmente autorizados en España (unos 300) y en qué cantidades se pueden usar debe recurrir al Boletín Oficial del Estado (BOE del 12/1/1996 para los edulcorantes,BOE del 22/1/1996 para los colorantes y BOE del 22/3/1997 para todos los demás). Claro que no es allí donde encontrará información sobre los posibles riesgos que conlleva su uso. Todavía son numerosos los conservantes, colorantes, edulcorantes, antioxidantes, etc. que se comercializan en España y que pueden ocasionar serios trastornos por su toxicidad, o los que, sin llegar a ser tóxicos, resultan inadecuados o tienen efectos sobre el organismo que no se conocen lo suficiente.

Es sabido que determinadas sensaciones nos inducen a pensar en un color, un olor o un sabor, y a la inversa. El «aromarketing» surgió tras una investigación de la Universidad Rockefeller de Nueva York, que reveló que los humanos recordamos el 5% de lo que vemos, el 2% de lo que sentimos, el 1% de lo que tocamos y el 35% de lo que olemos; de ahí que los perfumes sean los grandes generadores de recuerdos, de situaciones. Por ello, aprovechando la influencia de estos conceptos, nos propusimos investigar qué tipo de correctivos serían aconsejables en determinadas formas farmacéuticas, fundamentalmente pensando en la administración pediátrica.

Para ello se realizó una encuesta a 83 estudiantes de cuarto curso de farmacia, pidiéndoles que citaran tres tipos de sensaciones y con qué color, olor y sabor lo relacionaban.

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