El otro Mediterráneo: Grecia y Malta

No sé yo si su niñez ha jugado en muchas playas distintas. La mía, añorada y cada día un poco más lejana dicho sea de paso, sigue jugando en el Mediterráneo. No recuerdo que hubiese cañas y de ligar he sido siempre poco, pero sí es verdad que no consigo olvidar ni la luz ni el olor de ése, nuestro mar. Desde Algeciras hasta Estambul, hay muchos pueblos y también muchos destinos Erasmus, pero una vez abandonado el glamour de la costa azul y la fama de la costa del Adriático parece que se haya acabado todo, y no es así. Hay otros atardeceres rojos a los que podrán acostumbrar sus ojos y que hoy quiero presentarles.

Empezaré hablándoles de la pequeña Malta, cuyo tamaño es inversamente proporcional a su importancia. En todo Malta vive menos gente que en la capital de provincia más pequeña de España, que no es otra que Teruel. Sus 25.000 habitantes hablan maltés, pero también inglés, idioma cooficial del país. Es precisamente este uno de sus grandes atractivos; convirtiéndola en un destino muy habitual para aprender el idioma. En verano su pequeña población se incrementa considerablemente, pues son muchos los europeos que viajan allí a realizar cursos de un mes o dos (las cada día más delgaditas becas MEC de idiomas han ayudado mucho a que una buena parte de estos viajeros hayan sido españoles). Su universidad, fundada hace casi cinco siglos, tiene 9.000 estudiantes. Malta presenta por tanto una población muy joven. Podemos decir que es una isla universitaria. El mar templa las temperaturas, por lo que no van a pasar frío. Podrán disfrutar de sus bonitas playas gran parte del año. Además, Malta forma parte del programa Erasmus desde el año 2000 y pese a que durante el curso 2010/2011 el Gobierno maltés decidió no participar en el intercambio de estudiantes, la alta demanda la ha devuelto al panorama Erasmus. Elegible desde Madrid, Granada o Salamanca, presenta la ventaja de ofertar unas prácticas tuteladas de larga tradición. Sin duda tiene la gran desventaja, precisamente por ese mismo motivo, de tener una demanda altísima, y serán seguramente los expedientes más brillantes los que acaben llevándose el gato al agua. Si se ven capaces de ganar a sus compañeros en méritos Erasmus, no lo duden: playa, buen inglés, buen trato y un paraje muy distinto al del norte europeo.

Otro Mediterráneo parecido que no igual es el de Grecia. Supongo que las noticias que llegan de Grecia no les empujan a pelearse por el país heleno, pero no se lleven a engaño. Grecia no es una manifestación constante, están mal, sí, cómo aquí, protestan, como aquí, les recortan, como aquí, pero la vida sigue, la gente que puede trabaja, estudia, come; como aquí. Vamos a analizar algunos destinos griegos elegibles con sus pros y sus contras. Pero vayan perdiendo el miedo, que ya saben que yo nunca les metería en la boca del lobo.

Empezaremos por la capital, Atenas, cuyo centro histórico no se asoma al mar, pero que sólo por ser como es, un puro museo en sí misma, merece ocupar el primer lugar. Si bien es cierto que el idioma que les van a exigir las universidades griegas es el inglés, no falto a la verdad si digo que no todo el mundo lo habla. En el laboratorio no tendrán ustedes problemas, pues el idioma universal de la investigación es el inglés. Para las asignaturas van a encontrar más guerra. Habrá asignaturas que solamente sean impartidas en él y muchas otras que solo se impartirán en griego. Eso sí, los exámenes, de los que hablábamos hace poco serán en su mayoría orales y en inglés (seguramente el resto sean trabajos en ídem). Recientes estudios han colocado a España en un nivel medio dentro de los países europeos en el uso del inglés (http://www.ef.com.es/epi/). En este estudio no aparece Grecia, pero sí lo hacen muchos otros países del entorno. Todos los países mediterráneos aparecen a nuestro nivel, de manera que podemos imaginar que la situación que van a encontrarse es la de un griego que viene a España. De todo, vamos.

Volvamos a ver los destinos griegos ahora que ya saben que van a tener que aprender a decir καλημέρα1, παρακαλώ2, Ποιο είναι το κόστος3 y μια μπύρα4 por lo menos. Vuelvo a tomar el hilo donde lo dejé, por su últimamente muy televisiva capital, Atenas. Es la ciudad más grande del país y su historia es rica como pocas. En diversos tratados históricos aparece descrita como una de las ciudades más grandes y poderosas ya en el siglo XV a. C. Ha llovido desde entonces, y repasarles todo el capítulo de la ESO sobre la Grecia clásica no es mi tarea (ni me veo capacitado, para qué engañarles), pero a nadie le sonará a chino la historia de la capital helena. Gracias a su gran extensión, vamos a encontrar una gran diversidad de barrios y paisajes. Desde el centro histórico con sus colinas y sus miles de turistas hasta el puerto, donde los ferris hacia las islas griegas no dejan de salir ni un minuto, pasando por los barrios del norte, los más ricos o el área más humilde de la zona metropolitana. Playa, montaña, cultura, gentío. No le falta nada. Falta que hablemos de su universidad, a la que no podrán llegar desde todas nuestras facultades de farmacia. La Universidad de Atenas, oficialmente Universidad Nacional y Kapodistríaca de Atenas, fue fundada en el siglo XIX y recibe cada año a más de 4.000 estudiantes extranjeros solo dentro del programa Erasmus. Dos años antes de la aparición de la Universidad, se comenzaron ya a impartir estudios de farmacia, motivo por tanto de orgullo de nuestros compañeros atenienses, que se consideran precursores de la Universidad de Atenas. Estos datos son muestra representativa de lo que es ir a Grecia; un gran número de alumnos de todas partes de Europa (tengan en cuenta además que Grecia y la Universidad de Atenas tienen otros convenios con países del entorno) y tradición académica.

De Atenas nos vamos a Tesalónica. A lo largo de este viaje he tratado de describirles mi relación con el Erasmus y esta ciudad griega es de gran importancia para mí. El Erasmus no es una simple beca, ni cuatro asignaturas, ni un sentimiento; es mucho más. Es un modo de ver la vida, y yo creo en ese modo de vida. Tengo fe ciega en lo que vende y pretende el Erasmus. Si el Eramus fuese Justin Bieber yo sería una belieber. Y no una que tiene cuatro fotos en la carpeta y un póster en la habitación. Sería de las que van a los conciertos tres días antes y hacen cola muertas de frío, mientras esperan entre lágrimas la salida del ídolo pop al escenario. Para que yo haya llegado a este punto, han existido muchos valientes que antes que yo apostaron por el Erasmus, desde políticos (les echo un cable ahora que están socialmente denostados) a profesores o alumnos. Uno de los primeros alumnos españoles que fue Erasmus lo fue precisamente aquí, en Tesalónica. Aquel año 1987, solo 87 españoles tuvieron el arrojo de pedir una beca Erasmus, coger la maleta y marcharse rumbo a lo desconocido. Sin móvil, sin internet, sin compañeros. Tuve la suerte de conocer al profesor Juan Ignacio Soto en la Universidad de Granada en un encuentro de alumnos Erasmus y ya entonces le mostré mi admiración y mi agradecimiento. En mi mundillo Erasmus él es un poco Justin Bieber. Hay otros Justines, a los que también pude ver allí, pero hoy hablaremos de una Tesálonica muy diferente a la que conoció el entonces estudiante, hoy catedrático de la universidad que más Erasmus acoge, Granada. Tesalónica es, pues, la segunda ciudad en tamaño de Grecia, pero cuenta con la universidad más grande del país, la Universidad Aristóteles. La ciudad se encuentra en el golfo de Tesalónica, en el mar Egeo. Además de la mencionada universidad (donde cursarán sus estudios), la ciudad de Tesalónica tiene una segunda universidad, la de Macedonia, la segunda mayor de Grecia, lo que la convierte en una ciudad muy universitaria y joven. Los muchos estudiantes se citan en terrazas y cafés a lo largo de la ciudad o disfrutan de la cercanía de la playa, gracias a las suaves temperaturas que ofrece el mar durante parte del curso. Además, su cercanía al norte del país permite visitar la inmensa oferta de turismo griego, así como los demás países del entorno. Difícilmente van a tener una oportunidad tan buena para visitar Macedonia, Bulgaria, Albania o Turquía. Un inconveniente es llegar hasta allí. No hay vuelos directos, de manera que todo pasa por conexiones con otros vuelos desde Italia o Suiza o volar a Atenas, desde donde podrán coger tren, autobús o avión hasta Tesalónica. De cualquier forma prepárense para un viaje largo. En inglés no van a tener problema, pero si tienen interés la Universidad Aristóteles ofrece un cursillo gratuito de griego.

Un consejo final con esto de los idiomas. No se confíen y no vayan gritando sandeces en castellano a diestro y siniestro. Puede que se lleven más de una sorpresa. O bofetada.

Después de la alfombra roja de Cannes o el Coliseo de Roma sigue el mar, porque el sur, también existe.

 

1Buenos días; 2Por favor; 3¿Cuánto cuesta?; 4Una cerveza

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