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Unidades de optimización de la farmacoterapia

Durante el pasado mes de noviembre tuve la oportunidad de visitar la ciudad argentina de Rosario. Después de 4 años de ausencia, regresé a la tierra del gran Fontanarrosa, cuyo fantasma aún permanece en el legendario café literario El Cairo.

Manuel Machuca González

Manuel Machuca González

https://manuelmachuca.com Universidad de Loyola. www.uloyola.es

En Rosario se inauguró hace unos meses una Unidad de Optimización de la Farmacoterapia en el Colegio de Farmacéuticos. Un año antes nos habíamos reunido Jorgelina Paciaroni, una farmacéutica rosarina enamorada de la atención farmacéutica, y un servidor, en el legendario Café Tortoni de la avenida de Mayo bonaerense. Sobre una hoja dibujamos lo que en ese momento era tan sólo un sueño. La energía de Jorgelina y de la Cátedra de Farmacia Asistencial de su facultad de Farmacia, en la persona de Mercedes Salamano, junto con el apoyo sin fisuras del Colegio, con Norberto Herbas a la cabeza, han hecho que a día de hoy la Unidad de Optimización de la Farmacoterapia, cariñosamente denominada como UOF, sea una feliz realidad y una esperanza para la profesión.

¿Dónde radica el éxito? Yo lo resumiría con dos palabras: confianza y esperanza. La confianza absoluta en el trabajo en equipo, haciendo cada cual lo que tiene que hacer y sabe hacer, sin entrometerse en aquello que no conoce; y la esperanza en que ser capaces de disminuir la morbimortalidad asociada a medicamentos (uno de los más graves problemas de salud pública del medicalizado mundo actual) abrirá caminos de esplendor profesional a los farmacéuticos.

El Colegio de Farmacéuticos ha contratado a dos becarias para la UOF para atender a los pacientes que llegan. La formación de las becarias corre a cargo de Jorgelina y del equipo de Farmacia Asistencial de la Universidad, que también apoya la investigación para explotar los resultados. El Colegio, a su vez, se encarga de ofertar a los farmacéuticos la posibilidad de llevar a sus pacientes a la UOF, y aprender junto al equipo profesional, pero además negocia con las instituciones para que este servicio pueda concertarse. Los que están en la práctica asistencial atienden pacientes; quienes investigan, investigan, y los que tienen que dar estabilidad al proceso y visibilidad social también están en ello. Por el momento, no hay celos, no hay quien quiere capitalizarlo todo, no hay agentes imprescindibles. Simplemente, un equipo. Un equipo en el que cada cual hace su parte, en el que el protagonismo personal se difumina en beneficio de un fin mayor.

¿Se alcanzarán las metas soñadas? ¡Quién sabe! Ésta es una tarea a largo plazo. Las farmacias no están enviando tantos pacientes como se pensaba. Sin embargo, son los médicos quienes los están refiriendo cada vez más. Y el PAMI, entidad que agrupa a una gran parte de los jubilados argentinos, ha entrado también en el proyecto.

La UOF rosarina está en marcha. Tras sus pasos, la Universidad de Buenos Aires, que me honró nombrándome profesor honorario, también ha comenzado el proceso. Pero no sólo es Argentina. La Universidad de Costa Rica, con Victoria Hall y su equipo, quiere introducir una UOF como parte de su Centro de Información de Medicamentos. En Valencia (Venezuela), Rafael Amaro y Magaly Pedrique están en la apuesta. Patricia Mastroianni en Araraquara (Brasil), junto con proyectos aún más ambiciosos, como el de Djenane Ramalho de Oliveira, en Belo Horizonte, que también están en la misma senda.

Mientras, en España seguimos mareando la perdiz. Con veinticinco céntimos de euro al mes por farmacia podría generarse una UOF en España. Demasiado arriesgado para un país en crisis. ¿Sólo económica?

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