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Una cena como las de antes

Curiosas las memorias del verano, retazos de euforia en la juventud y de nostalgia en la segunda y tercera mitad de la vida, lo que va de un amor romántico e imposible a un encuentro con condiscípulos supervivientes.

Una cena como las de antes
Una cena como las de antes

Nada puede competir con la memoria de esa primera vez, veranos cargados de primeras veces como esa trucha que atrapaste a mano, pero sí hay recuerdos más sosegados, no digamos triviales, que nos regalan la sonrisa en nuestra faz, y de algo tan nimio y sonriente, de una cena –¿hay algo más habitual?– quisiera hablar. Una cena de amigos, a no confundir con banquete de boda, aniversario o celebración excepcional; una cena con los amigos como las de antes, que terminaban en larga sobremesa con café, copa y puro. La organizó Cava Nava, una de las cavas de puros más serias de Europa, la de mi barrio, y la consumamos en la Cofradía Vasca Gastronómica de Guipúzcoa, sobre lo viejo de San Sebastián. Más o menos este fue el menú y su ritmo:

Cigarro de inicio: Cohiba Short (cortesía de Tabacalera Habanos S.A.). Saludos, muchos abrazos, preguntas, alguna respuesta, «Bien, ¿o quieres que te cuente?», futuros viajes, «Pues en Berkeley no te pierdas la coctelería de Sánchez», alegres nimiedades, «Este año la Real a la Champions», todo ello amenizado con un blanco moderno: Marqués de Terán 2016, D.O. Rioja, cortesía de la bodega. Y para abrir boca, unos pintxos de txistorra.

Pasamos a la mesa con un tinto crianza 2012 del mismo marqués y, sin que las conversaciones decayeran, disfrutamos, por orden de aparición en escena, de unas gambas blancas de Huelva a la plancha, una ensalada de centolla con rabanitos, y lomo de rape al horno con almejas. La animación, en aumento.

Cambio de tercio al tinto especial 2011, aleteo de aves entre los robles, del mismo marqués, y asalto al taco de buey con pimientos de piquillo. A partir de aquí, amigos para siempre. Breve pausa para el postre, pantxineta clásica, tarta como el franchipán francés pero más hojaldrada, y de la mesa a la sobremesa.

Tertulia amena como en las cenas de antes. Café colombiano del mismísimo Valdés. Copa de ron Havanna Club Selección de Maestros y colofón con puro, un Wide Churchill de Romeo y Julieta. Larga, muy larga, larguísima tertulia de sobremesa porque las penas con ron apenas y el humo de Vuelta Abajo siempre puebla nuestra imaginación con bellas imágenes.

La Cofradía está sobre La Trini, la plaza de la Trinidad, reducto imbatible del Festival de Jazz donostiarra, y por sus balcones nos llegaba la melancolía de los saxos, ¿Saxofon Summit?, que tras entrelazarse piano ¿Iñaki Salvador? y contrabajo se lanzaron armónicos a llevarse la contraria unos a otros, curioso destiempo con curiosa memoria que me proyectó a los finales de las películas de gánsteres en blanco y negro, sesión continua, y que ahora me complazco en recordar como un todo de tan amena cena.

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