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  • Parece imposible hasta que se hace

La noche del domingo no paré de dar vueltas en la cama. Mi marido, que había sido muy comprensivo hasta esa hora, optó por dejarme sola en la cama y acomodarse con nuestro hijo. Para colmo me bajó la regla, y eso que no me tocaba todavía. Según mis cuentas, que no suelen ser mucho de fiar, al menos me faltaban diez días para menstruar. Estaba en esos días que denominamos algunas mujeres «peligrosos». Quizá por eso, y por los nervios que tenía, le dije que no a los cariños de Marcelo cuando nos fuimos a la cama.

Cuando me levanté me dolía la cabeza, como si ayer hubiera estado disfrutando de un gran asado y buen tinto de Mendoza. Ya sabes lo poco que tomo y lo mucho que me afecta cuando lo hago. Pero anoche no había tomado y la cena fue de lo más ligera. No tenía apetito y yo pienso que era un aviso a la noche de nervios que estaba por llegar.
Marcelo se había marchado a llevar a nuestro hijo a la escuela, por lo que estaba sola en casa. Me preparé un café y saqué un par de medias lunas para no llegar a la facultad con el estómago vacío. Como siempre, prendí la computadora para conocer las noticias del día. Ya sabes que las noticias de mi país no suelen alegrarle a una la vida, pero debo ser bastante masoquista y, al igual que creo en la atención farmacéutica, me gusta saber lo que pasa por acá. Me hace gracia lo de vuestra crisis. No sé cómo os despertaríais con noticias como las de hoy, en las que nos dicen que acabaremos el año con un 30% de inflación, el peso cada vez más devaluado y subidas de la gasolina para pagaros a los españoles, ¿o es a los catalanes?, la deuda por lo del yacimiento de Vaca Muerta. Aun así sobrevivimos.
Como cada lunes desde que inauguramos la Unidad de Optimización de la Farmacoterapia, nuestra querida UOF, teníamos un desayuno de trabajo en la Cátedra, para revisar los avances y los innumerables problemas de todo proyecto nuevo e ilusionante. Solemos ir la representante del Colegio de Farmacéuticos, las becarias del proyecto y las profesoras que estamos implicadas. Ya sabes que mi papel es sobre todo coordinador y animador, a mí me toca lidiar con otros problemas, aunque mi ilusión por la Unidad es tan grande como la de las demás.
La UOF ha evolucionado muchísimo en apenas un año de vida. Los farmacéuticos llevan poco a poco a sus pacientes a la sede del Colegio para las entrevistas, pero debido a que algunos tienen dificultades para desplazarse (ya sabes que Rosario tiene dos millones de habitantes) hemos tenido que hacer un dispositivo de atención domiciliaria. De esta forma, una de las becarias se desplaza dos días a la semana a las casas de pacientes para sus visitas programadas. La gran sorpresa fue el enorme interés de los médicos en nuestro proyecto. Te reirás cuando lo leas, tú nos trataste de convencer de que los médicos nunca serían un problema sino todo lo contrario. Tenés razón, lo que decíamos no eran más que pelotudeces de boticarios temerosos. Ahora trabajamos con los médicos del PAMI, la obra social de los jubilados del país. Ante el éxito que está cobrando el proyecto, el Colegio negocia ahora los honorarios que se van a recibir, y lo que más le preocupa es que seamos capaces de formar a todos los farmacéuticos que se van a necesitar para atender la demanda.
Y en esa estamos. Y te preguntarás por qué hoy he dormido mal y me duele la cabeza. Se debe a que el ministro de Salud de la Provincia viene hoy al desayuno de trabajo y le expondremos el proyecto.
Dejo una línea de esta carta para contarte la impresión que se llevó. Quedó impactado. Mandela tenía razón.

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