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Nidos y zona de confort

Los líderes populistas ganan terreno y la razón se bate en retirada mientras asistimos al retorno de los brujos y demiurgios. Los analistas están desconcertados, las recetas de los políticos tienen un sabor añejo, rancio.

Nidos y zona de confort
Nidos y zona de confort

Cada uno busca su propia zona de confort, el nido donde cobijarse, el espacio donde ejercer su derecho a la autodeterminación y a no ser importunado por los bárbaros del exterior. Parece cada vez más claro que no sólo la verdad y la objetividad no existen, sino que es inadecuado utilizar esos términos. Hay propuestas de nidificación, zonas donde se espera alcanzar el confort económico y emocional, si hace falta defendidas con alambradas. Hay construcciones simbólicas y conceptuales que acogen a los iniciados y expulsan a los disidentes y foráneos. Lo que no existe en ningún lugar del mundo es una sociedad abierta, verdaderamente democrática y racional, porque ése es un nido sumamente problemático y contra lo que parece poco confortable. Las personas se agrupan en tribus que comparten un proyecto de nidificación y los nidos se multiplican y coexisten de forma dispersa y espumosa. Como enunciara Sloterdijk, el mundo de la esfera, rígido y codificado, ha sido desplazado por el de la espuma, imprecisa y cambiante. Nidos espumosos, preferentemente no rígidos sino flexibles, elásticos y en su interior los iniciados y su peculiar lenguaje que describe el proceso que los aglutina, el mundo que comparten. Nada importa que el proyecto sea descabellado, pues cuando no sirva para dar cobijo, el nido será abandonado en busca de otro que ofrezca o prometa más confort. Lo que cuenta es la conectividad que establece entre sus miembros y las certezas que les proporciona, la defensa frente a la incertidumbre y el caos. El nido es cálido y confortable, está agradablemente climatizado y allí los adeptos pueden mantenerse como eternos bebés que reciben los alimentos de sus líderes, los exhaustos padres encargados de mantener en el confort a sus polluelos. ¿Por qué salir al exterior, por qué dejar entrar a los foráneos? No molesten, dejadnos solos, ése es el programa. Mientras la conectividad funciona, el éxito del proceso está garantizado. Cuando las conexiones se interrumpen y dejan de circular los datos, cuando los adeptos se sienten cansados y decepcionados o el exterior penetra en la zona de confort con sus miserias a cuestas, entonces los adeptos abandonan el nido, salen al exterior, evalúan las ofertas y se conectan a un nuevo proyecto que les parece más cómodo y confortable, donde reciben el alimento que precisan: la comodidad, la certeza, la seguridad, el aislamiento del exterior, la satisfacción que supone compartir un proceso, un proyecto, un viaje hacia la tierra prometida: más confort, más seguridad, menos injerencias de los no iniciados. Quienes sepan ir de nido en nido y abandonen a tiempo la zona de confort periclitada, encontrarán nuevos proyectos de nidificación, nuevas certezas temporales. Quienes se tomen demasiado en serio el proceso y se obstinen en mantenerse fieles a su nido, tendrán las de perder. No habrán comprendido que en el mundo espumoso los proyectos de nidificación son por naturaleza transitorios y que un proceso de hiperconectividad existe para ser sustituido por otro cuando los datos dejan de ser procesados con satisfacción por los adeptos e iniciados. Habrá muchos oportunistas, no pocos desengaños, líderes abandonados en la cuneta y nidos de los que casi todos habrán desertado. Sólo quedarán allí los polluelos incapaces de reciclarse, los que no entendieron nada y creyeron que el nido era definitivo en vez de un proyecto común a disfrutar cuando garantizaba comodidad, que debe ser abandonado rápidamente cuando a los iniciados en vez de confort, aunque sólo sea simbólico, se les ofrezca incomodidad, molestias y desasosiego.

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