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Terapias cuerpo-mente: el caso práctico del reiki

 

Nuestra sociedad ante un posible cambio de paradigmaUna de las teorías de mayor calado en nuestra historia científica y filosófica contemporánea es la del paradigma y las revoluciones científicas, desarrollada por Thomas Kuhn. Según la misma, un paradigma científico se sostiene mientras consigue dar una explicación a la totalidad (o al menos la mayor parte) de los fenómenos que pretende explicar. Cuando el número de excepciones pasa a ser significativo, o las necesidades no cubiertas del momento presente obligan al cambio, ha llegado el momento de sustituir el paradigma imperante por otro más resolutivo ante los retos que se presentan. Un cambio, que si es evolutivo, debe facilitar la transición a un marco teórico más amplio que satisfaga mejor los interrogantes no resueltos y las necesidades no cubiertas por el paradigma desechado.

En un momento de transición demográfica, administrativa, científica y sanitaria como la actual, especialmente en nuestro país, procede plantearse algunas preguntas que no podremos evadir mucho tiempo más. ¿Cuánto tiempo más es sostenible nuestro sistema nacional de sanidad? Cinco años, según un panel de cien expertos. ¿Está la investigación desarrollando realmente hasta donde podría su labor al servicio de la sociedad? El Nobel de medicina Randy Shekman tiene sus dudas al respecto. ¿Es posible que haya recursos que aún no hayamos movilizado en beneficio de nuestra salud, debido a que no nos movemos todavía en un paradigma científico o social lo suficientemente inclusivo? Este artículo busca plantear el interrogante de qué posibilidades pueden abrirse frente a nosotros. Principalmente ligadas a nuestra salud, pero que van más allá, al tener la potencialidad de afectar el empoderamiento del ciudadano, la forma en que se están distribuyendo los recursos sanitarios, y la posibilidad de pasar de una vejez longeva (pero polimedicada) a otro ciclo de vejez longeva con menos dolencias cronificadas. Analizaremos el papel que pueden jugar las terapias cuerpo-mente, tales como el yoga, la meditación y especialmente el reiki.

Terapias cuerpo-mente
Algunas de las terapias cuerpo-mente están reconocidas por la OMS (Organización Mundial de la Salud) dentro del apartado de «Medicina tradicional». Esta a su vez se subdivide entre aquellas que incluyen terapias con medicación o no. En el primer caso estaríamos hablando de la medicina tradicional china, el ayurveda hindú, y la medicina indígena, entre otros. En el segundo grupo estaría incluida la acupuntura, las terapias manuales y las espirituales.
Desde los años 30 (reiki) hasta los 60 (meditación y yoga), por diversos motivos, algunas técnicas de integración cuerpo-mente se han popularizado en Occidente, siguiendo modas que las ligaban a culturas exóticas o formas distintas de entender la espiritualidad, ajenas al perfil judeo-cristiano. El dilema científico surge cuando hay personas que afirman que con una determinada disciplina milenaria pueden sanar o paliar enfermedades, o incluso, tal como afirma el Hatha Yoga Pradipika (manual de aprendizaje centenario para maestros de yoga), alcanzar la inmortalidad. ¿Dónde termina la realidad y empieza el engaño o fantasía? ¿Estamos ante un caso de ciencia-ficción, mitología o hay potencialidades que aún desconocemos? ¿De qué herramientas dispone la ciencia para separar el grano del trigo?
El fundamento de las terapias cuerpo-mente consiste en ligar un mal funcionamiento fisiológico o enfermedad a una emoción negativa registrada y enquistada a nivel energético en el cuerpo, y por lo tanto defiende que con una serie de técnicas, es posible revertir ese bloqueo. Dentro de la dificultad que ha entrañado demostrar con herramientas científicas cuando estamos ante una curación o un caso de autosugestión, algunas investigaciones recientes nos permiten ir identificando ámbitos de eficacia contrastada. Eso sí, en todo proceso de avance con terapias cuerpo-mente hay que tener claro que son principalmente terapias complementarias, y solo en el caso de dolencias menores, y tras un periodo seguro de cohabitación de ambas terapias (la alopática y la holística), si hay una evolución positiva del estado físico del paciente se valorará la reducción o eliminación de la terapia farmacológica.
En primer lugar, los avances en investigación están permitiendo comprender cuál es el funcionamiento fisiológico de estas técnicas para tener los efectos que tienen, y en segundo lugar, descubrir que tienen un efecto en la propia expresión génica, tal como explicaremos más adelante.
Por mencionar algunos de los estudios más recientes, durante el año 2012 la ganadora del premio Nobel de medicina del 2009, Elizabeth Blackburn, junto a un grupo de científicos de la Universidad de California, descubrió que doce minutos diarios de meditación yóguica durante ocho semanas aumentaba la actividad de la telomerasa en un 43%.
Por su parte, un equipo de la Universidad de Harvard, liderado por el psiquiatra John Denninger, está desarrollando un estudio de cinco años de duración sobre el efecto fisiológico de las prácticas cuerpo-mente sobre personas con estrés cronificado, y ya han podido comprobar, utilizando tecnología genómica y neuroimágenes, el impacto sobre la actividad cerebral, los indicadores de estrés, y la activación de genes ligados al estrés y la función inmune (aparte de los efectos sobre la presión arterial y latido cardíaco, que ya se conocían). En concreto, potenciación de la expresión de los genes ligados al metabolismo de la energía, la secreción de insulina, y la reducción de la expresión de los genes ligados a las respuestas inflamatorias y el estrés. Estas disfunciones son el motivo de entre el 60-90% de las consultas médicas en EE UU, y se calcula que aparte de los costes médicos generan pérdidas según la OMS de 300.000 millones de dólares anuales (absentismo, rotación de personal y baja productividad).
En España, por su parte, destaca el estudio de investigación que se está desarrollando por Lourdes Casillas, desde la Escuela Universitaria de Enfermería de la Universidad Autónoma de Madrid, en colaboración con el Hospital Universitario Puerta de Hierro y la Asociación de Fibromialgia de Madrid, sobre la eficacia de las técnicas de reiki en la mejora del dolor, la fatiga y la calidad de vida en mujeres con fibromialgia. Este estudio se está desarrollando entre 2013 y 2016.

Reiki: un ejemplo práctico del dilema científico
Un buen caso práctico del auge, debate y evolución de las técnicas cuerpo-mente se reflejan en el reiki.
El término «reiki» procede del japonés, que significa «energía universal». Está incluido dentro del grupo de las llamadas «terapias de toque», que incluye también el tacto curativo (TC) y el tacto terapéutico (TT). Este conjunto de técnicas se basan en canalizar la energía por medio de las manos hacia uno mismo o hacia afuera para curar enfermedades a otras personas. Se basa en que el ser humano (como el resto de la naturaleza) es principalmente energía. Aunque pueda sonar muy esotérico, si pensamos en los principios básicos de la física atómica, así como en la física cuántica, la afirmación no puede resultar más científica.
Cuando la energía que fluye naturalmente por el cuerpo se bloquea, por el motivo que sea, se produce la enfermedad. Frente a otras técnicas cuerpo-mente que proponen desbloquear la energía enquistada por la respiración y el movimiento (yoga o taichi) o la disciplina de la mente (meditación), el reiki propone la imposición de manos a modo de «disolución del nudo» para restablecer el equilibrio del organismo.
Esta técnica de más de 3.000 años tiene su origen en Japón, y aunque hay varias versiones de como se recuperó y como llegó a Occidente, se considera que fue redescubierta en 1920 por un monje y catedrático japonés, el doctor Usui, al que se considera el primer maestro de reiki. De hecho, hay teorías que defienden que esta técnica también estuvo presente en nuestra cultura occidental (primeras comunidades cristianas). Una de las máximas del reiki es «No hay cuerpos enfermos, hay almas enfermas».
Otra de las características del reiki es que es un método de alcance universal, ya que no requiere ni material específico ni dones especiales. En este aspecto, refuerza una de las tendencias recientes de la medicina actual: el empoderamiento sanitario del paciente, ya que una vez aprendida la técnica pasa a ser menos dependiente de otros. Es decir, es el paciente el que toma las riendas de su propia sanación. Al mismo tiempo, una vez aprendida la técnica (generalmente los cursos de aprendizaje son previo pago) el proceso de recuperación de la salud es gratuito, permitiendo una reducción de costes al sistema de salud. Sin embargo, es importante señalar que solo debe aplicarse sobre pacientes que así lo hayan solicitado, por una cuestión ética.
En la actualidad, se utiliza en más de 1.000 hospitales de EE UU y Reino Unido (el 15% de los hospitales americanos en 2007), y está incluido en el sistema público de salud. Destaca el caso del estado de Nueva York, en el que los servicios de emergencia están formados para dar reiki.
Las evidencias científicas recogidas hasta ahora ligan sus efectos a la mitigación del estrés y ansiedad (por ejemplo, 94% en ansiedad ligada al embarazo), alivio, tratamiento complementario a la fibromialgia, mejora del sueño, curación de artritis, reuma o migrañas, recuperación de lesiones óseas y musculares o combate de infecciones. También los paciente con depresión y cáncer se benefician de sus efectos, tal y como se ha comprobado en distintos estudios científicos.
En España se está aplicando en hospitales como el Gregorio Marañón, la Paz, 12 de octubre, Puerta de Hierro y Ramón y Cajal; en concreto, complementando terapias convencionales de fibromialgia, cáncer, depresión, ansiedad y estrés.
Cada sesión tiene una duración media de 45 minutos. La sesión se desarrolla en un entorno tranquilo, con el paciente tumbado sobre una camilla. Durante el proceso el maestro posa sus manos en distintas zona del cuerpo, empezando por la cabeza y terminando por las plantas de los pies. De esta forma se reequilibran los centros de energía (análogos a los chakras del yoga). En total son 12 posiciones de manos. Es frecuente que el paciente se quede dormido y que sienta mucho calor, motivo por el cual se suele recomendar beber mucha agua y estar pendientes de los cambios que se produzcan en el cuerpo.
Hay cuatro niveles de aprendizaje de reiki: nivel I, por el que se aprenden unas nociones básicas sobre la técnica de la imposición de manos; el nivel II, al menos seis meses después de haber cursado el nivel I, y por el que se acreciente el nivel de complejidad; los niveles III y IV y finalmente el de maestro.
Hay que tener en cuenta que en ocasiones se producen «crisis de sanación», es decir, un aparente empeoramiento de los síntomas de la enfermedad antes de la mejora.
Para el caso de la fibromialgia se tienen en cuenta las necesidades físicas (dolor), emocionales (sentimiento de incomprensión y falta de apoyo por parte del entorno) y mentales. El proceso se realiza en tres partes:
• propiciando el alivio del dolor: debido a la relajación que siente una persona durante una sesión de reiki.
• Propiciando la paz mental, a medida que la persona avanza con las sesiones de reiki y su preocupación deja de estar todo el tiempo en sobrepasar su dolor.
• Dirigiéndose a la raíz de la enfermedad: todas las terapias cuerpo-mente parten de la base de que las enfermedades tienen un componente emocional o mental profundo, y el reiki busca identificar esa causa con el fin de hacer la enfermedad innecesaria para la psique.

En el caso del cáncer, se utiliza para reducir el dolor causado por la terapia contra el cáncer y restablecer el equilibrio en el cuerpo, aumentando el poder del sistema inmunológico, disminuyendo el dolor mental (veremos más de esto en el apartado de ansiedad), y reduciendo los efectos de la quimioterapia y la radioterapia.
En el caso de la ansiedad y depresión, las sesiones de reiki devuelven al cerebro y al cuerpo la percepción de serenidad, debido al relajamiento, durante los 45 minutos de la sesión. De esta forma el cerebro se refamiliariza con las sustancias endógenas ligadas a ese sentimiento, y en el caso de la depresión permitiendo identificar la causa profunda. Por lo tanto, tiene los efectos de calma mental-emocional, mejora de la autoestima, mejora de la calidad del descanso y potencia el optimismo y confianza ante la vida.
En el caso del estrés, sana los síntomas a corto plazo del estrés, así como los sentimientos limitantes que lo suelen acompañar, cambiando la perspectiva de las situaciones estresantes, produciendo alejamiento emocional y facilitando la gestión y resolución de las circunstancias desencadenantes.

El debate
El debate sobre esta técnica se basa, en mi opinión, en tres vertientes: la científica, la social y la económica.
Desde una óptica científica, el debate sobre esta técnica tiene dos enfoques. Los detractores de esta técnica se basan en:
• que se trata de un engaño porque lo que hay detrás es autosugestión por parte del paciente (recordemos que un elemento importante para que funcione es que el paciente lo desee) y el auge de este tipo de terapias alternativas son una reacción a la deshumanización del sistema hospitalario.
• que no hay suficientes evidencias científicas de la efectividad.

Respecto a estos argumentos, hay quien refuta con estos razonamientos:
• el caso de las técnicas cuerpo-mente podría ser parecido al del ácido acetil-salicílico. Bayer la comercializó mucho antes de que se pudiera comprender como funcionaba, pero se dio prioridad al hecho de que funcionaba y resolvía problemas.
• que la tecnología que no esté lo suficientemente avanzada para medir determinados parámetros no significa que no funcione una técnica. Volviendo al principio de este ensayo, recordar que el uso de John Denninger de tecnología genómica ha permitido demostrar algo que se experimentaba desde hace miles de años con el yoga, pero hasta el 2013 no se ha podido demostrar.

Precisamente, al hilo de esta última argumentación, señalar que en noviembre de 2013 se ha publicado por un equipo multidisciplinar finlandés (Ingeniería biomédica y ciencias de la computación, y unidad de investigación del cerebro de la Universidad de Aalto; centro PET de la Universidad de Turku y Facultad de humanidades de la Universidad de Tampere) un estudio confirmando la existencia de un mapa de las emociones y como se reflejan en el cuerpo. Curiosamente, los patrones de actividad energética ante cada tipo de emociones negativas se concentran en partes específicas del cuerpo, mientras que la sensación de felicidad es la única que provoca sensaciones (manifestación de energía) en todo el cuerpo, validando en cierto modo la teoría del base del reiki, de que en ausencia de emociones negativas el flujo de energía se manifiesta por todo el cuerpo.
Desde una óptica social, verdaderamente, más que un debate entiendo que nos hallaríamos frente a un reto: ¿desean nuestros ciudadanos un nivel mayor de empoderamiento y responsabilidad, en este caso sobre su salud? Frente a una parte de la sociedad que acusa falta de atención de su salud (obesidad, consumo de alcohol, tabaco, sedentarismo) o que está acostumbrada a depositar sus expectativas, quejas o aspiraciones en otros individuos (médicos, enfermeros, etc.) o sistemas (sanitario, nacional, regional, etc.), dar el paso hacia la autorresponsabilidad podría ser el inicio de un cambio cultural muy importante, que se iniciara en el ámbito sanitario pero podría desbordarse a otros ámbitos. En ese aspecto podría ser previsible una reacción contraria de aquellos sectores cuya seguridad en sí mismos y en su futuro profesional o vital dependa de que otros dependan de ellos.
Desde una óptica económica, hay un hecho incuestionable, avanzamos hacia una sociedad de ancianos, y nuestro objetivo debe ser doble: por una parte asegurar la sostenibilidad del sistema para aquellos que verdaderamente lo necesiten y para las generaciones futuras. Por otra parte, mejorar la calidad de vida, dado que hemos conseguido aumentar la esperanza. Es decir, tratar al individuo como un conjunto físico, emocional y espiritual, tal como defiende la OMS, de forma que los años de vida sean, además, años de pleno disfrute. Por estos motivos, un planteamiento de futuro, de reducción de costes en determinados tipos de medicación y atención prioritaria a aquellos pacientes que más lo necesiten, pasará probablemente por responsabilizar en mayor medida al resto de la ciudadanía sobre su propia salud, especialmente de forma preventiva, y las terapias cuerpo-mente se perfilan como una opción ante este reto.

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