«Había semillas terribles en el planeta del Principito... Eran las semillas de baobabs. La tierra del planeta estaba infestada. Y de un baobab, si tomamos medidas demasiado tarde, no podemos deshacernos nunca. Ocupa todo el planeta.» Así explicaba el narrador del cuento el único problema que tenía el Principito cuando llegó a la Tierra. Algo muy diferente pasa en Nguékhokh, una villa situada a unos 60 km al sureste de Dakar, en Senegal: allí a nadie se le pasaría por la cabeza acabar con los baobabs.
Dentro del mundo de los vinos, hay una pequeña zona llamada Franciacorta situada en la provincia de Brescia, en la región de Lombardía. El nombre de Franciacorta define tres conceptos: un vino, un método de elaboración (que es el tradicional o clásico) y un territorio.
Aunque estamos muy acostumbrados a la Rioja española, en el mundo del vino existe la que muchos llaman la «otra» Rioja. La provincia de La Rioja se encuentra en el noroeste de Argentina y es la cuarta provincia menos poblada del país. Su principal fuente de ingresos es la agricultura, y más concretamente el cultivo de la vid, consiguiendo una materia prima colosal, reconocida en todo el país. En esta zona, la vitivinicultura está principalmente concentrada en pequeños valles irrigados situados al oeste de la provincia entre las sierras de Velasco y Famatina.
La versatilidad de un vino a veces es muy difícil de encontrar. Entendemos esta versatilidad como la capacidad del vino para combinar y maridar con un sinfín de platos y poder ser consumido en cualquier tipo de ocasión.
El sekt es un vino espumoso poco conocido que está avanzando a pasos agigantados. La mayoría de los vinos alemanes o austríacos sekt se elaboran utilizando el método del tanque con fermentación en acero inoxidable. A menudo los vinos se compran a diferentes países de Europa, se transforman en espumosos y se embotellan en Alemania. Los Deutscher Sekt son aquellos vinos espumosos elaborados exclusivamente con uvas alemanas tradicionales, generalmente pinot blanc, pinot gris, riesling y pinot noir.
Japón no es un país productor de vino tradicional, ya que el gran consumo de sake se lleva la mayor parte del pastel en la isla nipona, pero el vino japonés existe.