A grandes males, grandes remedios

Ya saben que estamos de aniversario. No me he cansado de repetírselo, porque como ya pasé los 30, sé que para algunos puede ser traumático; la crisis de los 30 la llaman. No me he cansado porque en mayo, coincidiendo con que los estudiantes empiezan a encerrarse a estudiar, han empezado algunos de los eventos que acogía España, y que han mezclado a alumnos y políticos.

A grandes males, grandes remedios
A grandes males, grandes remedios

Este último, el más oficial de los que se han hecho de momento, fue aprovechado para lanzar algunos datos y se hizo en la Universidad de Barcelona, con el Rector, el secretario general de Universidades y el director del SEPIE (el organismo responsable de los programas de estudios internacionales, como el Erasmus). Aunque ahora iremos a algunos de esos números, quiero poner en valor este tipo de actos, porque la mezcla de alumnos e instituciones siempre enriquece; el Erasmus son personas, es gente, y no solo cifras. La Historia es la suma de pequeñas historias, y el Erasmus no son cuatro millones de alumnos que se van de casa para estudiar, que también, son cuatro millones de vivencias mezcladas con más vidas y otras culturas. Además de bonitas palabras hacia el programa, sus objetivos y sus metas, el equipo del Ministerio de Educación (sin el ministro a la cabeza) valoró que España, como ya hablamos aquí la última vez, fuese el destino favorito por los estudiantes del resto de Europa; 16 años de liderazgo, destacaba el secretario general de universidades. Como en todo buen acto político se hizo un anuncio, el incremento de más de 20 millones de euros para el programa Erasmus+ de este año 2017, un 13%, aunque de esa cantidad solo la mitad va destinada a la partida de estudios universitarios. Ese crecimiento, en palabras del propio Ministerio, servirá para mantener el ritmo de crecimiento de las convocatorias anteriores, al tiempo que se mejoran las condiciones de participación de los estudiantes más vulnerables. Sin embargo, solo tres días después nos encontrábamos en la prensa un titular duro, que dejaba en evidencia el anuncio de Educación: España ha reducido su presupuesto para becas Erasmus más del 50% en los últimos seis años. Mala noticia, claro está. Las palabras bonitas no pagan alquileres, ni manutención. En 2011 el Gobierno puso más de 61 millones de euros para becas, y este curso la cuantía está en 29. El artículo explica algo que ya denunciamos aquí en 2014 (no es por echarnos flores, que también), que la bajada de las becas la está compensando el aporte europeo, que ha subido, dice, un 27% en el mismo periodo. El descenso presupuestario no se traduce en una bajada del 50% ni en la cuantía que recibe cada estudiante, ni en el número de alumnos que se va de Erasmus, que oscila entre los 200 y 400 euros al mes (un dineral, vamos), pero sí revela desidia por la causa del Erasmus (nuestra causa). Tres días después de esta noticia, el equipo ministerial se reunió con sus homólogos europeos (esta vez sí, con el ministro a la cabeza) para, y es literal, pedir a la Comisión Europea que “dada la relevancia y el impacto del Programa, los objetivos ahora tendrían que pasar por aumentar el número de beneficiarios y apostar por su internacionalización”. Pedir bien, poner mal.

Como desde este rincón erasmusiano nos preocupa, nos duele el Erasmus, hemos decidido venir esta vez con asuntos que sí entienden de la precariedad en la que se encuentra la movilidad y hemos buceado en los mares de estudios del 30º aniversario para encontrar una encuesta que dé esperanzas. Porque sí, la idea es bonita, los fines que persigue también lo son, pero esas ideas y esos fines son estudiantes, que no van a poder irse de casa sin que alguien les ayude. Empecemos por la enésima ocasión en la que voy a citar a la ESN desde el Diario de un Erasmus de El Farmacéutico Joven. La red de Erasmus más importante y activa de Europa (les confieso que no conozco a ningún dirigente de la misma, tampoco me pagan comisión) ha firmado un acuerdo con una línea aérea de bajo coste para convertirla en la oficial del estudiantado Erasmus. Gracias a este convenio los Erasmus tendrán un 15% de descuento en la compra de billetes a través de su página web, podrán facturar gratis una maleta y recibirán ofertas para poder viajar durante el curso. Todo esto se podrá hacer a partir del 1 de septiembre. Y créanme, estos señores tampoco me dan comisión, pero claramente este convenio tiene la firma de un Erasmus; el que ha negociado las condiciones tanto del lado de la ESN como de la compañía, sabe qué necesidades tiene un estudiante en el extranjero; volar barato, llevar cosas, aprovechar el tiempo.

Si mezclamos la noticia del avioncito barato con la falta de fe, o sea de dinero, que pone España, nos vemos en la obligación de buscar un sitio al que podamos ir desde nuestras universidades con Facultad de Farmacia y que sea barato para vivir. Gracias a Dios con lo de los 30 años de la beca se han hecho encuestas y clasificaciones con preguntas de todo tipo, hasta las más personales e innecesarias, y no podía faltar el ranking de las ciudades más baratas. Para serles completamente sincero, no he conseguido combinar la primera de la lista, con los vuelos y con nuestros centros. Quiero decir que hoy les propongo que vayamos a Varsovia, la más barata, a la que pueden volar con esa línea aérea desde Madrid, Barcelona o Valencia, pero que solamente está en el catálogo de los estudiantes de Farmacia de Salamanca. Quiero venderles lo mejor, pero tampoco soy un Rey Mago, ya lo saben ustedes.

Vaya por delante que el estudio no compara todas las ciudades de nuestro catálogo, es decir, que las hay incluso más baratas (sin ir más lejos dentro de la propia Polonia hay sitios más asequibles), pero no dentro de las grandes capitales. En nuestros viajes por las metrópolis europeas (hicimos varios) ya les comenté las desventajas de vivir en ciudades grandes y sus precios, algo que también contempla la encuesta ahora. La capital polaca es la decimosexta en población total, con un millón setecientas mil personas. Para que nos hagamos una idea la mitad de lo que vive en Madrid, en esa clasificación justo por encima de Barcelona, o diez veces la gente que vive en Salamanca, ya que estamos dirigiéndonos a sus estudiantes. Sin embargo, es la cuarta en estudiantes, por detrás precisamente de Madrid, superada también por París y Londres. La ratio estudiantes personas que tanto me gusta comentarles es un buen termómetro de cómo va a ser su Erasmus, y si en una ciudad grande siempre es más difícil contactar con otros alumnos cuanto más grande es la ciudad, aquí esa desventaja se elimina un poco. La Universidad principal de Varsovia, que cumplió el año pasado 200 años (una cuarta parte de los que va a tener Salamanca en breve) es la más grande del país y la que más aporta a esa cuenta, pero no es a la nos mandan a nosotros. Nos acoge, de mil amores, la Warszawski Uniwersytet Medyczny, es decir la Universidad Médica de Varsovia (la traducción es mía y al vuelo). También se inauguró en el siglo XIX y también tiene una cuarta parte de años que la Universidad de Salamanca, pero que eso no nos desvíe de pensar que es la primera universidad de ciencias de la salud de Polonia. Como nosotros, porque ellos sí se adaptaron a los designios de Bolonia, estudian (mucho) durante cinco años, que incluyen un periodo práctico de seis meses, pero se diferencian en que desde 1993 se implantó una línea de clases en inglés; son conscientes de que el polaco no va a ser, al menos de momento, lengua vehicular en el Viejo Continente. Por eso los estudiantes de Farmacia que vayan allí podrán hacer asignaturas en inglés, aunque tendrán que mirar cuáles sí o cuáles no; eso ya lo negocian con quien coordine la estancia académica. El estudio de las ciudades más baratas destaca algo en lo que no he entrado, porque para los Erasmus se sobreentiende, pero que quiero dejar anotado en la casilla de ventajas de Varsovia, por si alguno se acoge a algún otro programa de estudios; las tasas de la matrícula son gratis.

Entre las cosas que son baratas en Varsovia está el alquiler. Según el estudio es la tercera más barata, y según los que me han contado qué tal fue su Erasmus en la capital polaca, también es accesible. El informe lo cifra en 293 euros de media al mes, menos de la mitad que en otras ciudades como París, Londres o Milán. Alguna de las cuatro universidades públicas de la ciudad contempla la opción de ofrecer alojamiento a los Erasmus, entre ellas la que nos importa. El número de plazas es limitado y siguen un criterio muy justo: el primero que llegue se la queda. Así que si no tienen la suerte de ser acomodados por la universidad busquen aquí para ir con cierta idea de a qué se van a enfrentar. Mientras esperan, si esperan ya en Varsovia, tengo entendido que el mejor albergue es el Oki Doki, aunque hay otros. No lo digo por mi propia experiencia, porque por causas extrañas que no vienen el caso, cuando estuve en Varsovia, me hospedé en el Hilton (evidentemente no fui siendo Erasmus).

Del turismo y del ocio hay cosas que contar también. Aunque no quiero meterme en el capítulo de la historia polaca, porque ya les hablé algo en su día, la ciudad está lejos de ser la que era hace 100 años. Sufrió mucho en las dos grandes guerras mundiales, especialmente en la segunda. Digamos que los Nazis no le tenían especial aprecio, así que fue necesario reconstruirla casi por completo tras el conflicto. Los arquitectos comunistas intentaron mantener el centro histórico como estuvo en su día y planificaron muchos edificios de viviendas en la periferia. Todavía hoy pueden verse muchos de esos edificios de la época comunista. Después, con la entrada de Polonia en la Unión Europea, llegó el dinero para que la ciudad empezara a parecerse un poco más a todo el entorno (un Zara y un Starbucks incluidos). Esto es para que se lo cuenten a los familiares que vengan; a los amigos les pueden llevar a tomar cerveza. Porque Varsovia está tercera en la clasificación del estudio en el precio de cerveza (no especifica el tamaño; no sabemos si caña, no parece, o pinta). 1,90 cuesta, detrás de la cervezófila Praga, Budapest y dos ciudades portuguesas (Oporto y Lisboa). Para otros planes de ocio barato y con toque Erasmus, además de la ESN, pueden saber cómo respira la ciudad aquí (o aquí). Varsovia también les gana a otras capitales europeas en la relación calidad/precio en transporte y comida.

Creo que con esta guía básica podrán sobrevivir a la primera embestida polaca. Les espero aquí para que me lo cuenten, mientras protesto por los que fuimos, los que son y los que serán Erasmus. Eso sí que es una crisis y no la de los 30.

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