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  • Los valientes

Los boquerones sin cabeza, uno al lado del otro alrededor de una rodaja de limón, presentados en un plato suficientemente grande para no ahogarlos, parece que aún estén jugueteando en su ambiente, nadando apretujados en un banco de peces que dibuja formas abstractas en las aguas del Mediterráneo.  

Esculturas iluminadas por destellos plateados que, bajo el mar, cambian frenéticamente en un baile colectivo. La fritura resalta su frescor juguetón. Luis, que tenía toda la razón para elogiar a la cocinera, ha empezado a sentir las frases afiladas de Matías, aunque supongo que su savoir-faire y su capacidad de dialéctica serán suficientes para que el diálogo sea fructífero.

–Tu amigo no se corta un pelo. Ya empiezo a entender que insistieras en que me sentara con vosotros. Es de los que a ti te gustan. A mí también me atrae el riesgo, pero en la Corporación ya tengo una dosis suficiente.

– Luis forma parte de la Junta de Gobierno de la Corporación Farmacéutica. Él sí que puede comprarte informes y estudios.

– No es mi intención vender nada. Ahora que hemos resuelto el laberinto de nuestro encuentro podemos evitar que los intereses nos vuelvan a hacer que nos perdamos otra vez, ya no es necesario esconder nada, al menos a mí no me apetece.

Matías es de los que saben dejar claras las reglas del juego y, aunque supongo que también sabe esconderlas, ahora no lo ha hecho.

– ¿En qué rincón de mis palabras se esconde ese complejo de inferioridad que parece que has detectado en ellas?

– Todas las encuestas os otorgan una posición en el podio de los campeones como profesionales sanitarios con prestigio y generadores de confianza, además existen muy pocas barreras entre vosotros y el paciente. Esta proximidad acentúa aún más vuestra buena posición. No entiendo que vuestra estrategia esté basada en la resistencia. Deberíais elaborar y presentar propuestas más innovadoras que se sustenten en esa posición ventajosa. Puedo entender que los intereses económicos de un sector regulado se resientan en un entorno convulso como el actual, pero creo que tenéis suficientes fortalezas para construir una propuesta atractiva. El complejo al que me refiero radica en ese intento permanente de justificar vuestra actuación, cuando esta está valorada muy positivamente por quien realmente importa, que son vuestros clientes. Vuestras debilidades radican mucho más en un modelo de negocio que no ha sido capaz de adaptarse a los nuevos tiempos. Yo estaría mucho más preocupado por aspectos como son: el tamaño de las farmacias que configura un modelo minifundista que va a sufrir cada vez más para poder superar los retos de una economía más exigente y que a la vez dificulta la posibilidad de aportar valor más allá de una distribución capilar, un valor, la capilaridad, que además irá a la baja y que, gracias a la tecnología y a la evolución de la logística, cada vez va a tener menos peso específico como valor diferencial en la cartera de servicios ofertados. Un modelo que, además, al estar fuertemente regulado, dibuja un escenario en el que existen grandes diferencias de rentas ligadas casi exclusivamente a la localización de los establecimientos. Deberíais estar buscando alternativas al modelo de negocio actual que, mientras la facturación ha ido creciendo por encima de la inflación, ha podido enmascarar estas debilidades, pero que la crisis ahora va destapando, y que si esta perdura, lo que es más que probable, van a aflorar con intensidad. Cualquier actividad, si la analizamos desde el punto de vista económico, precisa de una perspectiva de crecimiento para ser sostenible. ¿Cuál es vuestra estrategia para crecer? ¿Esperáis que los precios remonten, creéis que vais a incorporar nuevos productos a vuestra oferta? ¿Tenéis margen de maniobra para aumentar la eficiencia y la rentabilidad? Desde mi perspectiva no logro adivinar una propuesta estructurada y clara. No me cabe la menor duda que en una situación como la que se está configurando, un exceso de prudencia en los planteamientos puede desembocar en una posición ambigua que no es la más conveniente para los tiempos que vivimos.

– Es mucho más fácil hablar desde una posición teórica que tener la responsabilidad de la defensa de los intereses legítimos de unos profesionales que han estructurado sus empresas en un marco determinado y que, incluso en muchos casos, han configurado sus economías particulares y algunas decisiones importantes de su vida y de su familia creyendo que las reglas del juego estaban establecidas para siempre.

–Siempre no existe... al menos no existe para los mercados, del mismo modo que tampoco existe nunca.

Los tres hemos coincidido al pedir de segundo un estofado de rabo de toro que también cumple todas las expectativas que ya habíamos puesto en quien ya, definitivamente, podemos calificar de cocinera excepcional. Un plato de peso, en el que la carne melosa ha sido llevada con sabiduría a ese punto justo en el que la carne roja se separa sin esfuerzo, y sin dejar rastro, de las vértebras, y a esa textura exquisita que provoca que los labios se peguen después de que, lo que pudiera ser un simple esfuerzo mecánico de las mandíbulas con un objetivo alimenticio, acabe siendo un tenue beso platónico que se difumina delicadamente y se mezcla con los aromas de un vino tinto de la tierra de Cádiz, un vino complejo y sutil de las bodegas del Huerto de Albalá.

– Brindo por los valientes.

– Solo los moderados serán capaces de ver sin prejuicios lo que está ocurriendo, sabrán escuchar a los que piensan diferente a lo que ellos piensan y tendrán la voluntad y la capacidad de transaccionar para lograr los pactos útiles para superar la crisis.

– Estoy de acuerdo contigo. La historia nos enseña que los cambios fructíferos los acaban realizando los moderados, porque ellos son los verdaderos valientes, aunque a menudo son tildados de iluminados por los que apuestan por el enroque o de timoratos por los que se dejan llevar por la inercia de la caída en el pozo de las crisis. Insisto, brindo por los valientes.

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