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¿Ha aplicado cambios en su farmacia a causa de la crisis?

Dos farmacéuticas, Manuela Plasencia y Ana Prieto, nos explican cómo han reaccionado, en sus farmacias, ante la difícil situación a la que se enfrentan con motivo de la crisis económica.

© Shutterstock
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Manuela PlasenciaDel todo fluye al todo queda

Manuela Plasencia
Farmacéutica de Quer. Guadalajara

A mí me gusta analizar la situación actual aplicando la teoría de Heráclito del todo fluye, mezclada con el todo pasa y todo queda de Machado, porque así encuentro motivos y respuestas para entender lo que ocurre alrededor, y mirar hacia adelante sin nostalgia.
El todo fluye me sirve para aceptar que el devenir de la vida lleva su propio ritmo, que hay que evolucionar y adaptarse a cada circunstancia. No tengo que hacer mucho esfuerzo para recordar mis primeros años como farmacéutica rural en León porque fueron muy placenteros; el Ayuntamiento me subvencionaba la casa, un local para la farmacia y carbón para todo el año.
¿Qué hago yo en este pueblo? Pues impartí unas cuantas charlas, la primera en la iglesia para madres jóvenes portuguesas; como saqué matrícula de honor me lancé a hacer análisis de aguas, de leches y aceites (de colza) y de orinas y sangres, porque la capital estaba a 40 km; también me convertí en una prestigiosa vaquera y con un puñado de colegas creamos el Grupo de Farmacología del Colegio de León haciendo protocolos con bastante anuencia. ¿De dónde salió todo eso, si yo no era una experta?
El todo pasa se aprecia cuando los problemas se ven llegar: un único teléfono en el pueblo y pedir a gritos era la cruz del día; aislados durante semanas por nieve; el pago normal de recetas a los noventa días; empezamos a pagar impuestos, se reestructuraban los consultorios médicos, se creaban los centros de salud y se vislumbraba el ocaso del sector, las montañas no eran verdes, sino negras como el carbón. Nuestros colegas mayores gritaban: ¡Es el fin de la profesión! ¡La situación es insostenible! ¡Vamos a la deriva!
Ahora estoy en un pueblo manchego. Monté una farmacia moderna en un pueblo pequeño; tengo dos teléfonos fijos y dos móviles, fax, modem, wifi, webcam, mail, facebook, twitter, web y mundo virtual. Pero el pueblo se quedó colgado en el tiempo, justo cuando iba a crecer y a convertirse en gran pueblo. Tenemos tecnología 2.0 pero ¿qué puedo hacer si no hay dinero? Elucubrar y buscar, cada uno en su lugar. He probado con dietas, tabaquismo y dermoconsejera. He ofrecido tertulias, talleres y conferencias. He logrado remuneración del Ayuntamiento en dos ocasiones por presentar proyectos, y sigo buscando más. Algunos farmacias cerrarán, y seguimos diciendo lo mismo: ¡Esto es el final! Y un día no muy lejano, como en tiempos atrás, la situación cambiará.
El todo queda es la respuesta a la pregunta inicial: Pues no, no he aplicado cambios porque creo que la crisis, como bañarse en el río, es circunstancial. Aplicamos restricciones a las compras, en el stock y en el gasto a nivel empresarial, personal y familiar. En cuanto a la calidad asistencial no hay recortes, todo sigue igual. La labor del farmacéutico está reconocida y vigente; debemos evolucionar, pero nunca desaparecerá... sólo hay que buscar caminos hacia la mar ¡Tenemos mucho que dar!

 

Ana PrietoAdaptación dinámica al transcurrir del tiempo

Ana Prieto
Presidenta del COF de Lugo

La situación económica de estos últimos años nos ha llevado a que las farmacias hayamos sido golpeadas gravemente por la crisis económica y estemos atravesando momentos de gran dificultad, inseguridad e incertidumbre, alcanzando una bajada en la facturación de hasta un 40%, debido a medidas tales como catálogo gallego, copago o desfinanciación de medicamentos.
En mi farmacia, como en todas, cada vez se consume menos debido a la pérdida del poder adquisitivo de los ciudadanos. Esta pérdida conduce a que haya caído en picado la dispensación de los más de 400 medicamentos que en septiembre fueron desfinanciados. A causa del desembolso económico que supone esta medida, y que lamentablemente muchos no pueden afrontar, los pacientes han dejado de utilizar esta medicación que según prescripción de un facultativo es adecuada para ellos. Y también más de un 30% de pensionistas dicen haber prescindido de algún medicamento desde que entró en vigor el copago. Esto nos ha llevado a esa insostenible bajada de facturación de hasta un 40% mencionada en el párrafo anterior, y aún más preocupante es que probablemente se acompañe con un coste en salud para muchos pacientes.
La clave para mantener la sostenibilidad de la farmacia pasa por el establecimiento de un equilibrio entre las medidas de racionalización del gasto sanitario, que en los últimos años han afectado directamente a la farmacia comunitaria y al medicamento, para que no incidan directa y constantemente sobre la farmacia, que en este momento se encuentra ya al límite de su sostenibilidad.
Es verdad que mi comunidad autónoma hace frente a los pagos de los medicamentos a las farmacias con puntualidad, pero a mí como a todos me preocupa enormemente la situación económica. La actual dinámica de bajada continua de precios nos impide hacer en la farmacia unas previsiones de compra a medio plazo, dificultando enormemente la gestión de existencias, lo que, de seguir en esta línea, podría poner en riesgo la equidad en el acceso del ciudadano a la prestación farmacéutica. Por todo esto, es clave que las autoridades sanitarias hagan una reflexión sobre las decisiones aplicadas.
Las medidas que yo he tomado para afrontar los recortes se basan en tratar de optimizar la gestión de la farmacia, garantizando siempre la prestación farmacéutica, lo cual es bastante complicado si no existe estabilidad. Debido a la situación económica, hace ya algo más de un año que dejamos el horario de jornada continua, lo que significó prescindir de una excelente compañera farmacéutica. Sin embargo, hemos procurado que nuestro horario actual esté adaptado a las necesidades de nuestros pacientes y vecinos. Aunque no quisiera dejar sin mencionar la pérdida de calidad de vida que sufrimos los farmacéuticos, que desarrollamos nuestra labor profesional en la farmacia comunitaria, a causa del actual escenario de crisis en el que se encuentra inmersa la farmacia española.
Mi farmacia, como todas las demás, es un establecimiento sanitario de interés público regulado y sometido a planificación y en esas condiciones tenemos en España una red de farmacias lo suficientemente amplia que nos convierte en el servicio sanitario más cercano y accesible a la mayoría de la población. El 99,9% de los ciudadanos disponen de una farmacia en el lugar donde viven.
El futuro de mi farmacia y de la farmacia comunitaria pasa por ser una farmacia asistencial adaptándose de forma dinámica al transcurrir del tiempo, teniendo siempre presente que el farmacéutico comunitario es el profesional sanitario experto en medicamentos y más accesible al paciente, que va a garantizar la adherencia de los pacientes a los tratamientos que éstos están tomando. No entiendo ni comparto otra farmacia.

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