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Desabastecidos

La sociedad desarrollada en la que vivimos nos proporciona multitud de productos y servicios que nos hacen la vida más cómoda. Muchos más de los que les ofrecía a nuestros padres. Incluso más de los que, hace apenas una década, nos ofrecía a nosotros mismos.

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Esta evolución tan rápida y constante a menudo nos hace perder de vista que tanta comodidad no se consigue por arte de magia, y que es necesaria una infraestructura importante para que los productos y servicios estén a nuestra disposición, ya sea apretando el interruptor, clicando el teclado o yendo a la farmacia con nuestra receta.

Tanta facilidad hace que parezca imposible que las cosas puedan fallar, que nos quedemos sin luz, sin internet o sin nuestro medicamento, pero puede pasar, y a veces pasa.

El desabastecimiento de medicamentos, además, es un problema que va más allá de la pérdida de comodidad, ya que puede ocasionar perjuicios en la salud que pueden llegar a ser importantes. Cuando esta situación se produce, debemos preocuparnos más que cuando nos quedamos a oscuras o sin conexión para ver el partido de fútbol, por lo que debemos ocuparnos de encontrar soluciones, y sobre todo debemos exigir información clara y concisa a las fuentes oficiales.

El modelo farmacéutico del que disponemos proporciona una red muy eficiente de transmisores de información al paciente, pero para que eso funcione es preciso alimentar a esa red de farmacias de buena información. Las farmacias, si están bien nutridas de datos fiables, son un buen instrumento para poner freno a la rumorología que, en cuestiones de salud, puede llegar a ser mortal.

Una sociedad evolucionada no sólo debe exigir a los responsables de la fabricación de medicamentos y a las administraciones sanitarias que el desabastecimiento de medicamentos sea una rara excepción, sino también que, si se produce, están obligados a ofrecernos una información clara y exhaustiva de las circunstancias por las que se produce. En estas situaciones, el farmacéutico comunitario puede ejercer también su responsabilidad, que no es otra que la de aportar posibles soluciones con respecto a los tratamientos afectados, y la de poder informar del estado real de la situación para evitar la desinformación.

Aprovechar lo que tan a mano se tiene no debería ser tan complicado.

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