
Juan Esteva de Sagrera
Agustí Calvet Pascual (1887-1964), que utilizó el seudónimo de Gaziel, fue uno de los muchos españoles sacudidos por la Guerra Civil. Era uno de los mejores periodistas del país, un periodista de raza, varios años director de La Vanguardia, que mezclaba sabiamente la observación con la reflexión. Sus artículos sobre el encaje de Cataluña en España y su consternación ante la actuación de Companys en octubre de 1934 son un punto de referencia, que satisfacen a unos y desagradan otros. Buena señal.
Muchas personas hemos necesitado explicarnos qué cosa es la vida, qué sentido tiene, si lo tuviera. No hemos podido pasar por la vida despreocupadamente, sin plantearnos cuestiones arduas y sin buscar respuestas a preguntas tan espinosas como qué hacemos en el mundo y qué es lo que nos regula y determina, si lo hubiese. Los modelos que ofrecen respuestas no son muchos: la espiritualidad y sus subproductos, las religiones; la filosofía y sus intentos de ordenar el caos; la ciencia, con su proyecto de aceptar sólo lo que puede ser demostrado, o el arte, con la gratificación estética como último objetivo y las emociones que suscita.
El Farmacéutico cumple 30 años (¡felicidades!) y me solicita que mi colaboración trate el tema del futuro de la farmacia, es decir, si la farmacia tiene futuro y cuál. La primera reflexión que se me ocurre va en contra del pesimismo generalizado. En 2007 empezó un ciclo devastador que ha destruido empleo, empresas, ha borrado del mapa financiero cajas de ahorro que parecían muy sólidas y ha endeudado al Estado español de modo espectacular. Se ha revisado el cálculo de las pensiones, obviamente a la baja, los funcionarios y millones de trabajadores han perdido no sólo poder adquisitivo sino salario real, y se ha reducido el número de funcionarios. España ha estado al borde de la bancarrota y del impago, con la prima de riesgo por las nubes e intervenida de facto como resultado de las cuantiosas ayudas al sector financiero.
Nunca he podido ni sabido conectar con las masas, y supongo que tampoco he querido hacerlo. De joven, cuando alimentaba alguna rebeldía, fui inmune al marxismo y simpaticé con la acracia, aunque sólo en lo teórico, nunca en la práctica. Mi formación es psicoanalítica, no política.
El argumento de la novela de Stevenson es muy conocido, aunque más por algunas pésimas versiones cinematográficas que por haber leído la novela, que es una obra maestra psicológica, no un relato de terror, y mucho menos para niños.
Visito la exposición sobre Pontormo en la Fundación Mapfre de Madrid. La cajera me pregunta si quiero apuntarme a la visita organizada, pero no debo de poner cara de mucho entusiasmo porque añade, para convencerme, que es gratis.
Vivimos un mundo de paradojas. Pocas veces habrá habido una mayor disociación entre el discurso imperante, con su materialismo economicista, y la realidad y las expectativas de las personas, de cada proyecto individual. El siglo XVIII planteó la tradición como ignorancia, la religión como explotación, los símbolos como irracionalidad.
La Universidad de Barcelona ofertará a partir del próximo curso la doble titulación de dos de los grados adscritos a la Facultad de Farmacia, el de Farmacia, impartido en el edificio de Pedralbes (que forma parte del Barcelona Knowledge Campus, BKC), y el de Nutrición Humana y Dietética, impartido en el Campus de la Alimentación de Torribera, integrado en el Health Universidad de Barcelona Campus (HUBc), en Santa Coloma de Gramanet. Con ello se amplía la oferta formativa del centro, se facilita el itinerario de los estudiantes que quieran obtener los dos grados y se consolida la dedicación de la facultad al ámbito sanitario, en lo que se refiere a dos de los elementos esenciales para mantener la salud y combatir la enfermedad: el medicamento y el alimento.
La farmacia actual se basa en la evidencia: las propiedades terapéuticas de los fármacos han de dejar atrás el mero empirismo, la intuición o la fantasía y superar ensayos toxicológicos, microbiológicos, de calidad, farmacológicos y, finalmente, clínicos. Ningún medicamento puede ser comercializado si previamente no se ha realizado un ensayo con una muestra de población representativa en la que se haya comprobado, frente a un grupo testigo, la eficacia, y también la seguridad, del medicamento ensayado.
No sé si Marcel Proust tiene hoy día lectores, imagino que pocos. Yo lo releo a menudo, bien al azar, bien de forma sistemática: leí los siete tomos de la Recherche hace mucho, y cada cierto tiempo vuelvo a hacerlo, pero empezando por el último volumen, El tiempo recobrado. Así es como creo que es mejor leerlo, pero no sabría decir por qué, y así lo hago. Releer a Proust no me fatiga, antes al contrario: sus sutilezas son infinitas, y como cada vez que lo leo he cambiado con el paso del tiempo, realizo de hecho una nueva lectura, subrayo aspectos que me habían pasado inadvertidos, y no me parecen de especial interés otros que en mis anteriores lecturas debieron de parecerme importantes, puesto que los subrayé y anoté.