Existe unanimidad en que China es el gran laboratorio del futuro. La República Popular China, llamada a ser la primera potencia económica, política y cultural del mundo, se fundamenta en un principio contradictorio, algo muy del gusto del pensamiento oriental, donde según los principios del Tao una cosa puede ser al mismo tiempo su contraria. Occidente, en cambio, está basado en la lógica aristotélica: si A es distinto de B, A no puede ser B. En el Tao, A y B pueden mezclarse, separarse, identificarse para distanciarse luego, nada impide que una cosa sea su opuesta. Los opuestos coexisten negándose, y tienden, por enantiodromía, a convertirse en su contrario.