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  • El futuro de la farmacia

El Farmacéutico cumple 30 años (¡felicidades!) y me solicita que mi colaboración trate el tema del futuro de la farmacia, es decir, si la farmacia tiene futuro y cuál. La primera reflexión que se me ocurre va en contra del pesimismo generalizado. En 2007 empezó un ciclo devastador que ha destruido empleo, empresas, ha borrado del mapa financiero cajas de ahorro que parecían muy sólidas y ha endeudado al Estado español de modo espectacular. Se ha revisado el cálculo de las pensiones, obviamente a la baja, los funcionarios y millones de trabajadores han perdido no sólo poder adquisitivo sino salario real, y se ha reducido el número de funcionarios. España ha estado al borde de la bancarrota y del impago, con la prima de riesgo por las nubes e intervenida de facto como resultado de las cuantiosas ayudas al sector financiero.

Muchos españoles han perdido su trabajo, su empresa, su casa, sus inversiones o ahorros, y algunos, no pocos, todo ello. En ese escenario, del que por suerte el país ya emerge para crecer y mejorar en todos sus indicadores, la farmacia, como modelo, ha permanecido incólume. Es verdad que las farmacias padecen impagos, cobran a destiempo y que algunas han cerrado, agobiadas por las deudas contraídas en la época de la burbuja, pero el modelo sigue como en 2007: las farmacias forman parte del sistema sanitario y están sometidas a la planificación sanitaria en función del número de habitantes y de la distancia, parámetros que no han cambiado; sólo los farmacéuticos pueden ser propietarios de una oficina de farmacia y no pueden serlo de más de una; todos los medicamentos, con y sin receta, se dispensan exclusivamente en las oficinas de farmacia.
El núcleo duro de la farmacia se ha mantenido sin un solo cambio a pesar del tsunami que casi devasta el país. Si la crisis iniciada en 2007 no ha afectado a la organización farmacéutica, cabe preguntarse qué es lo que puede modificarla y si la farmacia no es mucho más sólida y poderosa de lo que los agoreros pretenden, pues mientras que en España nada ha cambiado, la ordenación farmacéutica se ha modificado en muchos países europeos en perjuicio de los farmacéuticos. Y sin embargo, muchas cosas podrían cambiar, no como resultado de una crisis, puesto que no es previsible otra como la que hemos padecido, sino del crecimiento. Lo que no ha cambiado la crisis podría ser modificado por la prosperidad y por la obtención de mayores beneficios.
Cuando la crisis acabe definitivamente los farmacéuticos no se contentarán con haber sobrevivido, querrán ganar más y padecer menos agobios, y no veo cómo podrán hacerlo sin aumentar el tamaño y los servicios de las farmacias y reducir su número. Será necesario aumentar la facturación para obtener beneficios dignos con márgenes necesariamente reducidos y deberán reducirse gastos, de personal incluido, mediante el uso de los recursos tecnológicos, que hacen innecesaria la presencia física de cuanto puede ser resuelto por internet. Los farmacéuticos no deben contentarse con sobrevivir trabajando cada vez más y ganando menos, con descapitalizarse y sobrevivir gracias a una economía familiar, deberían ser más ambiciosos y aspirar a mayores beneficios y a convertirse en propietarios e inversores de farmacias potentes, óptimamente gestionadas, que se alejen de la economía de las microempresas, siempre al borde del colapso.
¿Tiene futuro la farmacia? Desde luego que sí, y espléndido, pero será tanto mejor cuanto más opte por la innovación, la imaginación y la inversión, y será menor si se opta por el inmovilismo, la mera supervivencia, los brindis al sol y el conformismo.

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