La compañía de teatro Yeses obtiene el Premio Max al Aficionado a las Artes Escénicas 2017. No es un premio más de los muchos que se otorgan. Es un premio merecidísimo a un esfuerzo titánico que está dando sus mejores frutos desde hace treinta años.

El grupo nació en la antigua cárcel de mujeres de Yeserías, en Madrid, en 1985. Años antes, Elena Cánovas, joven y atractiva funcionaria de prisiones, propone a la dirección del Centro montar un grupo teatral. Algo que atraiga a las presas para combatir el desánimo y que ayude a reducir el aislamiento. El teatro engancha y absorbe, pueden vivir otras vidas y olvidarse de la suya propia, tan dramática y gris. La idea es buena, necesaria, pero choca con las rígidas normas de una cárcel. Aquello no iba a ser un camino de rosas.

Finalmente logra su objetivo, y así surgen Las Yeses. Sólo mujeres. Elena Cánovas como directora, y las reclusas como actrices. Una directora que empatiza con ellas, y que cree en la reinserción a través de la cultura con textos de carga social que hablan de igualdad en tono desenfadado. Es una mujer muy preparada. Asistente social, criminóloga, licenciada en Dirección Escénica e Interpretación, alegre y entusiasta. Se establecen vínculos entre funcionarias y reclusas. Todas creen en el proyecto. Comienzan las puestas en escena apenas sin medios, aprovechando sábanas viejas que luego pintaban para hacer telones. Cuando pasaron a Carabanchel, un recluso se incorporó al grupo escénico. Presentaban sus montajes con ocasión de las fiestas de la Merced. Después, Centro Penitenciario de Mujeres en Alcalá de Henares.

Las contratan para una representación fuera de los muros de la prisión, y esa primera salida, con la policía rodeando el edificio en medio de grandes medidas de seguridad, permanecerá en la memoria de todas. Sobre todo por el final feliz, con un público libre aplaudiendo con entusiasmo. Felicitaciones y enhorabuenas a ellas, las reclusas a las que nadie nunca les había dicho que servían para algo, que se sentían marionetas de unos y otros. Reciben el reconocimiento de crítica y público.

Y también reciben premios, uno de ellos el accésit al Calderón de la Barca otorgado por el Ministerio de Cultura. Se hacen acreedoras a subvenciones que permiten nuevos montajes. Viajan a Berlín, lo nunca visto. Giras por diversos teatros de España y asistencia a Congresos de Teatro y Prisión en Manchester, Milán, Costa Rica...

En ocasiones puntuales, algunos actores consagrados colaboran con ellas. Una manera de decirles que no las consideran unas intrusas.

En el año 2008, una película se inspira en el grupo: El patio de mi cárcel, con Candela Peña en el papel de Elena Cánovas. Un año después, reciben el Premio Unión de Actores.

Han pasado treinta años de trabajo, casi mil reclusas como actrices en alrededor de cincuenta montajes teatrales.

He tenido el privilegio de ver crecer al grupo. Las conocí gracias a un trabajo de campo en ese Centro Penitenciario para la realización de mi estudio «Influencia del síndrome premenstrual en la criminalidad femenina». Gracias a un permiso de la DGIP me abrieron las puertas de la prisión. Un trabajo que obtuvo el ansiado «sobresaliente cum laude». Durante las entrevistas que realizaba, al preguntarles si se sentían deprimidas, alguna respondía que no tenía tiempo para depresiones y corría para no perderse el ensayo de Las Yeses.

Sirvan estas líneas como homenaje a ese grupo de mujeres que alcanzaron y alcanzarán la libertad, preparadas para una reinserción sin estigmas. Para Elena Cánovas pediría el Premio Princesa de Asturias a la Concordia. No sería un desatino.

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